Real Convento de Santa Clara

Real Convento de Santa Clara

A principios del siglo XVll, el hijo de Conín, indio muy principal y dueño de las más cuantiosas haciendas de esta jurisdicción, tenía una hija, María Luisa, a quien por su crecida herencia, no sabía que estado darle.

El Fraile franciscano Miguel López, de la provincia de Michoacán, lo persuadió de la fundación de un convento de monjas clarisas donde su hija fuera una de las moradoras.

Diego de Tapia, encargó al mencionado fraile, los trámites ante las debidas autoridades, para obtener la licencia necesaria para erigir el mencionado convento.

Se levantó este monasterio en la esquina de la calle de Cinco Señores y la calle de Rejas, ahora Juárez y Pino Suárez, llegando religiosas para su fundación de los conventos de la ciudad de México, del de Santa Clara y de San Juan de la Penitencia

El 8 de enero de 1606 se otorgaron públicamente las escrituras para la fundación del convento, por parte del hijo de Conín y de su nieta, Diego de Tapia y María Luisa, señalando inicialmente un caudal de 50 mil pesos y las condiciones para su mantenimiento.

Las monjas llegadas para esta fundación fueron: Elvira de Jesús, abadesa; Juana de San José, Vicaria; Mariana de Santa Clara, primera definidora y tornera Mayor; Catalina de los Reyes y Cervantes, Segunda definidora y sacristana; María de San Cristóbal, tercera definidora y maestra de novicias; Ana de la Circuncisión, cuarta definidora y portera; Florencia de los Ángeles, vicaria de coro y pedagoga y Juana de San Miguel, escucha. La Vicaria, la Escucha y la primera novicia María Luisa Tapia, eran del convento de San Juan de la Penitencia y las demás de Santa Clara, dos conventos de la capital.

Salieron de la ciudad de México las monjas el primero de enero de 1607 y fueron despedidas en la Villa de Guadalupe por el Virrey de Fuenclara, en este lugar tomó el hábito María Luisa Tapia del Espíritu Santo, Hija de Diego de Tapia y Nieta de Conín, junto con cuatro capellanas al servicio de la abadesa del futuro convento.

Tomaron posesión de este su primer convento en Querétaro, en enero de 1607 y 27 años después, del grandioso monasterio de cuatro manzanas y un hermoso oratorio, 27 años más tarde, cuando solemnemente fueron acompañadas y sepultados los restos de su benefactor Diego de Tapia, en el presbiterio del lado del evangelio.

El Convento de santa Clara en Querétaro, quedó como un conjunto monacal y ambiente de una pequeña ciudad, solo comparado con el de la Concepción de México, con calles interiores, iluminadas por farolas, pequeñas plazas, celdas de dos niveles, capillas, dando el aspecto de una pequeña villa.

Los límites de este convento fueron las calles de Locutorios, San Antonio, Capuchinas y la calle Real, ahora Madero, Allende, Guerrero e Hidalgo. “Se fundó por orden de Don Diego, indio cacique de Querétaro, quien dotó al convento de toda su hacienda y de por vida para su sustento”.

El templo y los locutorios, eran los únicos espacios abiertos al exterior, contaba con once capillas internas más las particulares de las celdas, compuestas de la habitación de la monja, la de la servidumbre, el refectorio privado, jardín y sala para costura y estudio.

El primer templo que se construyó para este convento fue terminado en 1633 y fue obra del arquitecto Francisco de Chavira, el segundo y actual fue obra del arquitecto José de Bayas Delgado. El templo es de una sola nave en forma de cajón, con puertas laterales y coros alto y bajo, donde participaban las monjas a los oficios religiosos, defendidas en su clausura por rejas dobles y cortinas.

Los lugares comunes para las monjas aparte de los coros del templo, eran: La Sala de Penitencia, La sala Capitular, La enfermería, La Botica, La Ropería y los espacios de los baños o de placeres como se les decía, la huerta y los corrales, además de los almacenes de alimentos y los lugares de preparación de dulces. Existen varios libros de recetas de cocina de este convento.

Existían también un refectorio común para las monjas de más estricta regla, como sala para la enseñanza de niñas, llamadas “niñados”, donde aprendían las labores de casa y de religión.

Del actual templo de santa Clara, terminado el 12 de agosto de 1668 y convertido en sede de la Parroquia del Sagrado Corazón en 1921, los retablos barrocos que tiene son de Francisco Martínez Gudiño, menos el de San Juan Nepomuceno, que es de Pedro de Rojas y fuera Iniciado por Ramos.

El retablo del altar mayor, el primero fue obra de Luis Ramos Franco, después hubo otro de Ramón de Rojas, en 1785 se estrenó otro de Borrego y finalmente el que conocemos, bendecido en 1845. El Convento era dueño de Haciendas, de ganado, molinos, tierras de siembra, casas particulares, que arrendaban además de prestar dinero a rédito.

En el coro bajo de el templo de Santa Clara se encuentra el osario y la Cratícula para recibir la comunión, además una estructura anástila de estilo rococó, de cuatro pilastras y un fanal, todo en mal estado, del lado izquierdo existe una hornacina retablo, donde al fondo en petatillo esta un bien labrado fanal.

En el coro alto hay dos estructuras doradas, el retablo principal es de un solo cuerpo y remate, cuatro pilastras, fanal y entablamiento. Las imágenes de santa Ana, San Joaquín, San Juan Evangelista y La Virgen, en el remate la Trinidad y dos figuras con carácter heroico, el fanal esta ocupado por una hermosa escultura de la Purísima Concepción. Este trabajo es obra de Vicente Jiménez en el siglo XVlll. A lado izquierdo existe una hornacina retablo, con dos pilastras y remate.

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