El rostro de las mujeres mexicas-tlaltelolcas

 «El rostro de la mujer mexica-tlatelolca»

La muestra contiene 60 figurillas que se encontraron como parte de una gran ofrenda asociada a los restos del templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, en Tlatelolco.

Foto: Cortesía

Organización Editorial Mexicana

Manuel Cosme

El Sol de México

Las aztecas en la civilización de Tenochtitlan tuvieron una doble característica: eran seres terrenales, pero también divinos, y ello queda demostrado en la exposición «El rostro de la mujer mexica-tlatelolca», informó Lucía Sánchez de Bustamante, investigadora arqueóloga.

La muestra se presenta en la Zona Arqueológica de Tlatelolco y en el Museo de Tecpan y permanecerá abierta hasta el próximo 30 de abril, en un horario de las nueve de la mañana a las cinco de la tarde.

La investigadora explicó que hasta hace algunas décadas, aspectos como las características físicas y el atuendo de la mujer mexica sólo se conocían por los relatos de cronistas, entre ellos Fray Bernardino de Sahagún; las excavaciones en los vestigios de lo que fuera México-Tenochtitlan y Tlatelolco, en la Ciudad de México, han corroborado tales descripciones.

Ahora, lo anterior se corrobora con cerca de 60 figurillas que se encontraron como parte de una gran ofrenda asociada a los restos del templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, en Tlatelolco, con la que se le pidió a la deidad del viento el cese de la sequía entre 1454 y 1458 después de Cristo.

Al respecto, la investigadora precisó que las representaciones femeninas que ahora se muestran tienen dos connotaciones; por una parte, aluden a diferentes advocaciones de deidades relacionadas con la fertilidad y son portadoras de sus dones, y por otra, son un ejemplo fidedigno de la apariencia que debieron tener las mujeres mexicas o aztecas.

«Hablamos de una cultura (la mexica) netamente agrícola, que obviamente requería de lluvias para la fertilidad de la tierra. De alguna manera esta capacidad de reproducción era representada a través de la mujer y de las diosas», subrayó Sánchez de Bustamante.

Las figurillas que representan a las mujeres mexicas portan atavíos que las diferencian, tales como collares o pectorales, huipiles, quechquémitl (prenda que cubre la parte superior del cuerpo) o enredos con sujetador a manera de cuerda rematada en florones o anchas fajas. También llevan orejeras, pintura facial y tocados muy elaborados, entre los que destaca el tlacoyal o tocado de lana negra.

Las pequeñas representaciones fueron hechas para colocarse verticalmente, ya sea de rodillas, sentadas o paradas; después de su cocción eran pintadas de blanco y se les agregaban detalles en colores azul y negro.

«Es interesante notar que el dato arqueológico coincide con lo descrito por Sahagún en cuanto a los atuendos, la forma de los tocados e inclusive el uso de pintura facial o escarificaciones que tenían las mujeres mexicas. Todo esto lo vemos en las figurillas femeninas halladas en Tlatelolco, incluyendo la nariz aguileña propia de las tenochcas y sus peinados coniformes», concluyó.

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