Capuchinas: Monasterio del Señor San José De Gracia

Capuchinas
Monasterio del Señor San José De Gracia

Mirando al oriente se halla el observantísimo monasterio del Señor San José de Gracia, de religiosas pobres Capuchinas, cuya fundación se hizo por el año de 1721

La fundación del Convento de Capuchinas, se aprobó por cédula Real, del 18 de septiembre de 1717, por el Rey Felipe V y por Bula del Papa Clemente Xl, de fecha del 10 de marzo de 1718. Las monjas procedían del Convento de San Felipe de Jesús, en la ciudad de México, cuyas monjas fundadoras salieron de esa ciudad a Querétaro, el 31 de julio de 1721

“En la calle de Capuchinas, la acera derecha la ocupa en su totalidad, a un costado del convento de Santa Clara y en su término la acera izquierda el Convento de Capuchinas. En la acera que mira al sur o callejón de Santa Clara, se encuentra el Beaterio de Carmelitas Dezcalzas, cuya huerta se junta con la de Capuchinas”.

Este convento fue fundado por el doctor José Torres Vergara, albacea de Juan Caballero y Osio y construido por el famoso arquitecto Mariano de las Casas.

“La fábrica material de este convento esta bien acabado y muy cómodo para la habitación de sus religiosas…”

Las monjas fundadoras de este convento fueron: Sor Marcela de Estrada y Escobedo, Sor Catalina, Sor Nicolasa Gertrudis, Sor Jacinta María, Sor Oliva Cayetano, Sor Josefa María, estas de coro y Sor Petra Francisca, lega…”.

En este convento se observó la llamada “primera regla de Santa Clara”, que es más severa que la otra que existe. Se dedicó su templo-oratorio con dos imponentes funciones, el día 31 de agosto de 1721 y con la toma de hábito de las dos primeras novicias, Sor María Josefa y Sor María Micaela.

El claustro tiene un patio principal, con una hermosa pila de agua limpia, que ministra las demás dependencias del convento y les sirve también para la huerta y el jardín y tres conjuntos de arcadas

“En 1785 José Morquecho, vecino del Real de Bolaños, dijo haber colocado un retablo dedicado a San José, donde estaba esta escultura con el niño Jesús en brazos, sobre peana de plata. Arriba un lienzo de la Guadalupana, en las calles laterales del retablo, seis láminas representando: a la santísima Trinidad, San Rafael, San Juan Evangelista, San Miguel, San Gerónimo y San Sebastián, todas con sus vidrios y cuatro con sus marcos de plata. Remataba el Retablo, la imagen de santa Gertrudis y en el parámetro había espejos con marcos dorados, blandones, arandelas y Jarrillas de plata con ramilletes de flores”.

Al salir del convento de San Felipe de Jesús, las monjas fundadoras, en la ciudad de México, fueron despedidas por el Virrey, Marqués de Valero y por el Arzobispo, Fray José de Lanciego Eguiláz y fueron acompañadas hasta la ciudad de Querétaro y hospedadas en el convento de Santa Clara, por el segundo Marques de la Villa del Villar del Águila, Don Antonio de Urrutia y Arana y su esposa, Josefa Paula Guerrero y Dávila, para en adelante convertirse en sus protectores y benefactores, llegando a Querétaro el 7 de agosto de 1721.

Trasladadas al día siguiente, en forma procesional y solemne del convento de Santa Clara a su claustro.

En el coro bajo, del templo, se veneraban dos imágenes de Jesucristo, una llamada “Ecce Homo”, de hermosura admirable, napolitana y un crucifijo de marfil, de un tercio de alto, fueron traídas de Toledo, al convento de México y luego donados al de Querétaro.

El 11 de julio de 1798 salieron de este convento hacia Salvatierra, religiosas que fundaron en esa ciudad el convento de “la Purísima Concepción y San Francisco de Asís”, del cual tomaron posesión el 13 de julio de ese mismo año. Fueron las fundadoras de ese convento las religiosas Josefa Josefina, María Rosalía y Francisca.

Las monjas de este convento fueron exclaustradas en 1863, siendo la última abadesa, Sor Bernarda Francisca, duraron en este convento 242 años y fueron 133 religiosas.

El órgano del oratorio se estrenó el uno de diciembre de 1800, siendo abadesa sor María Micaela Araujo y síndico del convento, Antonio Jáuregui Villanueva.

Este convento después de la exclaustración sirvió de cuartel al regimiento “Tiradores de Querétaro” y de “Los Rurales del estado”, la huerta fue vendida a la Sra., Loreto Muñoz de Lorea.

La parte que le falta actualmente al convento fue reedificada y adornada por el Señor Francisco R. Gallegos, para casa habitación, quién conservó las piezas que sirvieron de prisión los últimos días a Maximiliano, Miramón y Mejía.

Las piezas, pisos, techos y corredores, que sirvieron de prisión, permanecen aún con la modificación o seccionamiento de esta parte del convento. La pared izquierda del cuarto que ocupaba Maximiliano, durante su prisión en este sitio, es la divisoria de esta pieza y del torreón por donde antiguamente se subía a la espadaña-campanario de la iglesia.

No existía la escalera que ahora se encuentra y cuando salieron a su fusilamiento, pasaron los tres, por la que fue prisión de Miramón, para llegar a la escalera principal del convento y de allí a los carruajes que los condujeron al Cerro de Las Campanas.

Esta parte es ahora el Museo “De La Restauración” y el Convento, con sus tres patios y parte de la huerta, forman “El Museo De La Ciudad”, el templo oratorio, parte integral de este convento, esta al cuidado del clero secular.

Es muy agradable visitar los tres patios que tiene este convento, ahora museo, su fuente, sus diferentes tipos de arcadas, La Pila o Caja de agua, el llamado “Baño de las Monjas”, sus corredores, sus dos escaleras monumentales y el frente del edificio, que abarca: Templo, Convento y la parte que le fue seccionada a este, para casa habitación, ahora es El Museo de la Intervención.

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