El sur de La Sierra Gorda

El Sur de la Sierra Gorda:

Ranas y Toluquilla

Las investigaciones de los últimos años en los asentamientos prehispánicos de Ranas y Toluqilla, localizados al sur de la Sierra Gorda de Querétaro, han permitido precisar daros sobre la cronología y traza urbana de estos sitios, así como sobre la manera en que subsistieron sus habitantes.

Las zonas arqueológicas de Ranas y Toluquilla, situadas al norte del estado de Querétaro y al sur de la Sierra Gorda, se encuentran en un ambiente boscoso, en un nicho ecológico que va del noreste al sureste de la sierra. Este nicho cuenta con grandes elevaciones de más de 3000msnm que sirven de barrera o parteaguas para los vientos que vienen del Golfo de México, lo cual hace que pr4edomine la neblina y el desarrollo de bosques de coníferas y encinares.

Este ambiente se encuentra rodeado al oriente, poniente y sur por lomas bajas que experimentan el efecto de sombra de lluvia, ya que el agua cae en las altas montañas, de forma que llueve poco y se genera un sistema de semidesierto, con vegetación de cactáceas y matorrales bajos espinoso.

La mayor parte de la sierra está compuesta por rocas calizas con fallas geológicas que permiten la acumulación de minerales como mercurio, plomo, zinc, plata oro y pequeñas cantidades de cobre y arsénico. En la época prehispánica se aprovecharon los óxidos de hierro, que se presentan como tierra roja, conocida como almagre, y el sulfuro rojo de mercurio, conocido localmente como granate o cinabrio. Estos productos usados como pigmentos en la antigüedad, se localizaron en las minas de explotación subterránea y de cielo abierto.

Antecedentes

Los primeros reportes de ocupación humana tuvieron lugar en el siglo XIX cuando la sierra fue visitada por ingenieros que buscando vetas dieron cuenta de la existencia de restos arqueológicos, incluidos los de Ranas y Toluquilla. En todas estas menciones se describen estos sitios como fortalezas militares y se les compara con las de las sociedades del Clásico. Hasta la década de 1930, el arqueólogo Eduardo Noguera visita estos sitios para efectuar una inspección y corroborar las apreciaciones de los ingenieros, y desmiente su interpretación al no ver los torreones, atalayas y fortines. Noguera defiende la región como un estadio intermedio entre las culturas del Pánuco y el Altiplano Central, y señala una semejanza con Teotihuacan, Tula y Pánuco.

Luego del descubrimiento de algunas piezas dentro de una mina al norte de la sierra, en 1969 se efectúa un rescate arqueológico, el cual da como resultado las primeras fechas de radiocarbono en la región, que van de 1 a 550 d. C., y la localización de objetos asociados a la explotación minera. Años más tarde comenzó el primer proyecto arqueológico en la zona, encabezado por la arqueóloga Margarita Velasco, que incluye cinco temporadas de trabajo en Ranas y una en Toluquilla, realizadas entre 1975 y 1987. Como parte del proyecto se llevó a cabo un recorrido sistemático para localizar asentamientos situados alrededor de Ranas y Toluquilla, y el arqueólogo Alberto Herrera recorrió una parte del macizo conocido como El Doctor.

Los autores del presente artículo hemos realizado trabajos en la zona: Elizabeth Mejía desarrolla desde 1996 y hasta la fecha el Proyecto de Investigación Toluquilla, y en Ranas, Alberto Herrera ha efectuado trabajos de mantenimiento menor durante los últimos 10 años.

Recapitulación

Muchos de los materiales conocidos de la Sierra Gorda proceden de hallazgos accidentales, de labores mineras y de saqueo, sin el respaldo de un trabajo de investigación. De esta manera, con el poco avance en los estudios, los especialistas han visto vínculos entre la Sierra Gorda y Tajín y la Huasteca.

A lo largo de los años, los arqueólogos han enfatizado la relación de Ranas y Toluquilla con Tula y Teotihuacan. Con los materiales mostrados por Noguera en los treinta y con las fechas obtenidas en 1969 por el ingeniero Langenscheidt se hace notar una reminiscencia teotihuacana. Todo ello habla de una ocupación regional que va de 1 a 1200 d. C.

Los restos óseos encontrados en Ranas corresponden al Clásico Tardío y muestran deformación craneal intencional, lo cual relaciona a la población del sitio con las de los lugares de la Huasteca y la costa del Golfo. En cuanto a la filiación de la población, la arqueóloga Velasco propone que se trató de un desarrollo local que se llama “cultura serrana”, la cual predominó en Ranas y Toluquilla desde 600 hasta 1200 d. C. Asimismo, considera que Toluquilla fue sucesora de Ranas, que se construyó después y que nunca se concluyó, como lo indica un sector del sitio que no posee construcciones.

