«Latitudes», una visión panorámica de los maestros latinoamericanos
Diego Rivera.
Foto: Cortesía
Organización Editorial Mexicana
El Sol de México
La influencia de los lenguajes estéticos europeos en los artistas latinoamericanos y sus aportaciones propias se contemplan en «Latitudes», exposición dedicada a los maestros de la Colección FEMSA, entre los que se encuentran Diego Rivera, Wilfredo Lam, Roberto Matta, Frida Kahlo, Botero o Siqueiros.
Organizada en la sala de exposiciones del banco BBVA, en Madrid, la muestra está compuesta por 43 obras, seleccionadas entre las mil que componen la Colección FEMSA (Fomento Económico Mexicano S.A.) de artistas procedentes de 11 países latinoamericanos.
La selección de obras plantea un recorrido artístico que comprende desde las vanguardias de principios del siglo XX hasta propuestas de la pintura de posguerra, los años 80 y pone especial atención a las tres últimas décadas del siglo XX, lo que la hace muy diferente de otras colecciones públicas y privadas de México.
«Su riqueza y diversidad dan cuenta de la magnitud del fenómeno artístico que caracteriza a cada uno de los países que la integran», en opinión de Rosa María Rodríguez Garza, jefa del Programa Cultural FEMSA, quien recordó que esta es la primera vez que la colección, integrada especialmente por artistas mexicanos, se presenta en España.
El objetivo del programa cultural «es promover el interés por el arte» a través de exposiciones como ésta que con anterioridad ha estado en Argentina, Brasil y Estados Unidos, «y ha sido visitada por más de 300 mil personas».
Rodríguez Garza ha articulado el recorrido en cinco ejes temáticos. En el primero de ellos, «Influencia del cubismo en los pintores de América Latina», queda patente cómo algunos pintores latinoamericanos destacaron de forma muy particular como exponentes y teóricos del cubismo, entre ellos Diego Rivera, el gran innovador en la exploración del color, del que se muestra «El grande de España (El ángel azul)», claro ejemplo de su pintura cubista.
El conocimiento, asimilación y práctica de las vanguardias europeas permitió que los artistas, no sólo en Latinoamérica, desarrollaran una nueva conciencia sobre los usos y alcances sociales del arte.
En «El retrato y el paisaje como testimonios de identidad» se aprecia cómo en estos géneros tradicionales descubrieron una forma distinta para expresar sus realidades latinoamericanas. Ejemplo son Roberto Montenegro, Armando Reverón o Carlos Orozco.
El tercer apartado muestra «La aportación estética de Latinoamérica al arte universal», en la que el muralismo mexicano tiene una especial importancia.
Los murales de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros, no sólo fueron una apuesta visual de una nueva modernidad narrativa y pública, sino que, ante todo, buscaron ser revolucionarios al cuestionar el orden establecido. Junto a obras de éstos se exhibe «Santa Rosa de Lima», de Fernando Botero.
En la «Incorporación del surrealismo en la plástica latinoamericana» se aprecia que artistas como Roberto Matta, Wilfredo Lam, Remedios Varo o Frida Kahlo participaron de forma directa en el movimiento en París o Nueva York, mientras Agustín Lazo, Guillermo Meza, Olga Costa o Alfonso Michel lo conocieron de forma indirecta. El último de los apartados, «Abstracciones e informalismos», muestra cómo estas corrientes tuvieron una importante repercusión en la historia del arte moderno latinoamericano. El constructivismo de Joaquín Torres García o de Francisco Matto se exhiben junto a obras de Carlos Mérida, Oswaldo Guayasamín, Rufino Tamayo o Luis Tomasello.