!Soriano¡ !Soriano¡ !Soriano¡

Los primeros cincuenta años de vida de:  

     ¡Soriano! ¡Soriano! ¡Soriano!  

José Félix Zavala. 

“Mi abuelo fue esclavo en Valle Nacional y en la Hacienda de Palomeque en Yucatán. Mi padre preso político, en la cárcel de Santa Catarina, en Oaxaca”. 

Terribles palabras en boca de cualquier ciudadano mexicano, dichas esta vez por un hijo del pueblo de Zautla, Etla, Oaxaca, nacido en 1927 de Tomasa Columba. 

“Los dominicos recorrieron las montañas de Oaxaca, todos los barrancos, hablaron a los pobladores inmemoriales de estas tierras, en sus  más de 20 lenguas y levantaron templos, a los nuevos dioses por todas partes y después de cincuenta años de hacerlo, los indios resistían”. 

“Quedé huérfano desde muy pequeño, arriaba una recua de burros, cargados de leña, de San Andrés Zautla a Oaxaca. Regresaba con cinco pesos” 

“Cuando salí a estudiar  me apedrearon,  más de alguno en mi pueblo, por esa causa” 

Lo conocí en 1967 y nos amistamos, cuando él trabajaba en el Hospital del ISSSTE de la ciudad de Oaxaca, tenía su consultorio en la calle de Díaz Ordaz 400, en el centro de la ciudad. Por las tardes era: Su bata, su pequeño consultorio, su automóvil viejo, la espera de pacientes y Josefina, su compañera, el amor siempre entrañable, que todo lo compensaba. 

“Mi hijo mayor fue débil visual desde su nacimiento, muy probablemente por desnutrición”. 

De 1967 en adelante y durante los años que conviví con él, nunca lo vi faltar los domingos a su tierra natal, Zautla. La consulta interminable y sin recompensa económica, la organización de una cooperativa de consumo y producción, pero sobre todo sus raíces, no se lo permitían. 

¿Y la mamila Heber? Eran sus palabras al llegar a casa, esas madrugadas, cuando el teléfono lo despertaba, mi hermano infante, convulsionaba por alta temperatura con cierta frecuencia. Nuca faltó al llamado.  

“Eran tan nobles los dioses que adoraban los pueblos de estos contornos, que al dios de Achiutla, el mismo Moctezuma preguntó, por medio de su sacerdote, la suerte que su pueblo correría con la llegada de los españoles. Contestó que se adueñarían y dominarían sus tierras”. 

¿Y el celibato compadre? ¿Dónde dejaste el cucurucho compadre? Su saludo para comenzar una plática. Sobre sus prácticas médicas en el Mezquital, en Izmal, en Galeana, Nuevo León. 

“¿Dónde está el camoti con lechi compadre?” y recordaba su servicio social de medicina en la comunidad de Coeneo, en Zacapu, Michoacán. 

“Ante el peligro los dioses se refugiaron en cuevas y en ermitas cubiertas de paja, donde acudía la gente a orar. Las codornices, las palomas y los venados eran las ofrendas. En Telantongo, antigua fortaleza militar, cercana a Yanhuitlán, también resistían”. 

Desde la secundaria fue líder, como Secretario de Organización de la Sociedad de Alumnos, adherida a la Sociedad de Alumnos Campesinos Socialistas de México y a la Unión de Estudiantes Democráticos. Ya como médico fue miembro de La Sociedad Médica de Residentes. 

Lo recuerdo cuando nació mi primera hija, mi vida se había llenado de alegría y recobraba otra dimensión, él la auscultó y al valorar su desarrollo neurológico, la hizo caminar asustada, a días de nacida, con solo palmear la cama y tomar con un dedo la palma de una de sus manos. Pediatra al fin. 

Los recuerdos se agolpan en mi mente, sobre todo aquella tarde o casi anocheciendo, cuando en el llamado “gimnasio” de la UBAJO, tomaba posesión como Rector, elegido por voto directo de los alumnos de esa Universidad, Felipe Martínez Soriano. Yo escuchaba la narración, porras y discursos por radio Universidad, mientras platicaba con el Arzobispo de Oaxaca, en aquel entonces, Ernesto Corripio Ahumada y el Obispo Auxiliar de esa arquidiócesis, Clemente de Jesús Alba Palacios, en el comedor para visitas, del monasterio de monjas Clarisas, en la calle de Colegio Militar, en la colonia Reforma, de la ciudad de Oaxaca. 

