Baudelaire y Las flores del mal
Releer Las flores del mal conlleva en primer lugar, para una sensibilidad contemporánea, la constante pregunta de cómo es posible que se incoara un juicio a este libro, «por un realismo crudo que hiere el sentimiento del pudor» y que «necesariamente conduce a la excitación de los sentidos».
La vida de Las flores del mal comienza de manera titubeante.
El 25 de junio de 1857, los cien poemas originales de la colección aparecen por primera vez como libro.
Se trata de cincuenta y dos poemas inéditos y cuarenta y ocho publicados anteriormente en revistas diversas.
Sólo algunos meses después del proceso contra Madame Bovary, Baudelaire tiene que enfrentarse a un juzgado.
A diferencia del novelista Flaubert, el poeta y su libro salen mal del asunto: multado aquél, mutilado éste.
Seis poemas tienen que retirarse de la edición original, otros siete evitaron el mismo destino gracias a las sutiles estrategias del abogado de Baudelaire.
Los trece textos habían sido acusados de blasfemia (cuatro) y por atentar contra la moral pública francesa (nueve).
En 1861 se publica lo que podría llamarse la versión definitiva de Las flores del mal, aunque sin los seis poemas sentenciados e incluyendo otros textos editados, es decir, censurados.
El poemario, hoy día el icono de la modernidad, lectura obligatoria en las preparatorias europeas y parte esencial de la erudición burguesa, nace como libro non grato.
Victor Hugo, a pocos meses de la primera publicación, manda una carta entusiasta a Baudelaire, en la que da la bienvenida al gran mundo literario a Las flores del mal, les predice, sentado a su cuna, la inmortalidad.
Felicita a su joven compañero de pluma por haber sido condenado por la justicia de Napoleón lll.
En 1857, Hugo es el dios literario de Francia y Europa: un autor incómodo a veces, exiliado a raíz de sus posiciones políticas inconformes, pero aceptado y bien ubicado dentro de una estética romántica que había empezado a caducar sin que sus representantes franceses se dieran cuenta.
çEl 13 de julio, todavía antes del proceso, Flaubert había mandado otra felicitación a Baudelaire: «Usted ha encontrado la manera de rejuvenecer el romanticismo. Lo que me gusta sobre todo en su libro es el predominio del Arte. Usted resiste como el mármol y penetra como la niebla de Inglaterra.»