Los gobernadores de Querétaro según Juan Antonio Isla

El Gobernador del Estado, José Calzada Rovirosa; el Director General de la Fundación “Josefa Vergara y Hernández”, Calixto Corzo González y la señora Carmen Perusquía Alcocer, develaron esta mañana los bustos de los Constituyentes de 1917, José María Truchuelo Ruíz y Ernesto Perusquía Layseca.
Los bustos, dedicados a los también ex Gobernadores de Querétaro, están ubicados en el salón Gobernadores de la Casa de la Corregidora.

El Mandatario Estatal comentó que José María Truchuelo y Ernesto Perusquía Ruiz son los dos únicos Gobernadores que fueron Constituyentes. Además de que con este acto, se honra y se recuerda a las personas que dieron fortaleza a las instituciones con las que actualmente se cuenta en el país.
“Por eso el día de hoy quisimos rendir culto, honor a dos queretanos ejemplares que sirvieron durante su momento para sembrar y sentar las bases de las instituciones fuertes que hoy en el estado de Querétaro tenemos. Y todos quienes están en ese salón (Gobernadores) tuvieron la oportunidad de servir bien a Querétaro”, comentó.

DISCURSO DEL LIC. JUAN ANTONIO ISLA ESTRADA, EN EL HOMENAJE A LOS GOBERNADORES DEL ESTADO QUE INTEGRARON EL CONGRESO CONSTITUYENTE DE 1917.

Muy buenos días, con su venia señor Gobernador, señora Sandra Albarrán de Calzada; señores representantes de los Poderes Legislativo y Judicial; señor Presidente Municipal; señor Comandante de la 17ª Zona Militar; distinguidos descendientes de los Gobernadores Ernesto Perusquía y José María Truchuelo; honorables integrantes de la fila de honor; compañeros de trabajo; señoras y señores.
El pensador lusitano, premio nobel de literatura, José Saramago expresó alguna vez que todos estamos hechos mucho más de pasado que de presente. No consigo entender, dijo, cómo es posible que una persona se vea como producto del hoy, sin mirar al pasado.

Este espacio es un símbolo del ayer que construyó lo que hoy somos. Aquí están retratados los hombres que gobernaron esta entidad, desde la consumación de la independencia hasta nuestros días.
Este salón, remodelado por instrucciones del Gobernador José Calzada dentro de un programa de dignificación de los espacios de la función pública y el rescate de nuestra memoria histórica, alberga rostros de diversas épocas, hombres que trazaron el rumbo de lo que hoy es Querétaro, dignatarios que pusieron lo mejor de sí para ser guías de una sociedad siempre responsable y participativa.

Algunos fueron entusiastas promotores de la entidad, ejemplos de ellos abundan en la época moderna. No cito nombres, pero en el imaginario colectivo los queretanos sabemos quiénes fueron modelos de amor a su tierra, fundadores de programas y proyectos que trascendieron; algunos carismáticos, perspicaces, sutiles y amables, otros quizá menos afables pero dinámicos y emprendedores y otros más, satanizados durante su mandato.

Pero entre éstos se han reivindicado figuras que estuvieron estigmatizadas por diferentes causas: sea por permitir que los ejidatarios durmieran en la sede del poder ejecutivo y que sus caballos descansaran en los patios del palacio de gobierno o por haber sido permisivos, indolentes y hasta soeces. Pero todos ellos, o una gran mayoría de ellos, motivados por los mejores ideales, por objetivos lúcidos, por deseos de construir, desde la educación, desde la responsabilidad de servir con viva emoción, desde su singular visión del progreso.

Aquí están todos. O casi todos. Subyace entre los expertos una duda: si a Don Andrés Quintanar, por cierto antepasado de Don Ernesto Perusquía según un estudio genealógico de las familias de San Juan del Río, quien estuvo, junto con dos personajes al frente de un triunvirato provisional, al declararse consumada la independencia, le correspondería en justicia ser considerado como el primer gobernante de Querétaro, lugar que ocupa oficialmente según los historiadores José María Diez Marina.

Los historiadores, precisamente, discutirán todavía por algún tiempo si ese espacio que queda vacío ahí en la entrada de este salón debe ser dedicado a aquel hombre ilustre de progenie numerosísima. Los descendientes todavía aquí varios de ellos.

Imposible no mencionar que algunos de los hombres que aquí se han perpetuado, fueron gobernadores varias veces, algunos por horas o minutos, otros por diversos y largos periodos, y no falta el personaje que fue gobernador de tres estados. Más allá de la anécdota y de la interesante galería de retratos, está la verdadera contribución de estos hombres a su patria.

