La Plaza de la Conchita
ÁNGELES GONZÁLEZ GAMIO
Con frecuencia hablamos de Coyoacán y nunca se acaba el tema por la multitud de riquezas que guarda, que requieren muchas crónicas. Hoy vamos a referirnos a la Plaza de la Concepción, afectuosamente llamada La Conchita y su primorosa capilla, que resulta que tiene una enorme importancia histórica.
Hernán Cortés llegó a Coyoacán en agosto de 1521 y entre sus primeras acciones mandó levantar una sencilla capilla, en donde se pudiera celebrar misa. Los indicios históricos apuntan a que fue precisamente en este lugar, siendo así el sitio en donde se llevó a cabo la primera misa en el territorio que habría de ser el corazón de la Nueva España. Esta primitiva construcción fue reconstruida varias veces, la última en el siglo XVIII, que es la que hoy vemos. Ya en apogeo del estilo barroco, se ornamentó la fachada con elaborados motivos de argamasa, llamados ajaracas. Luce dos esbeltas torres estriadas y en el interior conserva retablos barrocos.
Fue aquí en donde Cortés instaló sus primeras casas junto con las del ambicioso y sanguinario Pedro de Alvarado, posteriormente el causante, en México- Tenochtitlán, de la matanza del Templo Mayor, que finalmente llevó a la no bien aclarada muerte de Moctezuma y a la famosa derrota de los españoles, que pasó a la historia como La noche triste, que visto desde la perspectiva de los mexicas fue la noche feliz.
La Plaza de la Conchita estaba muy cerca de algunos de los manantiales que ayudaban a surtir de agua la ciudad tenochca. Los tepanecas, que habían señoreado la región que ahora llamamos Coyoacán, terminaron siendo súbditos de los mexicas. Sin embargo, parece que la sujeción no era total; la leyenda cuenta que el hueitlatoani Ahuizótl les ordenó desviar caudales para proporcionar más agua a la floreciente Tenochtitlán. El gobernante local, Tzutzuma, se rehusó, argumentando que ese cuantioso volumen anegaría la ciudad. Ahuizótl, indignado por la desobediencia, lo mandó matar. La orden se cumplió y la aseveración del tepaneca también: México-Tenochtitlán se inundó y ello causó un accidente que le costó la vida al gran tlatoani mexica.
La fiesta de la Purísima Concepción se celebra en la Conchita cada 8 de diciembre, desde el siglo XVIII y es una de las más lucidas de la villa coyoacanense. La orden franciscana es la responsable de celebrar la solemne misa a las 12 del día. La plaza se llena de puestos con una variedad de antojitos que incluyen los clásicos tamales, pambazos, tostadas y los imprescindibles buñuelos crujientes, que se bañan con la exquisita miel de piloncillo.
A unos pasos de la linda plaza, sobre la calle de Fernández Leal, hay una construcción rodeada de jardines llamada Hacienda de Cortés, donde se sostiene que aquí estuvieron las caballerizas del conquistador. Ahora es un restaurante y “bazar” que se ve que tuvo mejores épocas.
Una grata sorpresa que nos descubrió la cronista del arte funerario, Margarita Martínez, fue la Casa Chiapas, situada a unos pasos de la Conchita, en la calle Gómez Farías número 8. El lugar tiene como misión “impulsar el desarrollo de las actividades artesanales y productos regionales de Chiapas, mediante el fomento a la producción, el acopio, la promoción y distribución en los mercados nacionales e internacionales”. Entre otras cosas han creado la Marca Chiapas y estas tiendas que hay en distintos puntos del país y en McAllen, Texas.
Aquí se pueden comprar muchas de las maravillosas artesanías de esa entidad, integrada por muchas etnias que han conservado su identidad cultural que se refleja entre otras cosas en su lengua y atuendos, notables por su belleza y colorido. Hay rebozos, lacas de Chiapa de Corzo, juguetería, cerámica, huipiles, los increíbles textiles de Zinacantán, que son verdaderos jardines, el ámbar de Simojovel, de los más bellos del mundo, aquí convertido en bella joyería, un aromático café orgánico y mucho más, pero mejor dense una vuelta, vale la pena.
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