El Diario: periodismo entre sangre
Miguel Ángel Granados Chapa
Hace un año se instituyó el programa “Todos somos Juárez”, una amplia movilización administrativa y social destinada a paliar las atroces condiciones de inseguridad que prevalecen en la ciudad de ese nombre, donde el año pasado fueron asesinadas 3 mil 100 personas, la quinta parte del total de muertes atribuibles al crimen organizado en todo el país.
El 31 de enero de 2010 fueron asesinadas 15 personas, casi todos muchachos estudiantes, en un barrio popular de aquella población, Lomas de Salvárcar. Ligero en su juicio, no obstante que carecía de información puntual puesto que se hallaba en Japón, el presidente Felipe Calderón lanzó una admonición contra las víctimas, creyéndolas delincuentes que perecieron en un ajuste de cuentas. Cuando se le enrostró su error, que añadió vituperio al agravio de la muerte misma, el presidente se vio obligado a encarar no sólo el desliz, sino la abominable realidad en que se había producido esa matanza. Viajó a Juárez el 17 de febrero para instaurar aquel programa; ha vuelto otras veces, y este jueves hizo un balance de lo realizado en este año. A pesar de que, medidas con criterios de productividad administrativa, las acciones han avanzado (¿y cómo no si el plan es invertir 3 mil 300 millones de pesos), lo cierto es que en el corto plazo la inseguridad permanece y empeora.
Para sólo citar casos aislados, ocurridos en la víspera de esta visita presidencial, en el centro de la ciudad fue atacado un vehículo sobre cuyo tripulante y su hijo de ocho años se lanzaron 39 disparos. Y en seguida el vehículo fue incendiado y las víctimas, ya muertas a balazos, quedaron calcinadas. No lejos de allí, en un enfrentamiento entre policías y matones, tres agentes quedaron heridos y dos delincuentes murieron.
Pero hubo acontecimientos más graves. En el término de 24 horas fueron incendiadas las casas de dos mujeres participantes en acc