Dios y la Laicicidad


El Papa aboga por un nuevo encuentro entre fe y laicidad
Benedicto XVI ha asegurado este sábado a los periodistas presentes en el avión que le llevaba de Roma a Santiago de Compostela que con este viaje y con su pontificado busca un nuevo encuentro entre fe y laicidad. Este es también el motivo, aseguró, por el que acaba de crear en la Santa Sede el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, porque la fe «debe renovarse para ser la fe de hoy y para responder al desafío de la laicidad».

«En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema», añadió, recordando sus viajes a Francia, República Checa y Reino Unido, «donde por está presente el mismo desafío, «y esto vale también de manera fuerte para España».

El Papa en su pontificado se ha convertido en defensor de una «laicidad positiva», en la que el Estado no ve en las confesiones religiosas a un enemigo, por eso no se identifica únicamente con una de ellas, sino más bien valora la contribución positiva que éstas ofrecen para la vida de las personas.

«En España ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como lo vimos precisamente en los años treinta, y esta disputa, más aún, este enfrentamiento entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza hoy nuevamente», constató.

Por este motivo abogó por «el futuro de la fe y del encuentro –¡no el desencuentro!, sino encuentro– entre fe y laicidad».

Pueden leerse las respuestas del Papa a las preguntas de los periodistas en la sección de documentos de la página web de ZENIT.


La importancia de peregrinar

En Santiago, que constituye una de las metas principales de peregrinación del mundo entero, Benedicto XVI quiso recordar que “peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia”.

“Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí donde Él se ha manifestado, allí donde la gracia divina se ha mostrado con particular esplendor y ha producido abundantes frutos de conversión y santidad entre los creyentes”, subrayó.

“En este Año Santo Compostelano, como Sucesor de Pedro, he querido yo también peregrinar a la Casa del Señor Santiago, que se apresta a celebrar el ochocientos aniversario de su consagración, para confirmar vuestra fe y avivar vuestra esperanza, y para confiar a la intercesión del Apóstol vuestros anhelos, fatigas y trabajos por el Evangelio”.

El Papa concluyó su discurso agradeciendo “a los católicos españoles la generosidad con que sostienen tantas instituciones de caridad y de promoción humana”.

“No dejéis de mantener esas obras, que benefician a toda la sociedad, y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica, así como con ocasión de las graves calamidades naturales que han afectado a varios países”.

Llamamiento a la esperanza

En su saludo al Papa, monseñor Julián Barrio Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela, expresó su alegría por el hecho de “que el sucesor de Pedro venga a venerar la tumba del protomártir entre los Apóstoles, orando aquí por toda la Iglesia”.

El prelado agradeció al Pontífice por “la finura espiritual, hondura intelectual y firmeza evangélica con que está guiando la barca de Pedro”.

“En su persona el Señor nos ha dado el don del “humilde trabajador en su viña”, dispuesto día a día a beber su cáliz, gastando y desgastando la vida por la conversión, purificación y santificación de los hijos de la Iglesia”.

Quiso reconocer especialmente la importancia de dos de los documentos del Papa, su reciente Carta a los seminaristas y su encíclica Spe Salvi.

“El Año Santo Compostelano que estamos celebrando es una llamada a la esperanza cristiana”, ha ricordato, sottolineando che “Santiago es el referente de la esperanza que da sentido, vigor e impulso a la fe, proyectándola día a día hacia su meta definitiva”.

“Como Papa peregrino a Santiago llega hoy a nosotros trayendo la bandera del principio de la esperanza.”, ha concluso monsignor Barrio.


Miles de personas acompañaron hoy al Papa Benedicto XVI durante toda su estancia en Santiago, desde que el avión papal tomó tierra en el aeropuerto de Lavacolla hasta su despedida en el momento de partir, después de la Misa, hacia Barcelona.

El Papa llegó hoy a un Santiago envuelto en una niebla cerrada, que no impidió a miles de personas llegadas desde toda España acompañarle en todos los momentos de su breve visita a la Tumba del Apóstol.

De hecho, según fuentes locales, ZENIT pudo confirmar que la ciudad compostelana ya estaba literalmente “tomada” desde la tarde-noche del día anterior por grupos llegados de toda Galicia e incluso de lugares más alejados.

Muchos grupos tuvieron que pernoctar al aire libre, en plazas y espacios públicos, por falta de espacio, siempre con el miedo a la lluvia, pues Santiago es la ciudad con mayor índice pluviométrico de España.

El acceso rodado a la capital se hizo difícil ya por la tarde. Por la noche, en varias parroquias se celebraron vigilias de oración por el Papa. La diócesis había convocado para el viernes un día de ayuno, en preparación de la visita.

