Ciudad de México.- Jaguar, puma, lobo, coyote y águila real son animales a los que la cultura teotihuacana, como muchas otras de Mesoamérica, veía como símbolos de fuerza, que estaban a la par de las manifestaciones más poderosas de la naturaleza o los ligaban a los elementos vitales, aseguró el investigador Raúl Valadez Azúa, arqueozoólogo.
El especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer el resultado de sus investigaciones sobre esqueletos de cánidos, hallados en entierros de la Pirámide de la Luna y el Templo de Quetzalcóatl de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, que muestran inicialmente que sus habitantes cruzaron lobos y perros para la crianza del loberro, un animal que se usaba en rituales y estaba asociado con la milicia de esa civilización.
Detalló que a partir de la identificación de especies de restos de fauna hallada en la Pirámide de la Luna y los estudios hechos anteriormente, a otros huesos de animales descubiertos en entierros del Templo de Quetzalcóatl, se ha determinado la presencia del loberro en las ofrendas.
«Se ha identificado como un animal creado por el hombre, que nos muestra tanto el manejo avanzado del uso de la fauna como el conocimiento que tenían los teotihuacanos de la biología de las especies», dijo Valadez Azúa.
Agregó que su investigación, además del análisis de los restos óseos, también incluye la revisión iconográfica de las representaciones de animales en la pintura mural y cerámica teotihuacana, con lo que se ha ampliado el conocimiento del uso de la fauna en esa cultura, y de acuerdo con las investigaciones hechas suman alrededor de 120 las especies animales identificadas que fueron usadas con distintos fines.
El investigador explicó que esa identificación, junto con el análisis de diversas pinturas murales de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, llevó al equipo de investigadores a replantear el papel que jugaba el lobo en la cultura teotihuacana como símbolo de la milicia.
«Durante muchos años cualquier representación teotihuacana que tuviera forma de cánido se interpretaba como coyote, es así que en los artículos sobre la iconografía de esta cultura, realizados entre 1960 y 2000, la interpretación de una forma de cánido se asociaba con el coyote.
«Ahora tenemos la información arqueozoológica que demuestra que por cada osamenta de coyote que se descubre hay 20 lobos, lo que está llevando a repensar la interpretación de representaciones iconográficas de cánidos», concluyó.