Leer es un placer

Leer es un placer: Ericka

Voy a la iglesia a leer porque siempre está vacía.

Mi pasión: hojear los libros viejos y olerlos; no hago “préstamos.

Mujercitas de Louisa May Alcott fue probablemente el libro más importante de la infancia de Ericka Ruiz, quien actualmente estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, ya que consiguió convertir la lectura en un vicio.

Ahora tiene en su habitación alrededor de 600 libros, los cuales están registrados de manera alfabética en su computadora, por lo que es muy fácil saber si falta uno de sus tesoros, porque no le gusta prestar un libro a menos que tenga la certeza de que se lo regresaran en una fecha exacta.

“Leía desde que estaba en la primaria los cuentos que me regalaban mis tíos, pero tenía uno en especial que me obsequió una maestra, era el de Mujercitas y me dio mucha flojera leerlo, luego otra tía me lo volvió a regalar, entonces dije algún día lo voy a leer, pero después mi mejor amiga me regaló el mismo libro, así que pensé lo tengo que leer, no tenía de otra”.

“Lo leí y lloré mucho, así fue como empezó mi afición y comencé a interesarme por los libros. Mis primeras lecturas fueron novelas de Gustavo Sainz, posteriormente cambie las historias lindas por la filosofía; de Friedrich Nietzsche tengo varios libros y siempre busco la mejor editorial, la mejor traducción y de preferencia las primeras ediciones.”

Ericka, quien los fines de semana trabaja en la librería de viejo “El Laberinto”, asegura que las mejores traducciones del autor de Así habló Zaratrustra, son las de Andrés Sánchez Pascual. La lectora también siempre se fija en la fecha de impresión porque le gusta la edición más antigua.
“No me gustan las ediciones nuevas, prefiero los libros viejos aunque tengan algunas hojas sueltas. Me gusta hojear el libro y olerlo.”

“En total tengo como 600 libros en mi cuarto; ya no cabe uno más, hasta tengo una torre de títulos en una silla. Todos están ordenados y en mi computadora tengo mi propio catálogo por apellido del autor y sé que tengo tres de Zaratrustra”.

“No presto libros a menos que sea a mi mejor amigo, que sé dónde vive y cuánto tiempo lo va tener. Prefiero regalarlos cuando me dicen qué libro necesitan.”

Ericka visita con frecuencia las bibliotecas, sobre todo las de la universidad, pero cuando el libro que necesita para sus estudios sobrepasa su presupuesto tiene que fotocopiar el texto.
“Generalmente debo fotocopiar los libros, porque no me gusta sacarlos de la biblioteca para rayarlos. Me molesta que los rayen. Si encuentro uno que haya sido rayado lo borró y después sacó copias”.

“Disfruto ir a las bibliotecas porque desafortunadamente la economía no da para comprar todo lo que necesito en la universidad, así que tengo muchas fotocopias. En la escuela también te enseñan a hacer eso si no tienes dinero.”

Como buena lectora, Ericka dedica bastante tiempo a los libros, claro que en algunas ocasiones se demora en la lectura dependiendo del número de páginas.

“A veces digo Dios mío, me costó tantísimo el libro y sólo me duró dos días el placer de leerlo. Tengo que volver a leerlo. Son muchos los que he releído y como tengo mala memoria, me acuerdo de la historia pero no del final, así que constantemente releo algunos títulos”.

Mientras recorre los pasillos de la librería ubicada en Donceles, Ericka confiesa que va a la iglesia a leer porque siempre está vacía.

“Ahí es donde más me gusta leer, además tengo una muy cerca de mi casa. Todos los días voy porque todos los días tengo que leer. También me gusta leer en el transporte público, en la biblioteca y cuando llego a la casa”.

Fabiola Palapa

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