En sus descripciones, la arqueóloga Velasco enfatiza un pequeño conjunto construido en laderas, antes de la entrada, que servía como punto de vigilancia. El de Toluquilla se conoce como la Ciudad Chiquita y la de Ranas como La Paleta, situado en un paraje de trincheras.
También propone que la actividad básica de subsistencia fue la agricultura y que la minería se desarrolló en forma secundaria. Esto se opone a la propuesta de Alberto Herrera, que la ve como una actividad especializada de tiempo completo, coordinada desde estas dos ciudades, y que también propone que Ranas y Toluquilla fueron construidas sobre elevaciones que dominan visualmente el paisaje pero que no representan la cima más alta de la región. Ambas dominan las rutas de acceso a la sierra; mientras que Ranas tiene sólo un sector que gira en torno al juego de pelota, en Toluquilla toda la ciudad se distribuye alrededor de él.

Últimos Trabajos

Tomando en cuenta los resultados del proyecto de investigación interdisciplinario en Toluquilla y el programa de mantenimiento de Ranas, ambos realizados en los últimos 13 años, hoy podemos puntualizar algunas propuestas, considerando los nuevos datos hallados.

Cronología

Un objetivo fundamental del Proyecto Toluquilla fue conocer la secuencia de ocupación en el sitio y su fechamiento, para lo que fue necesario excavar las últimas construcciones. Los resultados en Toluquilla arrojaron seis momentos de construcción, lo que aunado a 36 fechas de radiocarbono e hidratación de obsidiana con que hoy contamos demuestra que los primeros habitantes del sitio de Toluquilla pertenecen a 300 a. C.; mucho antes de la fecha que se había propuesto que era el 600 d. D.; los últimos entierros ocurrieron en el 1400 d.C. lo cual indica que el sitio fue abandonado después de esta fecha.

Analizando podemos proponer que Toluquilla tuvo dos grandes momentos que se diferencian por el estilo y los materiales empleados en cada uno. La primera época comienza en el 300 a.C. y llega hasta el 600 d.C.; para este momento comienza a configurarse la ciudad que hoy conocemos, con un templo de planta circular en el espacio que hoy ocupa el remate del primer juego de pelota.

La segunda etapa es la más intensa desde el punto de vista constructivo y va del 600 al 1400 d.C.; por esa época la ciudad toma la forma definitiva que hoy tiene y se construye al menos el segundo juego de pelota, el único fechado.

En Ranas podemos observar por lo menos tres momentos constructivos, aunque no ha sido posible fecharlos y relacionarlos con otros espacios del sitio y con Toluquilla.

En Ranas no podemos asegurar cuanto duró la ocupación ni establecer una secuencia de construcción tan detallada como en Toluquilla.

Los vestigios de Ranas fueron sujetos a una continua extracción de piedra a mitad del siglo XX, esto causó el deterioro de la ciudad prehispánica y aceleró el proceso de derrumbe.

Las excavaciones realizadas en los ochentas nos dan una imagen parcial, donde se ven las dos lomas donde se asentó la ciudad y que fueron moldeados por medio de muros de contención para obtener superficies niveladas útiles para construir. Se está haciendo cuidadosamente un levantamiento topográfico y arquitectónico.

Toluquilla alejada, en el aislamiento y el olvido, fue poco saqueada, por lo cual la ciudad se encuentra en excelente estado de conservación. La ciudad mostró que tenía tres ejes de circulación, una planeación de la orientación de los edificios para que quedaran fuera de las corrientes del viento del norte y protegidos los patios, un sistema de drenaje que nos indica una traza planificada por lo menos desde el 500 d.C. hasta su abandono.

En los restos óseos hallados se encontraron los de animales de la sierra como el venado, conejo, liebre y armadillo que usaron como alimento, lo mismo que los peces del Río Moctezuma.

Conclusiones

Margarita Velasco afirma que la Sierra Gorda tuvo un desarrollo propio y se confirma con la cerámica fabricada con barro de la región durante toda la vida de la zona; también se encuentran vestigios de la región de Río Verde, del Tajín y Tula, lo cual indica su relación con la zona de la Sierra Gorda y el resto de Mesoamérica; destacan las conchas y caracoles de las costas del pacífico, objetos de obsidiana procedentes de yacimientos de Michoacán e Hidalgo.

El cinabrio localizado en las minas de Ranas y Toluquilla encuentra similitudes mineralógicas y químicas teotihuacanas, pero todavía no se puede concluir una fuerte presencia de Teotihuacan en la región.

Elizabeth Mejía Pérez Campos, Alberto Herrera Muñoz