La capilla del Señor de La Piedad;Jurica

Capilla del Señor de La Piedad,

en Jurica 

José Félix Zavala  

Fue la nochebuena de 1672 cuando varios pastores reunidos alrededor de una fogata  descubrieron que el tronco de un arbusto de Tepame, no se consumía entre las brasas.  

Al retirarlo de la hoguera descubrieron que la madera se asemejaba a una figura humana. Era un Cristo milagroso.  

Eso cuentan nuestros antepasados, que muchos la tratan de leyenda, después siguen narrando, llegaron unos peregrinos que dijeron ser talladores de imágenes y a ellos les dijeron, ah pues tenemos esto…y ellos le dieron el acabado 

La imagen viajó por varios poblados, para finalmente quedar bajo el resguardo de la parroquia de San Sebastian de Aramutarillo, lugar que finalmente cambió de nombre por el  de La Piedad.  

A los tarascos habitantes del poniente de Querétaro llegó esta devoción, que tiene su fiesta cada nochebuena. 

EI pueblo de Querétaro fue conquistado por un pochtecatl otomí llamado Conín que comerciaba con los chichimecas y era originario de Nopala.  

A la caída de Tenochtitlán en 1521, Conín con sus familiares y servidumbre, se vinieron a guerrear contra los chichimecas  de la Cañada o de Maxei. 

Después se da la  fundación española, del pueblo de indios llamado del Gran Juego de Pelota, según la tradición, el 25 de julio de l531, día de Santiago Apóstol, patrono de España. 

Quedó como gobernador de la ciudad el Cacique Conín, conocido también corno Fernando de Tapia,  hasta su muerte, heredando el cargo a su único hijo varón, don Diego de Tapia. 

Jurica tiene antecedentes prehispánicos como todo el territorio del actual estado de Querétaro. 

En él al poniente de la ciudad, quedó integrada con el tiempo la Hacienda de Jurica, lugar que interesó desde un principio, tanto a los españoles, como a los originarios pobladores de esta región, por su belleza natural y sus manantiales de aguas termales y cristalinas, los tarascos lo denominaron Jurica, que significa “Lugar de Salud”.  

Cuando ya se repartieron las tierras conquistadas de Querétaro, después de la conquista de conín y del rendimiento de este a la encomienda de Acámbaro, Jurica,  fue cedida a Don Fernando de Tapia, quien posteriormente la heredó a su hijo Don Diego de Tapia, éste a su vez, la heredó a su hija Doña Luisa de Tapia,  religiosa y patrona del real convento de Santa Clara, y  sirvió entre otros muchos bienes de la familia Tapia, de sustento, para el monumental convento.  

Posteriormente, pasó a poder del Virrey  Luis de Velasco, quien la otorgó a  Juan Sánchez Alanís en premio a sus méritos como conquistador.  

En esta hacienda había indios tarascos, otomíes y chichimecas, los cuales al paso del tiempo fueron reconquistando su comunidad o barrio, haciendo, nuevas casas y creciendo progresivamente y conservando “La Costumbre 

Ha tenido hasta nuestros días un desarrollo un tanto lento con dificultades, problemas propios de su condición de indígenas, por sus tradiciones y costumbres no siempre respetadas, pero siempre con crecimiento y desarrollo.  

En 1969 se fraccionó la Hacienda de Jurica, ya propiedad de la familia Torres Landa y comenzó siendo una colonia campestre.  

Debido al aumento de los fieles tanto de las colonias y poblados cercanos al pueblo de Jurica, se desmembró esta zona de la parroquia, María Madre de la Iglesia. 

Por decreto del 4 de marzo de 1980 se erigió la parroquia de El Señor de La Piedad, siendo su primer párroco el Pbro. Gonzalo Zarazúa Ledesma. Posteriormente fue párroco el Pbro. Manuel Malagón y después el Pbro. Guillermo Landeros Ayala. Hasta Diciembre de 2006 fue párroco el Pbro. Gregorio Martínez Cárdenas. Actualmente es el Pbro. Saúl Ragoitia Vega.  

La fundación del Convento de Santa Clara, ubicado en la calle real del centro de la ciudad de Querétaro, se debe a la riqueza y a la benevolencia de Diego de Tapia, cacique indígena, que tuvo una hija legítima nacida a finales del siglo XVI, la que sería al tiempo la R. M. Doña Luisa del Espíritu Santo, a quien deseaba dar estado digno de su nobleza, lo consultó con su confesor, el guardián de los franciscanos.  

El fraile, ni tardo, ni perezoso, sugirió la creación de un recinto monacal que beneficiaría a la población, a la Iglesia y especialmente a su Orden y que con el capital de la familia Tapia llegara a ser uno de los más importantes de este país.  

Diego obedeció la voluntad del clérigo y antes de iniciar los trámites burocráticos correspondientes, levó a su hija al convento de Santa Clara de México, en la calidad de «niña» para que se educara como doncella española.  

Más tarde, cuando todo estuvo arreglado, Luisa volvió a Querétaro acompañada de varias monjas, las que dieron fundamento a al real convento donde Ella fue la única indígena admitida. 

Fray Miguel López consiguió las licencias necesarias, previa donación de gran parte de los caudales de Diego, heredados de su padre, el conquistador Fernando de Tapia, éstas fueron el permiso virreinal y la venia arzobispal que expidió el Cabildo por estar la sede vacante. 

A finales de 1606 ya se había conseguido…