Templo de Las Teresas en Querétaro

Templo y Convento de «Dulce Nombre de Jesús» Teresitas

Hecho para las Carmelitas Descalzas Reformadas de Santa Teresa de Jesús.
Fundada por Real Cédula el 25 de junio de 1802 gracias a la generosa colaboración de María Antonia Gómez Rodríguez Pedroso y Soria, Marquesa Viuda de Selva Nevada, de Juan Antonio del Castillo y Llata, de José De Escandón y Loreto María de La Canal.

Ideado por Manuel Tolsá, construido por Pedro Ortiz y decorado por Francisco Eduardo Tres Guerras.

Último de los 17 monumentales conventos construidos en la ciudad de Querétaro durante el tiempo de la Colonia española y el único de estilo neoclásico.

Santa María Magdalena, Santa Anna, Santa Felicitas, Santa Perpetua, Santa Inés. Santa Cecilia, Santa Cristina, Santa Justa, Santa Rufina, Santa Leocadia, Santa Eulalia, Santa Marina, Santa Columba, Santa Bárbara, Santa Lucía, Santa Ágata, Santa Eufemia, Santa Fides, Santa Quiteria..
Omnes sanctæ virgines.

Omnes sancti et sanctæ Dei.
Orate pro nobis
Teresitas

Templo del ex Convento de carmelitas descalzas reformadas, llamado:

“El Dulce nombre de Jesús” en la ciudad de Querétaro

La Marquesa Antonia de Selva Nevada renunció el título y al mayorazgo a favor de su hija mayor, entró de criada al Convento de San Jerónimo, en la ciudad de México. Más tarde a instancias de la Madre Bárbara de la Concepción, cedió su caudal, para fundar en la ciudad de Querétaro un convento de religiosas.

Tomó el hábito en el Convento Regina Coelli, haciendo profesión solemne y testando que se repartiese su dinero a los pobres sino llegaba a realizarse el proyectado convento y, después de dos instancias se concedió la licencia de fundación, celebrándose ése suceso, con grandes repiques en los templos de la ciudad, el 22 de octubre de 1802.

Se dispuso un convento provisional para que viniesen prontamente las religiosas; para ello se arrendó una casa en la calle de Posadas, en la que se ordenó provisionalmente un oratorio, portería, locutorios y demás dependencias para la corta comunidad.

El Arzobispo de México Francisco Javier De Lizana y Beaumont se trasladó a esta ciudad de Querétaro para acompañar a la Marquesa de Selva Nevada, quien era ya religiosa de la orden de las Carmelitas Descalzas, llevando ahora el nombre de María Josefa de Santa Teresa.

Se habían nombrado a las cuatro fundadoras: María Bárbara de la Concepción, María Ignacia de San Elías, María Eufrosina de San Juan Bautista y María Clara de San Eliseo, llegando el 22 de abril de 1803 y alojándose en el monumental convento de Santa Clara, para después ser conducidas en procesión solemne hasta su nuevo convento, acompañadas por todas las órdenes religiosas, el clero secular, autoridades y personalidades de la ciudad de Querétaro.

Con las debidas solemnidades y ceremonias quedaron instaladas las monjas en su convento, con la asistencia del Arzobispo, del H. Ayuntamiento y de las Comunidades Religiosas y el Clero junto con la nobleza y el pueblo.

El Convento y el hermoso Oratorio neoclásicos recibieron a las religiosas el 25 de julio de 1805.

El verdadero nombre de este monumental convento y oratorio es el del Santo Nombre de Jesús y, como prueba tenemos que al centro del tímpano que remata el frontispicio y se sostiene por seis monumentales columnas, aparece un medallón con la inscripción del verso tercero del salmo 112:

“A solis hortu usque ad ocassum laudabile nomen Domine”.

El Oratorio y el monumental convento son de tipo neoclásico y de época, que desbancaron al barroco y al churrigueresco a finales del siglo XVlll y a lo largo del siglo XlX.

La grandeza de este convento de “Las Teresas” es, que fue planeado desde el principio en estilo neoclásico.

Los planos para el futuro convento fueron realizados por el arquitecto Manuel Tolsá y enviados a la corte española con una carta del virrey Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte el 20 de noviembre de 1797.

Manuel Tolsá era director de escultura de la Academia de San Carlos, en cuya junta ordinaria del 31 de octubre de 1797, fueron aprobados los planos del proyecto del mencionado convento, con un costo inicial de 57 mil 897 pesos y 7 reales, el costo total de la obra superó los cien mil pesos, excedente que fue pagado por el Coronel Antonio del Castillo y de la Llata y Loreto Ma. Canal de Samaniego.

El proyecto de Manuel Tolsá, realizado sin saber siquiera donde iba a ser edificado nunca se realizó, sino que se contrató al arquitecto Pedro Ortiz, para realizar otro y ejecutarlo, la presencia del arquitecto Eduardo Tres Guerras, fue para la decoración que existe.

Entre ellas los frescos del coro, la pintura de ábside entre los ventanales, el apostolado de la sacristía, entre otras muchas obras más. El templo y convento son una joya del neoclásico.

El día 21 de junio de 1803 se colocó la primera piedra del convento definitivo, con asistencia del Arzobispo de México, Francisco Xavier de Lizana.

El hermosísimo oratorio es una de las joyas arquitectónicas del neoclásico. Su majestuoso pórtico clásico esta formado por seis columnas de tipo jónico, estriadas en todo lo largo, de grandes dimensiones y labradas en cantera gris y con correctos capiteles que sostienen el arquitrabe, friso, cornisa y un frontón, bien moldurado también en estilo jónico.