Según explicó a ZENIT el padre Javier Mira, que trabaja en la archidiócesis de Santiago, el ambiente durante toda la visita ha sido de “gran alegría”. Destacaba la presencia de personas procedentes de Cataluña, que acompañarán al Papa también mañana en Barcelona, para lo que tendrán que viajar toda la noche más de mil kilómetros.

“Gran parte de los peregrinos han sido familias con sus niños, muchos niños, que han tenido que hacer un buen recorrido a pie para entrar en la ciudad”, explicó. “Incluso había gente que se te acercaba en la calle y te pedía confesarse allí mismo”.

Aeropuerto

Esta mañana, una niebla fría y cerrada acogió al Papa Benedicto XVI a su llegada a Santiago de Compostela, hasta el punto de impedir la visibilidad en algunos puntos del recorrido papal.

A pesar de ello, y ya desde el acceso a la terminal del aeropuerto, centenares de personas esperaba el paso de la comitiva papal desde primeras horas de la mañana.

El avión del Papa llegó a Santiago con unos minutos de adelanto sobre el horario previsto. Dentro del recinto les esperaban, además de las autoridades civiles, militares y religiosas, cerca de un centenar de familias con sus hijos, que no dejaron de aclamarle desde que pisó tierra.

De hecho, después de la ceremonia de bienvenida, el Papa tomó en brazos y besó a dos niños pequeños, los benjamines de dos de las familias presentes, muy numerosas (8 y 9 hijos cada una).

Otro de los detalles de la ceremonia fue el hecho de que, después del coloquio privado con los Príncipes de Asturias, el Papa mantuviese, en la sala de autoridades del aeropuerto, un breve encuentro no previsto en el protocolo, con Alfredo Pérez Rubalcaba, vice primer ministro del Gobierno español, en representación del presidente Zapatero.

Los once kilómetros que separan el aeropuerto de la ciudad los recorrió el Papa en coche panorámico, acompañado de su secretario, monseñor Georg Gaenswein, y del arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio.

Hubo gente vitoreando al Papa desde la salida misma del aeropuerto, y apostada en varios tramos de la carretera, exceptuando las zonas boscosas o de difícil acceso. La presencia de la multitud se hizo patente en los dos últimos kilómetros, prácticamente ya en casco urbano, y especialmente en la Puerta do Caminho.

De hecho, como informó ZENIT en su servicio del pasado jueves, la organización del viaje había previsto la división en sectores de los últimos tramos del recorrido, para que, según la “consigna” de este viaje, “todos puedan ver al Papa”.

Había sectores reservados a peregrinos procedentes del resto de España y Portugal, otros reservados a los procedentes de Galicia, y los últimos cercanos a la catedral, reservados a las parroquias de Santiago.

Los peregrinos acompañaron al Papa con banderas vaticanas y globos de colores, gaitas, e incluso en cierto momento el coche papal recibió una lluvia de claveles rojos y blancos.

En la catedral

El Papa llegó a la Puerta de la Azabachería a las 12:30, donde fue recibido por el Deán y el Cabildo entre los vivas de la gente. Nada más entrar en el templo le aguardaban los obispos españoles que no pudieron acompañarle en el aeropuerto.

Benedicto XVI recorrió a pie el interior de la catedral, donde le esperaban sobre todo niños, ancianos y enfermos, junto con personas consagradas y sacerdotes.

Tras detenerse unos momentos a rezar ante el Santísimo, el Pontífice se dirigió hacia el Pórtico de la Gloria, desde donde saludó a los miles de fieles que le esperaban en la Plaza del Obradoiro. Allí el Deán, José Mª Diez, le explicó el significado de las representaciones de este Pórtico, una de las joyas del arte medieval.

Seguidamente, el Papa volvió a entrar en el templo y salió por una de las puertas del ábside, la Puerta Real, desde donde recorrió a pie los pocos metros de la plaza de Quintana que separan de la Puerta Santa.

En ese momento, dos mujeres se le acercaron para revestirle con una esclavina oscura con la cruz de Santiago y la concha, el típico hábito del peregrino compostelano.

Entrado de nuevo, el Papa se dirigió al sepulcro del Apóstol, en la cripta, tras lo cual subió a dar el tradicional abrazo al busto del Apóstol.

Al final de la ceremonia, tras su discurso, el propio Papa encendió el Botafumeiro, el enorme incensario que se mece sobre los fieles cada año santo, a los acordes del himno a Santiago.

Por Inma Álvarez

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