Salvador Alcocer / 80 años / La última luz
Una veintena de amigos del poeta Salvador Alcocer (29 de noviembre de 1930), más otra veintena de internos y enfermeras, celebramos el sábado en el asilo La Luz al Ocaso los 80 años de Chava. Música, poemas, conversación, risas, amistad. Canciones de aquellos tiempos: “Amorcito corazón”, “La rielera”, “Adiós Mamá Carlota”, “Mambrú se fue a la guerra”, corridos revolucionarios… y canciones de autor. Vicente y Fabiola, David Haro y su compañera, Julio César El Diablo, Blas Terán, Tlaloc y Eva, Fernando Tapia y su acompañante, Elsa y Ángeles, José Manuel, Tadeus, Luis Alberto Arellano… unos jóvenes muralistas y el palabrero y otros colados. (Y las ausencias por falta de coordinación motriz). Melancolía:
–La lluvia está cayendo, la lluvia niña, la lluvia de colores.
Y tomó la palabra el viejo y las esdrújulas le dieron vuelo.
Leyó varios de sus poemas y se echó varios rollos sin hacer grilla. Especialmente me gustó “La reunión”. Y remató:
–La boca es un órgano que algunos degenerados usan para comer. Los teóricos de la academia estudian su propia ignorancia. Algunas jóvenes me han dicho, me gustan mucho sus poemas pero no les entiendo nada. Yo no sé si son buenos o malos mis poemas, pero con ellos aprendí a pensar. Y para llegar aquí, tardé 80 años en cruzar la calle.
Alguien dijo:
–Esa es palabra de Hombre. Demos gracias al Salvador.
Ni santo ni asesino, simplemente poeta, el viejo.
Aparte de la sabrosa comida mexicana y la buena conversación y el tributo a la amistad, ¿saben qué fue lo mejor? La diablura que hizo el joven muralista Fernando Ortiz: en la pared de enfrente a la entrada de la habitación de Chava, pintó con verdadera cachondería una muchacha enseñando las piernas y la pantaletita. Estoy seguro que será la comidilla de la semana entre los viejitos, las enfermeras y las autoridades del asilo La Luz al Ocaso.
Colofón, palabras de Juan Antonio Isla Estrada, ex secretario de Educación y Cultura y Bienestar Social en tiempos de Palacios Alcocer y actual jefe de asesores de José Calzada, a propósito de Salvador Alcocer:
–Me encantaría saludar a mi amigo Salvador, fantasma de Otoño, poeta hasta el último de sus pelos quebrados, hasta en sus frases tartajosas y cortantes, indescifrables y contundentes, como escopetazo de perdigones perdidos en el aire. El último de los poetas malditos quiere saludar a sus amigos y silbar como un canario ciego y gritar ¿qué asilo es este? Saludos al gran poeta de la otra banda, de la otra lengua. Lástima que ese día tenga un viaje con mis hijos que ya había programado y no puedo cancelar. Le pido a Luis Alberto Arellano que pase a mi oficina para hacer una aportación para el ágape. Y estoy seguro que Salvador no se despide. Un día lo vamos a sacar a pasear por las calles cercanas a San Sebastián y que se tome una chela frente a la Casa del Faldón. Saludos. (25-XI-2010).
¿Qué sigue tras la última luz? El último suspiro. Pero antes… la última vez: el amor, la vida, la amistad, la palabra.
Julio Figueroa