México: Un Bicentenario y Un Centenario
Querétaro: Un Bicentenario y Un Centenario
En el territorio de Querétaro, San Juan del Río y la Sierra Gorda, la población para 1810 se había dividido en dos posiciones: la oficial y realista que llegó a las Cortes españolas y la insurgente que terminara con el Congreso Constituyente de 1823.
Debe tomarse en cuenta que los rebeldes, criollos y mestizos que se mantuvieron en pie de lucha, como ya lo he repetido, en la Sierra Gorda, llegaron al congreso de Apatzingán en 1814.
Durante la guerra de independencia, la lucha armada que apareció en este lugar fue a manera de guerra de guerrillas y los insurgentes fueron considerados bandoleros y saqueadores pero permanecieron en la lucha hasta el triunfo del Plan de Iguala en 1821.
Al inicio de la insurgencia en la Sierra Gorda, Julián Villagrán estuvo al frente y, al ser fusilado lo sustituyó Juan Olvera, conocido como Juan “El Valiente”, quien tomó la estafeta en 1814, le siguieron Sebastián García y Dionisio Ramírez.
Debe tenerse presente que para 1819, los realistas españoles optan por incendiar las misiones que hoy conocemos pomposamente como “Patrimonio de la Humanidad”, y las tierras cultivadas para quitar el sustento a los rebeldes; como ejemplo tenemos que Jalpan fue quemado y sus habitantes desterrados y la destrucción fue tal que el púlpito de la famosa Misión atribuida a Fray Junípero Serra sirvió de nido a las zorras.
San Juan del Río no permaneció al margen de las inquietudes de los pueblos de la entonces llamada Nueva España y era ya tan seguido el camino de los insurgentes que cuando el General Calleja pasó por San Juan del Río el 4 de Noviembre de 1810, tras derrotar a Hidalgo en Aculco, publicó dos bandos en esa ciudad y entre los decires de estos señala:
“En el término de seis horas, traerán todos a la casa de mi alojamiento, cuantas armas de fuego y blancas, incluso machetes y cuchillos, que existieren en su poder, así como la pólvora y demás municiones de guerra que tuvieren, y el que las ocultare o no delatare a los que las mantuvieran en su poder será castigado como cómplices de la insurrección”.
“Declaro también en nombre del mismo Señor que el que presentase alguna de las cabezas de los principales reos Hidalgo, Allende, los dos hermanos Aldama, y Abasolo, además de seguridad de su persona, será gratificado inmediatamente con la cantidad de diez mil pesos”.
La historia de México se divide en dos historias patrias: una que se alimenta para ser producto diseñado para los escolares que regirán su conducta cuando sean adultos en materia política y la otra para formar el soporte del Estado y la identidad nacional, de tal manera que los héroes funcionan como paradigmas y sus supuestos pensamientos como conductas excelsas, mientras Luis Villoro, disiente de esta posición, sostiene que la historia debe intentar dar la razón de nuestro presente concreto y adecuarla a nuestra acción, teniendo un interés general y uno particular o regional y por eso debe intentarse separar en la historia lo que tiene ciencia de lo que tiene ideología, para que los intereses particulares del historiador no dirijan intencionalmente la selección de los datos, argumentando una interpretación que satisfaga sus intereses personales.
José Félix Zavala
Cuatro de Cuarenta