La Catedral de San Cristóbal de Las Casas, Chis.
En 1533 fue la primera construcción de este templo y de él sólo queda el campanario y una mole recubierta por el actual templo.
En 1539 fue modificada al ser promovida en Catedral de la Nueva Diócesis de Chiapas.
En 1696 la actual fachada Poniente fue bendecida por el Obispo Núñez de la Vega.
De 1714 a 1726 se construyen las tres naves actuales, la capilla de Guadalupe y la primera Sala Capitular.
De 1754 a 1766 adornan el espacio interior y primeros retablos barrocos de talla dorada.
En 1813 hubo una restauración y remodelación neoclásica del pináculo de la fachada Poniente y de la Portada Sur.
De 1902 a 1912 se substituyeron las ventanas barrocas por los grandes ventanales de estilo renacentista.
De 1921 a 1931 se construyó el baptisterio y modificaron las columnas corintias de los pilares barrocos de las naves.
LA FACHADA OESTE
En la sillería los santos muestran el plano simbólico de la Ciudad: Desde la Catedral se ordenan los barrios, cada uno tiene la advocación de un santo de la predilección de la orden religiosa que lo atendía.
De cada lado de la puerta principal, San Pedro y San Pablo recalcan su carácter de ciudad dual, un centro español y sus barrios indígenas.
Al sur de la ventana central, San Francisco indica la dirección del templo del mismo nombre que identifica al barrio franciscano.
Al norte Santo Domingo ofrece las mismas indicaciones para el convento dominico.
En el esquinero sur, San Francisco Javier indica la dirección de la Iglesia y Colegio de los Jesuitas (hoy Auditorio y Facultad de Derecho).
En el esquinero norte, un santo no identificado, mira hacia el campanario de la Iglesia de la Merced.
Arriba de una ventana del segundo piso un medallón muestra a un monje que carga «la Ciudad de Dios» de San Agustín.
Nótese que no hay efigie alguna de San Cristóbal, substituido por el Santiago Matamoros, patrón de la Antigua Guatemala.
En la época de su construcción, las calles estaban recubiertas con la arcilla roja de Cuxtitali y con la amarilla de Chamula, que dan a la Catedral sus colores.
Estos colores, identificados por calas, obedecen a un código simbólico que convierte la fachada en un huipil arquitectónico.
Su «tela» corresponde a los aplanados ocre-amarillo, su «trama» a los hilos ocre-rojo de las molduras horizontales. La base negro-de-humo imita el procesamiento de la lana negra de Chamula.
El «bordado» está dado por el crema-alfeñique del estuco, no sólo en la fachada oeste sino en «mangas» norte y sur de sus esquineros. Por debajo de la estatua de San Pablo, se discierne lo que queda de la antigua pintura de una olla de barro. El conjunto -cuya modestia refleja la pobreza de la ciudad- es un homenaje a la artesanía local.
EL INTERIOR DE LA CATEDRAL
Al principio del siglo XVIII, la Catedral era célebre por su artesón de madera tallada. El actual es una modesta reconstrucción artesanal, pero sin el oro y las pinturas estofadas que lució hasta el temblor de 1804.
Parte del artesón del presbiterio tiene todavía piñas y otros adornos que son la obra de los ebanistas de 1813.
Los dos retablos de las cabeceras de las naves laterales fueron tardíamente trasladados de la Iglesia de los jesuitas después de su expulsión en 1767. Datan de 1708. Hacen juego con el púlpito, de la misma fecha.
Los cuatro retablos barrocos datan de la mitad del siglo XVIII.
En todos estos retablos y en la sacristía hay pinturas de valor: de Correa, de Cabrera, y de otros pintores locales.