García Márquez y la visión mágica de la realidad
El autor colombiano celebra sus 84 años de vida
En 1982 obtuvo el Premio Nobel de Literatura
El escritor colombiano, Premio Nobel de Literatura 1982, Gabriel García Márquez, nacido el 6 de marzo de 1927, celebra sus 84 años este domingo.
García Márquez fue uno de los invitados especiales a la inauguración de la nueva sede del Museo Soumaya.
El autor de novelas como ‘Cien años de soledad’, ‘El coronel no tiene quien le escriba’ y ‘El amor en los tiempos del colera’ fue centro de las luces el 1 de marzo pasado junto con el empresario Carlos Slim y el presidente Felipe Calderón.
Con una mágica, supersticiosa y sobrenatural visión de la realidad, influencia de sus abuelos maternos, el escritor colombiano Gabriel García Márquez es reconocido como una de las máximas figuras del «realismo mágico» .
Su literatura recrea anécdotas familiares a las que se suman la historia, la cosmogonía, los cantos populares de su tierra y todo un fluir de recuerdos y de saberes, que al proyectarse en sus ficciones, se presentan como entidades sobrenaturales cuestionando la noción de lo real, explican los críticos de su obra.
«García Márquez llega a ser coetáneo de la eternidad al adueñarse del tiempo, una de sus obsesiones, como el amor y la muerte, o el honor y la venganza, elementos con los que arma una particular mitología» .
Considerado como uno de los escritores más prestigiados del mundo y el más leído durante el siglo XX, «Gabo» , como lo llaman sus amigos, nació en Aracataca, un pueblo de la costa atlántica colombiana.
El hijo mayor de una numerosa familia de 12 hermanos, tuvo como padres a Gabriel Eligio García, inmigrante asentado en Aracataca por la «fiebre del banano» , en el primer decenio del siglo XX, y Luisa Santiaga Márquez, hija del coronel Nicolás Márquez y de Tranquilina Iguarán.
Los primeros ocho años de vida de García Márquez al lado del coronel Márquez, considerado por el autor como la figura más importante de su vida, fueron determinantes en la vida literaria del colombiano, pues de ese lapso de tiempo surgió lo esencial de su universo narrativo y mítico.
«Los recuerdos de su familia y de su infancia, el abuelo como prototipo del patriarca familiar, la abuela como modelo de las ´mamas grandes´ civilizadoras, la vivacidad del lenguaje campesino, la natural convivencia con lo mágico… aparecerán, transfigurados por la ficción, en muchas de sus obras» , señalan los expertos.
Entre ellas «La hojarasca» , «Cien años de soledad» (su obra cumbre) , «El amor en los tiempos del cólera» y el mundo caribeño, desmesurado y fantasmal de Aracataca, se transforman en ‘Macondo’, que en realidad era el nombre de una de las muchas fincas bananeras del lugar.
Su abuela materna también desempeñó un papel influyente en su educación, la casa que habitaban estaba llena de historias de fantasmas, premoniciones y signos que dieron origen a su mágica, supersticiosa y sobrenatural visión de la realidad.
Tras la muerte del coronel, en 1936, «Gabo» se fue a Barranquilla, donde vivían sus padres. Es ahí donde realiza sus estudios básicos y conoce a su ahora esposa Mercedes Barcha.
En 1943 se le concedió una beca para asistir al Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá, una ciudad cercana al norte de Bogotá, donde estudió el bachillerato y posteriormente la licenciatura en Derecho en la Universidad Nacional de Colombia.
Pero su deseo de ser escritor cada día se hacía mayor, lo emocionaba la idea de escribir con un estilo similar a las historias de su abuela, que se «inserta en un extraño acontecimientos ordinarios de configuración y las anomalías como si fueran simplemente un aspecto de la vida cotidiana».
Al trabajar como reportero para el diario «El espectador» , publicó su primer cuento, «La tercera resignación» , que apareció el 13 de septiembre de 1947.
Pronto abandonó los estudios de Derecho y en un viaje a Barranquilla conoció a un grupo de periodistas que le fascinaron y decidió instalarse allí y orientar totalmente su vida al periodismo, por lo que empezó a trabajar de columnista en «El heraldo» .
En Barranquilla se instaló en un cuartucho de un edificio de cuatro pisos llamado «el rascacielos» , y ahí empezó a escribir su primera novela, «La hojarasca» .
Asimismo, se reunía con un grupo de intelectuales a quienes llamaron «Barranquilla» , integrado por Germán Vargas, Alvaro Cepeda y Alfonso Fuenmayor, periodista de gran formación al que García Márquez le debe el descubrimiento de los autores que más tarde se convertirían en sus modelos literarios: Kafka, Joyce y, muy especialmente, Faulkner, Virginia Woolf y Hemingway.