Evocar es hacer historia contemporánea, es explicarnos una y otra vez nuestra relación con el tiempo pasado, que es herencia pero también presente y futuro, fechas y circunstancias, afanes y logros. Nosotros somos resultado de ese conjunto de hombres que tuvieron sueños e insomnios por edificar un espacio pródigo, por cultivar una tierra de paz y progreso.
Dos de ellos fueron dignos diputados del congreso constituyente de 1917 y luego gobernadores de la entidad. Mandatarios pioneros del estado mexicano moderno. Ambos fincaron su mandato en las ideas del fortalecimiento de la salud y la educación como cimientos del desarrollo. No se equivocaron. Fundadores de escuelas, pioneros de la participación activa de la mujer, heredaron parte fundamental de lo que hoy somos. Aquí están, reconocidos e inmortalizados en el bronce.
Por cierto, las obras, hay que mencionar, son producto del trabajo del Maestro Juan Velasco Perdomo, que se encuentra aquí en la primera fila.
Señores, este acto, ordenado por otro gobernante visionario, es una muestra de gratitud y coherencia. Ocasión para darnos cuenta que el ejercicio de gobernar pasa por tener ideas claras y amplitud de miras, sensibilidad para potenciar talentos, examen acucioso de las circunstancias y los tiempos, tolerancia para quienes piensan distinto, deseos de vivir jornadas largas y años cortos (parafraseando algunas palabras aquí expresadas por nuestro gobernador), ejercicios de paciencia, respeto, amor y voluntad ante el compromiso cotidiano de servir. Doscientos años de esos ejemplos nos contemplan.
A quienes les ha tocado gobernar Querétaro en los últimos años les han correspondido los desafíos de un crecimiento explosivo. Solo por fijar un punto en el tiempo y a pesar de los saldos por resolver, nuestra entidad y su capital se han transformado asombrosamente en los últimos 25 años, no sólo en su propia composición y dinámica interior, sino en el entorno nacional e internacional.
Hoy somos una entidad que se modifica a diario, habitada por una diversidad que se afana desde la preservación del aire provincial de sus tradiciones, hasta su empeño en adaptarse, con innovación, competitividad e inteligencia, a las exigencias de un País inserto en la economía global.
Los acelerados y frecuentes flujos migratorios, en busca de mejores expectativas de vida, concentrados particularmente en la zona conurbada con la capital del estado, aunados a las ventajas comparativas de la entidad, impactan todos los ámbitos del quehacer cotidiano, incluso en momentos coyunturales de la historia Patria.
Señor gobernador, señores representantes de los poderes legislativo y judicial, descendientes hereditarios de nuestros homenajeados: esta sala es un espacio donde la memoria hace justicia a quienes en un momento ostentaron la titularidad del Poder Ejecutivo del estado de Querétaro y aportaron voluntad, ingenio, valor, experiencia y compromiso por lograr que hoy seamos ejemplo y referencia a nivel nacional en muchos sentidos.
La construcción es colectiva, es de todos, de la sociedad civil y del gobierno y no podría ser de otra manera. Quienes han gobernado a la entidad, estoy seguro que han empeñado toda su capacidad y experiencia para superar los problemas coyunturales y estructurales que las circunstancias les planteaba, para la consecución del bien colectivo y para sentar las bases para una vida mejor de las generaciones presentes y futuras.
Todos ellos tomaron el ejercicio público como una oportunidad para servir a sus contemporáneos, siempre dando lo mejor de sí para resolver los problemas inmediatos y seguir edificando la casa común.
Todos ellos, sin distinción, en su momento, tuvieron el anhelo de construir una sociedad más justa, superando carencias, atendiendo demandas de la gente y proponiendo planes para el mediano y largo plazo. Pero no se trata de solo enaltecer a los hombres del poder, quisiéramos que esta reflexión fuera en el sentido de que la colectividad es parte imprescindible en el gobierno, en la construcción de las grandes avenidas de la historia.
Este renovado espacio es un testimonio de los muchos hombres valiosos que dieron lo mejor de sí por construir en Querétaro un lugar mejor para vivir. De ellos hay que recoger lo más valioso de sus aportes, reconocer aquellas contribuciones que impactaron en su momento y trascendieron a la coyuntura.
Si a los hombres a veces nos falla la memoria, la ciencia de la historia no se equivoca y pondrá a todos y cada uno en su justo sitio. Por ello, el mejor homenaje que por ahora les podemos brindar a estos hombres es seguir como ciudadanos sus mejores ejemplos y hacer lo que a cada uno corresponde en este trecho del camino.
Señoras y señores descendientes de los diputados constituyentes que gobernaron la entidad en momentos aciagos de su historia: reciban por mi conducto el reconocimiento del Titular del Poder Ejecutivo y su deseo porque sigan siendo dignos legatarios de su memoria.
Señor Gobernador, esto es una expresión personal, los queretanos aprobarán su iniciativa de remodelar los espacios del servicio público y promover los actos que honran a quienes ayer forjaron las instituciones, las libertades, las oportunidades y la armonía que disfrutamos hoy.
Para terminar, cito a una de las mejores historiadoras contemporáneas de México, Marta Eugenia García Ugarte, quien se refiere a la importancia de la entidad y sus gobiernos durante este largo y sinuoso camino en el tiempo, invitándonos a los ciudadanos a continuar siendo protagonistas responsables del desarrollo de nuestra historia.

No tenemos duda: Querétaro fue cuna de la independencia, joya preciada de la Corona española, panteón para los esfuerzos monárquicos del siglo XIX, región que se atrevió a realizar su propia revolución y tierra de promisión para la inmigración extranjera y nacional del siglo XX. En el siglo XXI puede convertirse, si la decisión se toma con inteligencia política y mesura ciudadana, en faro de luz que muestre las vías para restablecer la paz en el país. Se trata de un anhelo nacional.