SIGLO XVIIl en Querétaro
FORJANDO EL PATRIMONIO
AUGE ECONÓMICO
Desde principios de la época colonial, por ser Querétaro una zona de frontera, se asentaron aquí diferentes grupos étnicos: otomíes que vinieron de Xilotepec del norte, tarascos y españoles. Estos últimos trajeron negros de África para que sustituyeran la mano de obra indígena, sector poblacional que se vio diezmado por los malos tratos y las enfermedades traídas por los españoles. Los negros trabajaron como esclavos en las haciendas, minas, obrajes y en el servicio doméstico. De esta manera, la población no solo creció, sino que aparecieron nuevos grupos étnicos, como resultado de la mezcla de indios, españoles y negros. A los productos de la mezcla se les denominó castas.
Los españoles introdujeron en
Los dueños de las haciendas eran españoles y formaban parte de la clase más alta de la sociedad. Algunos de ellos eran además militares y ocupaban algún puesto importante en el gobierno o en
Para cada telar se necesitaban alrededor de 15 trabajadores, por lo que los obrajes ocupaban a más de dos mil queretanos. El trabajo necesitaba de especialistas, de acuerdo a los pasos seguidos en la producción: el lavado de la lana, la carda, el hilado, el tejido, el tinte y necesitaba de especialistas. Las operaciones eran dirigidas por el dueño del taller o un administrador o mayordomo que normalmente era también español. Algunos obrajes eran bastante grandes y su estructura era sólida pues sus paredes no estaba hechas solo de adobe sino con mezcla de piedra y barro.
Las condiciones laborales eran bastante malas puesto que a un obraje se llevaban a los presos a cumplir condenas, a chichimecas capturados en la sierra, a esclavos negros y mulatos y a aprendices que ingresaban para aprender algún oficio, ya fuera de manera voluntaria u obligados por sus padres. Era común que los trabajadores del obraje no recibieran un sueldo, pues a, los que no eran esclavos los mantenían enganchados por deudas desde su ingreso y a los aprendices se les pagaba con la enseñanza, el hospedaje, la comida y al terminar su periodo de aprendizaje se les dotaba de un traje completo.
Además de los obrajes o talleres existieron telares familiares llamados trapiches dentro de las casas de los mestizos e indígenas. Ellos trabajaban principalmente el algodón y aquí el trabajo se dividía entre los miembros de una sola familia. La producción de obrajes y trapiches era para el consumo de las clases populares pues las familias españolas se vestían con prendas importadas de Europa.
Otra rama industrial que ocupó a gran numero de queretanos fue
En la fábrica de tabaco también se dio una marcada división del trabajo, dividiéndose en tres etapas y ocupando a tres operarios en cada etapa. En la primera trabajaban los recolectores de la hoja de tabaco, los escogedores del papel y los cernidores. En la segunda etapa estaban los cigarreros, los envolvedores y los recortadores del cigarrillo. La etapa final era el empaquetado y requería de encajonadores, selladores y almacenadores. También se requería de administradores y capataces, así como de porteros y carpinteros que elaboraban las cajas. La elaboración de puros era un proceso más simple. Se seleccionaba el tabaco, luego se hacía el despalillado, el torcido, el prensado, el anillado y finalmente empaquetado.
La fábrica fue creciendo a tal punto que llego a tener unos tres mil trabajadores. Todo este proceso ya era parecido al moderno por la especialización del trabajo, la reglamentación que requería y los beneficios que tenía la clase trabajadora, pues a diferencia de los obrajes, aquí las condiciones eran mucho mejores. Los operarios tenían un horario establecido y los más viejos, menos horas y un trabajo más descansado que podían realizar sentados. En época de frío se entraba más tarde que en épocas de calor. Todos los trabajadores eran revisados a la entrada y la salida de la fábrica para evitar el contrabando del producto y si los cachaban eran castigados con el encierro, o les quitaban sus bienes o la pena de muerte dependiendo de la gravedad de la falta.
Las fábricas de tabaco se distinguieron por preferir la mano de obra femenina, procurando siempre el mantenimiento del respeto y la moral, por lo que las mujeres trabajaban en habitaciones separadas de los hombres. Preferían a las mujeres porque eran más delicadas en los trabajos de envolver y torcer los cigarrillos, pero además porque eran más cumplidas y sumisas. Para poder contar con la presencia de mujeres, tuvieron que ofrecerles servicios de guardería y permisos para tener con ellas a los hijos lactantes. Las guarderías funcionaban como escuelas pues ahí se enseñaban las primeras letras y el catecismo. Lo anterior hizo que muchas mujeres quisieran entrar a trabajar a la fábrica y que disminuyera el número se sirvientas.
La gran actividad industrial, agrícola, ganadera y comercial desarrollada desde la segunda mitad del siglo XVII y todo el siglo XVIII, permitió que Querétaro tuviera un auge económico que se tradujo en auge constructivo. La ciudad comenzó a crecer y se fue llenando de hermosos templos y conventos, así como de suntuosas casas y edificios públicos. Entre algunas de las más bellas construcciones civiles se encuentran
El estilo arquitectónico que predominó durante el siglo XVIII fue el barroco, que se distingue por el abigarramiento de formas y la profusión de adornos. Para la construcción de muchas de estas obras fueron muy importantes las aportaciones que hicieron algunos benefactores como el sacerdote y hacendado Juan Caballero y Ocio. Otro importante benefactor fue el Marqués de
obra. El acueducto funcionó hasta principios del siglo XX. Hoy en día es considerado uno de los más bellos monumentos históricos de la ciudad.
Si bien Querétaro había logrado ser una de las ciudades más industriosas de
A finales del siglo XVIII, las Reformas Borbónicas, encaminadas a mejorar la industria, la minería y la agricultura, permitieron a la élite acaparar grandes cantidades de tierra y consolidar el sistema de la hacienda. Además, la creación de un ejército les brindó la posibilidad de comprar grados militares dentro del Regimiento Provisional de Caballería de Querétaro, lo cual significó gozar de honores y fueros, junto con los eclesiásticos y los comerciantes.
Sin embargo, las Reformas no favorecieron a todos. Algunos criollos y la población en general se vieron gravemente afectados. A los criollos se les negó el acceso a los altos cargos del gobierno y del clero; los jesuitas, educadores por excelencia de los criollos, fueron expulsados por negar los derechos reales; y la expedición de
A pesar de que las reformas borbónicas modificaron la división política de
La denuncia de tales abusos, que eran muy frecuentes, le ocasionó al Corregidor la enemistad del gremio de obrajeros. Esta delación, aunada a la negativa de poner en práctica