“Apenas hay recuerdos de aquellas túnicas bordadas maravillosamente con formas de pájaros y de otros animales, que los sacerdotes mixtecos vestían, estaban siempre mitrados y calzados, con hilos de colores hilaban sus ropajes”. 

En los años que van de 1966 a 1974, siempre vi y reconocí en él a un hombre dueño de si mismo, pacífico, tranquilo, comprometido; por las noches después de su consulta, íbamos al Zócalo y en ese kiosco escuchábamos a la marimba que daba vida a los recuerdos y esplendor a esa plaza que cambiaría después de rumbo. 

Caminando por las calles del mercado cedió, como correspondía a unos “borrachitos” el paso, ellos en respuesta “le mentaron la madre”, solo hubo sonrisas. 

Una de las tantas veces que cenábamos juntos en casa, llegó en extremo cansado y dijo “no estoy para nadie”, al instante tocaron la puerta y una mujer con un bebe en brazos, más su pobreza, preguntó si sabíamos donde vivía el Dr. Martínez y en ese momento la estancia se volvió consultorio. No hubo paga. 

“Sin duda la educación comunitaria de los pueblos originarios, tiene mucho que aportar tanto a la educación que ofrece la escuela, como a las culturas de México y el mundo. La educación comunitaria forma para la vida, para respetar a las personas, para relacionarse amorosa y respetuosamente con la naturaleza, para un buen gobierno que sirva a su pueblo”. 

“Al igual que en el ámbito internacional, el proyecto educativo nacional no está respondiendo de manera pertinente a las necesidades de los pueblos originarios, incluyendo su permanencia con sus sentidos y significados de vida”.  

Los locutores de radio Universidad narraban la entrada triunfal de Felipe Martínez Soriano a la U A B J O y su toma de protesta. Ante la aparente indiferencia de los prelados, mi regocijo y un aparato de radio viejo. El luchador social desde la infancia, comenzaba un largo peregrinar de treinta años. Donde se formarán diferentes grupos y posiciones y él llegará a los 80, edad que marca la Biblia como mínimo para los hombres fuertes. 

“Los sacerdotes  sabían de memoria la historia de los pueblos, el nombre de cada uno de sus dioses y escribían sobre telas hechas de corteza de árboles, de los que se dan en tierra caliente, en escritura tan abreviada que en una hoja podían expresar lugar y sitio, provincia, año, mes y día, de un acontecimiento, dicen los cronistas”. 

Mis recuerdos se van a las muchas pláticas que con el Dr. Felipe Martínez Soriano sostuve durante varios años. Terminó su primaria a los 17 años, en el pueblo de Etla, la secundaria a los 20 en Tenería del Edo. Mex; Profesor de educación primaria de la E N M a los 23, Médico egresado del IPN a los 33 y Pediatra, egresado del Hospital 20 de Noviembre a los 39.  

Participante:

En el movimiento estudiantil de la U M de San Nicolás de Hidalgo. 1948

En el movimiento revolucionario del magisterio. 1956

En el Movimiento Médico Nacional. 1964 

“Muchos humos de gran variedad de gomas y destilaciones aromáticas, rodearon siempre la morada de los dioses en Mitla, Teotitlán, Achiutla y Teitipac, panteones de estos pueblos”. 

Sobre mi mesa empezaron a aparecer el diario Excelsior, en lugar de El Heraldo de México,  la revista “Siempre”, “Hasta no verte Jesús Mío” de Elenita y de ahí siguieron “Proceso”, “Vuelta”, “Uno más Uno”, etc. Mi relación con el Doctor se afianzaba yo tenía 18 años el 40 más una larga experiencia en este México diferente. 

La cultura, el arte, el razonamiento intelectual, el entender los hechos sociales, iban teniendo mas significado en mi vida, sin que él los abordara directamente conmigo. 

Cuando él llega a la rectoría de la UABJO, yo ya iba solo por los caminos de La Sierra, en el sureste y entraba al mundo intelectual en la ciudad de México y leía a los escritores que explicaban mis preguntas de lo que veía. 

“La destrucción de los antiguos dioses, fue obra lenta y penosa para los misioneros dominicos. Apenas advirtieron los indios, la energía con que perseguían a sus dioses, los escondieron en cuevas inaccesibles, los enterraban, los emparedaban en los lugares más recónditos. Había la esperanza de que los españoles volvieran a su tierra, era cuestión de tiempo”. 

Era necesaria la solidaridad humana, política, económica, social y transformadora. 