Convencido por Alvaro Mutis, Gabo regresó a Bogotá en 1954, donde se desarrolló como periodista y crítico de cine, lo que le permitió continuar con su carrera literaria. Un año después publicó «Relato de un náufrago» , obra que lo llevó a salir de su país rumbo a Europa, donde permaneció cuatro años.
Se instaló en París, donde, a decir del propio García Márquez, «vive de milagros cotidianos» , pues enfrentó grandes penalidades económicas pese a que trabajó de día y noche. Sin embargo, no perdió la inspiración y en ese lapso escribió «La mala hora» y «El coronel no tiene quien le escriba» , otra de sus mejores obras.
A su regreso a América, García Márquez se instaló en Venezuela, donde fue testigo del derrocamiento del dictador Pérez Jiménez, hecho que le inspiró para escribir, 15 años después, otra de sus novelas más conocidas: «El otoño del patriarca» .
Padre de dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, el escritor colombiano se mudó a Cuba, donde trabajó para Prensa Latina, agencia de noticias gubernamental que posteriormente lo envió a Nueva York como corresponsal, trabajo en el que no permaneció mucho tiempo y decidió instalarse en México.
A partir de 1963, Gabo consiguió trabajo como guionista. Su primer guión, «El gallo de oro» , lo escribió en colaboración con Carlos Fuentes a partir de un cuento de Juan Rulfo.
Dos años después, García Márquez y Fuentes volvieron a trabajar juntos en la adaptación cinematográfica de Pedro Páramo, lo que demuestra la admiración que ambos sienten por la escueta e intensísima obra del silencioso escritor mexicano.
Aunque dice no estar satisfecho de ninguno de sus trabajos cinematográficos, no obstante realizó otros guiones como «Tiempo de morir» , «H.O.» , «Patsy mi amor» y «En este pueblo no hay ladrones» , una adaptación de la novela que lleva el mismo nombre.
Durante cuatro años (1961-1965) ‘Gabo’ sufrió de una «esterilidad literaria» que lo llevó a la honda depresión y a vivir torturado. No obstante logró salir de ese bache para escribir lo que se considera su obra más importante y que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1982: «Cien años de soledad» .
Se trata de la recreación del universo mítico que vivió García Márquez en su infancia durante el tiempo que vivió con sus abuelos maternos. La «revelación» tuvo lugar un día de enero de 1965 mientras conducía su auto por la carretera de México a Acapulco.
«Cien años de soledad» (junio de 1967) tuvo un éxito fulminante, ya que en pocos días se agotó la primera edición y en tres años se vendieron más de medio millón de ejemplares.
En 1972 llegó otra de sus novelas más populares y que, al igual que «El coronel no tiene quien le escriba» , fue llevada a la pantalla grande nada menos que con la participación de la actriz griega Irene Papas: «La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y de su abuela desalmada» .
Su fama de escritor le permitió estrechar lazos de amistad con mandatarios de tendencia progresista (Fidel Castro, Omar Torrijos, Carlos Andrés Pérez, los sandinistas y últimamente con Hugo Chávez) ; se convirtió en embajador extraoficial del continente y ha luchado activamente en defensa de los derechos humanos.
En 1982 la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura, que además del reconocimiento ofrece un apoyo económico que en aquella ocasión fue de 157 mil dólares, con los que decidió crear su propio periódico en Colombia, al que llamó «El otro» .
Fue en esa época en la que comenzó a escribir la novela «El amor en los tiempos del cólera» , otra de sus obras más significativas en la que relata la historia de Florentino Ariza y Fermina Daza, en la que recrea el difícil noviazgo de sus padres.
En 1986, junto con el director argentino Fernando Birri, a quien conoció en Italia, cumplió una vieja deuda con la tercera de sus pasiones y promovió la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, así como la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, donde promueve a los nuevos valores en este arte.
Aunque ya no lo necesita económicamente, García Márquez se ha impuesto la disciplina, «para mantener el brazo caliente» , de escribir, entre novela y novela, un artículo semanal que publica en diferentes periódicos.
En 1994 publicó «Del amor y otros demonios» , una novela ambientada en la Cartagena de Indias del siglo XVIII, que cuenta los amores imposibles entre un cura de 30 años y una marquesita criolla de 12, a la que debía exorcizar.
Pese a que desde 1999 mantiene una lucha incansablemente contra el cáncer linfático, García Márquez continúa lleno de proyectos y sigue demostrando una admirable energía que lo ha llevado a escribir otras historias, como «Noticias de un secuestro» , «Memoria de mis putas tristes» y «Vivir para contarla» , su autobiografía que constará de tres volúmenes.