El muro que forma la fachada interior del pórtico esta moldurado a base de marcos simplistas ciegos y tableros resaltados sin ninguna moldura. El remate es un gran cornisón sustentado en sus salientes por grandes ménsulas que quizá estaban pensadas para soportar una gran balaustrada de remate.

La espadaña es pequeña de estilo neoclásico.

El pórtico da acceso al Oratorio, de hermosas proporciones y con un precioso ábside y un ciprés se da lugar al presbiterio. La nave esta cubierta por tres bóvedas de arista y ábside esférico separadas por arcos de medio punto y pulida cantería, y descansa en una cornisa sostenida por catorce pilastras de estilo jónico. Esta nave contiene retablos y altares laterales de cantera gris labrada que se corresponden simétricamente.

Por toda la bóveda y principalmente en el coro alto pueden admirarse las pinturas de J. Eduardo Tresguerras, representando santos de la Orden Carmelita y hechos de la portentosa vida de San Juan de La Cruz y n la gran sacristía los frescos que se conocen como “El Apostolado”.

Las esculturas más notables son obra de la escuela queretana de escultura donde se incluyen las de Mariano Arce y Mariano Perrusquía, como La Dolorosa.

El Oratorio cuenta con un coro alto en la parte trasera, con enrejado y frescos de el profeta Elías, Santa Teresa de Avila y San Juan de La Cruz, estos dos últimos reformadores de la Orden.

Cerca del Presbiterio por el lado del Evangelio se encuentra otro coro, mejor conocido como “sede abacial” y frente a él, pasando el presbiterio se encuentra la monumental Sacristía; en la parte trasera del ábside que limita el presbiterio existe un corredor que da lugar al osario donde las religiosas eran enterradas.

Al centro del presbiterio encontraremos al neoclásico ciprés, en cantera gris y que da lugar al nicho que guarda el hermoso Cristo de Santa Teresa y ahora también el Sagrario bellamente decorado.

Al Centro del presbiterio y debido a las reformas del Concilio Vaticano 11 se encuentra el altar de mármol de Vizarrón, Querétaro y bajo de él un nicho con la escultura de San Mansueto, obra de Enrique Mosqueda y en su interior se encuentran los restos del santo.

Estas reliquias, junto con las de los santos mártires, San Severo, San Máximo, que se encuentran en las criptas de los Felipenses en su Oratorio, ahora Catedral del Obispado de Querétaro y la de San Simplicio, fueron traídas de la ciudad de Roma por el Canónigo J. Jesús Ma. Barbosa y San Mansueto fue colocado en Teresitas el 18 de febrero de 1892.

Se sabe que los planos de este Oratorio y del monumental convento fueron realizados por Manuel Tolsá, quién los mandó para aprobación al Consejo de Indias, siendo Virrey El Marqués de Branciforte. Aprobados, intervinieron en su realización Ortíz De Castro, quien concluyó la obra modificando el original, y decorando el coro abacial, el coro alto, la nave y la sacristía en 1806 el arquitecto celayense J. Eduardo Tresguerras.

La imagen Del Señor de los Trabajos, cuyo culto se encuentra documentado desde 1685, fue trasladada al convento de Teresitas en 1804 y regresada posteriormente al templo del Carmen.

El Obispo de Querétaro, Don Rafael S. Camacho, adelantándose el “motu propio de los Papas: San Pío X”, de Pio X11 y de Paulo V1, creó en este recinto “La Escuela de Música Sacra” un 18 de febrero de 1892 y cuyo orfeón tuvo su primer éxito en la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, el 12 de octubre de 1895 y da nacimiento con los músicos J. Guadalupe Velázquez y Agustín González al “Conservatorio de Música” ya centenario y proveedor de grandes músicos

El 25 de junio de 1802 se expidió la cédula real para la fundación de dicho convento, iniciándose provisionalmente en una casa rentada en la calle de Posadas, junto al Mesón de San Antonio, las gestiones habían comenzado desde 1797…

Además de la marquesa de Selva Nevada, entonces llamada sor Antonia De Los Dolores y posteriormente, Sor María Josefa de Santa Teresa, vinieron como fundadoras además de la marquesa, las carmelitas Sor María Bárbara de la Concepción, Sor María Ignacia de San Elías, María Eufrosina de San Juan Bautista y Sor María Clara de San Eliseo.

La celebración de la noticia del nuevo convento se celebró en Querétaro el 22 de octubre de 1802, con repiques de campanas y el 22 de abril de 1803 llegaron a Querétaro estas monjas fundadoras de “Teresitas”, alojándose en el Convento de Santa Clara y después llevadas solemnemente a su convento provisional por el clero secular y regular, además la población entera.

El pórtico de entrada al templo esta formado por seis columnas estriadas jónicas, labradas en cantera y con capiteles que sostienen el arquitrabe, friso, cornisa, y un frontón moldurado, el muro que forma la fachada interior de este templo esta realizada con marcos ciegos simplistas, más tableros.

El altar mayor tiene un inmejorable ábside y un hermoso ciprés, el cuerpo del templo tiene tres bóvedas de arista y ábside esférico separadas por arcos de medio punto y una cornisa sostenida por catorce pilastras jónicas.

El convento es sobrio, con su entrada, portería, torno y locutorio, que da entrada a un patio de cuatro corredores con arcos de medio punto y fuente al centro y a través de un amplio pasillo se llega al segundo patio, los corredores de este patio están formados por arcos de medio punto y sólidas pilastras.

Tenía una amplia huerta con bardas muy altas y en ella la ermita, construida en octubre de 1812. Este convento funcionó solo 54 años y después de la exclaustración siguió el fin de todas las obras religiosas en México, vino su gran deterioro.

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