“La historia vuelve piedra todo lo que pasa a través de los ojos. Las personas se vuelven graníticas. De una sola pieza. Sin resquicios donde quepan las diversas tonalidades de las emociones. Con la historia se ven los grandes acontecimientos, pero se pierden los detalles de las vidas de quienes contribuyeron. Es mejor ser más preciso y contundente”. Esta cita hecha por Felipe Martínez Soriano, no es en todos los casos cierta, pero si en las versiones de quienes ostentan el poder, se le llama “Historia de bronce”, todo lo contrario de lo que se pretende en este trabajo. 

“La historia en México aún está por escribirse” me han dicho personalmente y por separado el siempre bien recordado amigo, don Luis González y González y el muy querido Obispo Don Samuel Ruiz García.

“No cabe duda que Cortés era un gran estratega militar, pero su habilidad de poco sirvió frente a un grupo de soldados cansados, que deseaban también establecerse en el fértil valle de Oaxaca, ya que el clima no era tan inclemente como el que encontraron en Tututepec, población de la costa del Pacífico oaxaqueño y capital del señorío mixteca a donde habían sido enviados por el marqués, mientras que las hostilidades de los indios del valle debieron ser considerablemente menores a las sufridas en la costa”.

A pesar de su ateísmo a una de sus hijas, se le bautizó en el Templo del Carmen Alto, sin saberlo entonces, el rito se celebraba en el sitio de un antiguo templo zapoteca, dedicado al Dios Viejo y a la Madre Vieja, la dualidad creadora de todo cuanto existe, celebración disfrazada ahora como “Los lunes del cerro” o de “La Guelaguetza

“Cortés pedía a la Audiencia de México, que con base en la merced real de 1529, nuevamente solicitaba en 1532, se respetaran sus dominios que comprendían cuatro villas”.

Los años de 1975-1978 marcaron la vida de este hombre de bien, del bien público, pacífico, ya estaba integrado al sindicato del ISSSTE, era maestro de la escuela de medicina de la UABJO y llega a la rectoría,  por voto unitario y mayoritario de los estudiantes de esa casa de estudios.

Esta osadía le costaría la persecución de él y los suyos, el secuestro, la expulsión del estado y finalmente la cárcel, como a los grandes hombres de los grandes movimientos sociales de este México nuestro.

“Solamente una de las villas que el marqués pedía, a su vez tenían trece pueblos sujetos a ella; así Coyolapan, actualmente Cuilapan tenía como sujetos a los pueblos de Tlalistac, Macuilxóchitl, Cimatlán, Tepecimatlán, Ocotlán, Tlacochahuaya, Los Peñoles, Huexolotitlán, Cuyotepec, Teozapotlán, Mitla, Tlacolula y Zapotlán”.

Tuvo que militar en el Frente  Nacional Democrático Popular, durante 12 años y ser preso político por nueve más.

Cuando se da el Movimiento Estudiantil en la UABJO se trata de contestar las preguntas de los académicos, de los artistas, de los intelectuales, de la gente de la promoción cultural, que buscan no permanecer estancados, dentro de un pueblo que se enorgullece de ellos.

Se da dentro de esta casa de estudios también, el Movimiento Democrático Universitario, conquistando y demostrando la efectividad del voto directo.

“Como lo debió entender rápidamente Cortés, los pueblos mercedados comprendían no sólo algunas cabeceras de importantes señoríos, sino a los pueblos y estancias que se encontraban sujetos a estas cabeceras, por lo que estaba reclamando para sí una inmensa cantidad de tierras además de sus veintitrés mil vasallos”.

De 1927 a 1974 se da su crecimiento,  maduración y servicio.

De 1975 a 1978 la lucha por la democratización dentro de la UABJO.

De 1978 a 1990 la militancia a nivel nacional.De 1990 a 1999 es preso político.

De 1999 a 2007 se integra a la defensa de Oaxaca ante la pobreza ignominiosa de un pueblo que le da identidad al país entero.

80 años de vida dedicadas a México.

“En la obra de León Ferrari, el artista comienza a explorar la que se convertirá en una de sus obsesiones: mostrar que lo peor de nuestra cultura –la tortura, la discriminación, la crueldad, el autoritarismo; es decir, el corazón de nuestras tinieblas, el mal absoluto tiene su raíz en las enseñanzas de la tradición occidental. Cuidadoso y obsesivo lector de la cultura occidental, ha trabajado rigurosamente sobre aquellos aspectos de complicidad entre la intolerancia, la violencia y la moral de occidente.

“… No importa si el infierno es real o no –escribió León Ferrari– lo que importa es que está en la cabeza de la gente desde hace miles de años. Y es lo que ha provisto, y provee, de justificación para matar gente. Desde las Cruzadas a la dictadura en nuestro país.” 

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