Por los pasos de Gabo en Cartagena
«No me quisiera morir sin ver a Gabito otra vez en Cartagena» . A sus 70 años, el ingeniero Jaime García Márquez anhela pasear de nuevo con su hermano mayor por las calles de la ciudad donde el Premio Nobel vivió y escribió buena parte de sus mejores páginas.
Mientras aguarda ese momento, Jaime sigue ejerciendo de cicerone para algunos privilegiados que aparecen por Cartagena de Indias atraídos por el olor a almendras amargas y los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza.
Los protagonistas de El amor en los tiempos del cólera contuvieron su pasión durante 53 años, 7 meses y 11 días por jardines, casas y plazas de esta ciudad a la que Gabriel García Márquez llegó en 1948 y en la que todavía conserva su casa orientada al Mar Caribe, obra del arquitecto Rogelio Salmona.
A partir de esta semana, los turistas que arriben a Cartagena ya no necesitarán molestar a Jaime porque podrán recorrerla siguiendo una ruta literaria que se detiene en cada uno de los escenarios, reales o inventados, de novelas como El amor en los tiempos del cólera, Del amor y otros demonios y El general en su laberinto.
«La Cartagena de García Márquez. Historias reales e imaginarias» es una iniciativa del propio Jaime García Márquez, vicepresidente de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, así como de la Universidad Tecnológica de Bolívar y las autoridades turísticas.
«La materia prima de su obra es la vida» , asegura el hermano del Nobel en una entrevista. «Para mí, el realismo mágico no es más que la realidad elevada a categoría literaria» . Por eso Cartagena alberga no sólo lugares con evocaciones novelescas sino rincones que guardan una estrecha relación con la biografía de Gabo.
Jaime se siente como una especie de «ventrílocuo» que habla por boca de su hermano con los periodistas ante los problemas de salud que mantienen alejado de los focos al autor de «Cien años de soledad» . Para él, ser hermano de Gabo «es una cosa prodigiosa».
El ingeniero, como millones de lectores, no descarta poder leer algo nuevo del Nobel. «La esperanza es lo último que se pierde. Ojalá podamos encontrar algo nuevo de Gabito» , señala.
Se conforma mientras tanto con volver una y otra vez sobre la obra garciamarquiana, sin descanso, porque siempre que relee esos libros se activan los espacios dormidos de la memoria.
«Lo más curioso -afirma- es que cuando los releo, la sensación que tengo es que lo estoy leyendo por primera vez y que lo que yo leí en el pasado no tiene nada que ver».
Ese territorio en el que se confunden lo inverosímil y lo real cobra vida cada día en Cartagena, una ciudad que Jaime conoce bien pero que ha redescubierto gracias a su hermano.
«No sé si a mí Cartagena, sin haber leído a Gabito, me impactara lo mismo que me está impactando ahora. Estoy convencido de que él tiene mucha influencia de la mirada que tengo yo ahora de Cartagena» , explica.
Jaime, que se lleva con Gabriel 13 años, no recuerda en qué momento supo de la vocación literaria de su hermano. Aquel día de 1947 en que, siendo él un niño, llegó a la casa de Sucre un ejemplar de El Espectador con La tercera resignación, el primer cuento impreso de Gabo, fue tal el alborozo que pensó que Gabriel había triunfado como cantante.
«Estaba convencido de que él se había metido a cantante, y al verle en una foto… Él pasaba muchas horas (ensayando) con mi hermano Luis Enrique, un músico y guitarrista extraordinario, y tampoco dudo de que Gabito también hubiera sido un músico extraordinario si se hubiera dedicado a la música» , recuerda.
Los García Márquez crecieron bajo la influencia de la madre, como hijos de la cultura guajira, donde todo gira alrededor de la mamá, en este caso Luisa Santiaga Márquez. «Los hombres en la familia somos feministas -bromea Jaime-, somos todos unos edipos encentrados pero que se nos sale por los poros».
El amor en los tiempos del cólera, recuerda, «no es más que una metáfora de los amores contrariados de nuestros padres. Ahí esta totalmente la historia completa desde el principio hasta el momento en que la escribió. Obviamente con matices y cambios, que es el aporte literario que él le da a esas historias».
«Porque la historia seca no tiene el mismo sabor que la historia contada por Gabito, porque le agrega esa genialidad que tiene él para hacerlo» , subraya orgulloso su hermano.
¿Y cómo está Gabriel? «Afortunadamente tenemos a Gabito por mucho tiempo más y ojalá fuera eterno. Pero si no lo es, porque definitivamente es imposible, se va a quedar en el corazón de muchas generaciones, y al final seguirá siendo eterno» , sentencia.
Jaime ha llegado a la entrevista afectado por la noticia de la muerte en Barranquilla de su medio hermano Abelardo, hijo de una relación anterior al matrimonio de Gabriel Eligio García. Quizá por eso le late en el corazón un deseo: el del regreso del hermano mayor a la tierra mágica.