El desierto y José Fuentes Mares

nací en el desierto y el llano alimentó mi imaginación con las fantasías que pueblan sus vacíos infinitos

José Fuentes Mares

Cuando la leucemia lo mataba, escribió: “Tan moreno como soy,

y con tanto glóbulo blanco en la sangre”.

Por el maestro:

Luis González y González

JOSÉ FUENTES MARES

1919-1986

En 1919 «nací en el desierto, y el llano alimentó mi imaginación conlas fantasías que pueblan sus vacíos infinitos» solía decir el chihuahuense

José Fuentes Mares quien siguió los estudios elementales y secundarios ensu tierra natal.  

Ya en México fue asiduo asistente a los cursos de donAntonio Caso. A principios de los cuarenta la Universidad Autónoma deMéxico le otorgó tres grados académicos: la licenciatura en Derecho y lamaestría y el doctorado en Filosofía.  

Antes de cumplir los veinticinco añosde edad, ya circulaban dos libros suyos: Gabino Barreda (1942) y Ley,sociedad y política (1943). En plena juventud fue maestro distinguido de laFacultad de Filosofía y Letras.  

Cierra su época filosófica con su libro sobreKant y la evolución de la conciencia sociopolítica moderna (1946).Desde 1947 fue a recorrer mundo, a viajar por varios países. En 1948estuvo de profesor huésped en las universidades Internacional de Santandere Hispanoamericana de Sevilla. 

 En 1949 publica México en la hispanidad,su primer trabajo de crítica histórica. 

 Cuando ya eran públicos sus enredoscon Clío, va de investigador a los Archivos Nacionales de Washington.

Desde 1950 es un indiscutible avocado de la investigación histórica. 

 Apoco andar disfruta de una beca de la Fundación Rockefeller y publica unlibro acerca del primer embajador estadunidense en México. Poinsett,historia de una gran intriga les cayó a los miembros de una secta comopatada en las partes nobles del cuerpo humano.  

Ya en el carril de la historiapolítica y biográfica dio a luz “Y México se refugió en el desierto”,biografía de don Luis Terrazas, político chihuahuense, fundador delimperio ganadero más grande del mundo.  

En 1956 se vendió como pancaliente “Santa Anna: aurora y ocaso de un comediante”, tan cálido, lúcidoy polémico como los dedicados a Poinsett y Terrazas. 

En la plenitud de su fama como historiador prueba fortuna como literato.Saca a luz dos novelas: Cadenas de soledad (1958) y Servidumbre(1960).  

Por el mismo tiempo le da la espalda a la ojerosa capital de laRepública y se va a vivir con su eficaz compañera capitalina, doña Emma,a los desiertos de Chihuahua donde funge como profesor de Derecho,director de la Facultad de Leyes y rector de la Universidad. 

Sobre la base de una vasta y valiosa documentación, distraída de numerososarchivos y bibliotecas de México y los Estados Unidos recrea laetapa del país que corre de 1861 a 1872 en una tetralogía célebre: Juárez ylos Estados Unidos (1960); Juárez y la intervención (1962); Juárez y elImperio (1963), y Juárez y la República. «Tampoco podía faltar elgusanillo del teatro».  

En 1967 estrena La Emperatriz; en 1968, La jovenAntígona se va a la guerra, y en 1969, divierte al público «con una farsaantipatriótica» referente a Su Alteza Serenísima.  

Tampoco podía faltar lainvención del personaje histórico: Las memorias de Blas Pavón (1966) quenarran las peripecias de México en el siglo XIX, y La RevoluciónMexicana, memorias de un espectador (1971). 

En el último de sus retiros, en su casa de pilares-Majalca se entregó a labiografía.  

Le puso Biografía de una nación (1984) a la historiaindividualizada de México que arranca de Cortés.  

En el último año de suvida escribe: «Si escribí Santa Anna, el hombre; Miramón, el hombre, yCortés, el hombre, ¿por qué? no ahora este libro sobre el hombre que soyyo mismo?» Esto es Intravagario, aparecido el año de su muerte, en 1986. 

Estuvo lejos de ser un hombre dogmático, de practicar los fanatismosreligioso y patriótico. Ni la fe católica ni el patriotismo mexicano son resortesimportantes de su actividad como historiador.  

Fue poco sensible a lasglorias de la Gran Tenochtitlan. Según lo dijo, 1levo en lo más profundodel alma el ideal ecuménico de la hispanidad.  

Fuentes fue un perfecto, queno ortodoxo, amante de su patria. Su amor a la patria es de la estirpe deJusto Sierra y Edmundo O’ gorman. Alguna vez dijo: «Yo amo a Méxicoporque no me gusta».  

Fue un hombre contradictorio: tuvo que bailar conuna nación que le parecía fea.  

Era moreno pero tomó el partido de losblancos.  

Pese a su norteña y a su metrópoli fobia aceptó ocupar uno de lossillones metropolitanos, el número 8 de la Academia Mexicana de laHistoria.  

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