Xel-Há, lugar donde nace el agua
Bahía de los Caprichos.
Foto: OEM-Informex
Organización Editorial Mexicana
Gabriel Parra
«Un acuario natural, parque acuático, antiguo sitio maya, lugar de aventuras increíbles y más, todo en medio de la selva verde», así describe a Xel-Há, uno de los más famosos expertos de turismo mundial, Chris Robinson, quien coloca al parque entre los diez mejores del mundo al lado de Orlando y Las Vegas. Bueno, Las Vegas y Disney son fantásticos escenarios mecánicos, pero Xel-Há es celestial, un asomo al hogar de Adán y Eva y el jardín del edén primigenio, un lugar en y fuera del planeta y aquí nomás en la Riviera Maya de Quintana Roo.
En este acuario, el más grande del mundo, uno se siente de nuevo una criatura del universo, que es parte y miembro consentido de la creación que disfruta junto con los tornasolados peces que, tanto comen de tu mano, que te rodean en delicados giros. 15 años después de su fundación, ocho millones de personas, mexicanos y extranjeros, han tenido esta experiencia única. Lugar en el que el hombre y la naturaleza por fin se reencuentran, donde el mar y el cielo te envuelven en una burbuja cristalina.
Sólo ahí puedes hacer una caminata por el lecho marino y gozar del gracioso aleteo de las rayas y los brillantes jureles que se reúnen en el encuentro del río con el mar. Los delfines tienen su espacio aparte, en el estanque, donde te reciben como el más cariñoso amigo del hombre en el mar. Al ladito, el nado con manatíes, sumamente apacibles y tiernos, totalmente herbívoros y apasionados por las lechugas.
Practicar el snorkel en Xel-Há garantiza la experiencia única. Este remanso de tranquilidad que es un cuerpo de agua de más de 14 hectáreas, donde se une el sistema de ríos subterráneos más importante del mundo con el mar Caribe. Es un hábitat muy singular, donde coexisten fascinantes especies acuáticas: pargos, rayas, jureles, son los habitantes mayores de esta populosa y colorida población de peces.
En Xel-Há existen también paisajes y lugares muy especiales. Se caracterizan por su ubicación discreta, es una oportunidad para entender mejor la magia de la naturaleza. La «Bahía de los Caprichos», por ejemplo, es un rincón en el cielo. Para llegar ahí hay que sortear primero la seducción de la deliciosa comida que se disfruta en las palapas, cruzar el puente flotante, entrar al «Sendero de la Conciencia». Ahí, una senda medio escondida al margen de la caleta, nos lleva a este singular espacio, es un pequeño refugio para quienes disfrutan al descansar frente a una vista maravillosa de la caleta, o nadar en los recovecos de las formaciones rocosas, donde peces de colores tienen apacibles zonas de distracción.
Este sitio es ideal para parejas que, al compartir un incomparable espacio de la naturaleza, se adentran en una mayor identificación de sí mismas, o para familias poco numerosas que desean disfrutar el sol, el agua y la vegetación, de una manera más íntima. De hacerle un poco a la Robinson Crusoe.
Al recorrer los caminos y leer los mensajes inspiradores puestos a lo largo del camino por muchos pensadores, los visitantes se llevan consigo una nueva conciencia de respeto y conservación por la naturaleza, a favor del planeta tierra y sus habitantes. Ahí la escultura de Martha y David Gerstein se elaboró respetando texturas, formas y colores presentes en la Maravilla Natural. Las inscripciones en cada pieza están numeradas en los sistemas mayas y escritos en español.
«La Senda del Aire» permite al visitante observar la vegetación desde una perspectiva diferente: la de las aves y mamíferos que viven buena parte de su día en las copas de los árboles. A cuatro metros de altura, adviertes mucho mejor la dimensión de los diferentes tipos de vegetación que pueblan la selva y es posible apreciar variadas formas de vida que allí lucen en toda su gloria.
Hay además tres sitios en Xel-Há que tienen un encanto especial, por sus características singulares y la experiencia que ofrecen al disfrutar la naturaleza de una manera diferente. Por ejemplo, el puente flotante une los dos brazos de la caleta y cruzarlo es emocionante. Hay que acomodar el paso y el equilibrio al movimiento ondulante que la plataforma tiene como resultado de la fuerza de las olas. Ese movimiento incesante puede ser muy divertido para los niños y jóvenes que encuentran un momento ideal para el entretenimiento. Una vez que ya has dominado al bamboleo, prácticamente parado sobre agua, puedes dejarte absorber por el mar y maravillarte con la bocana de más de 70 metros que ofrece una vista espléndida del mar Caribe.
Dentro del agua, justo debajo de tus pies, imponentes jureles gustan de desplazarse en búsqueda de peces pequeños que se refugian en el agua más dulce proveniente del río, mientras enormes pelícanos se acercan a observar, buscando también darse un festín.
La oferta del parque natural Xel-Há es una constante invitación al conocimiento, apreciación y valoración de un espacio natural único: un conjunto de caletas, lagunas, cenotes y cuevas que se alimentan del mar, mezclándose con las frescas aguas de manantiales y ríos subterráneos, para convertir a este extraordinario lugar en el acuario natural más bello del mundo.