Siglo XIX: Patrimonio Cultural de Querétaro
José Félix Zavala
La ciudad de Querétaro que por mucho fuera nombrada como la ciudad santa de tierra adentro o la Jerusalén de América y por otros la ciudad maldita, sufrió durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX las más terribles afrentas y vejaciones a su patrimonio cultural, recordemos el informe que rinden los responsables de los templos al gobernador de la Mitra, el Padre Barbosa y le narran las destrucciones de que fueron objeto por parte de las tropas francesas y cuyo documento original se encuentra en el Archivo Diocesano.
También el 13 de Octubre de 1860, el Teniente Coronel Tomás O’Horan y su gente mandó derribar las puertas del Templo de la Congregación, echando mano de cuanta plata y oro encontraron como la balaustrada y escalinata de plata, el sagrario bellamente labrado, las custodias, los cálices, ornamentos, etcétera.
En 1861, con la exclaustración de todos los conventos tanto masculinos como femeninos, fueron saqueados sus 17 conventos y desde luego los archivos y bibliotecas que contenían; cañoneados los templos que ocupaban el espacio que ahora tienen el Jardín Zenea y el Gran Hotel.
Estos templos fueron la Tercera Orden, La Santa Escuela de Cristo, el de los Hermanos de la Cuerda, el del Señor de las Tres Caídas y el de San Benito.
Otra destrucción importante del patrimonio cultural de Querétaro se dio durante el sitio a la ciudad en 1867, cuando fue totalmente arrasada la Alameda y convertidos en cuarteles los templos y conventos y se pidió que la ciudad fuera arrasada hasta sus cimientos, asunto que se pudo evitar.
Ya durante el siglo XX, se repitieron los saqueos de las iglesias y los conventos de este patrimonio casi infinito de la ciudad, lo mismo que de sus cascos de hacienda, destruyendo todo lo que de valor en ellas existía, empezando por las tallas y esculturas de gran fama para Querétaro; el robo del valiosísimo Archivo Franciscano y la quema monumental de los hermosos confesionarios tallados en madera y que se diera un 8 de agosto de 1914 en lo que hoy conocemos por Andador 5 de Mayo.