La devoción sin límites por la palabra escrita
“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla”. G.G.M.
En la ciudad de México, en 1966 cobra vida un proyecto, que tardó en madurar 17 años y en redactarse 14 meses, entre angustias y alegrías. “Sufro como un condenado poniendo a raya la retórica, sorprendiendo a la poesía cuando se distrae, peleándome con las palabras”
-“Querido Julio Cortázar:
Te escribo forzado por la necesidad imperiosa de compartir un entusiasmo. Acabo de leer una crónica exaltante y triste, una prosa sin desmayo, una imaginación liberadora. He leído “El Quijote Americano”. ¡Que maravillosa re-invención del universo!
Carlos Fuentes
La calle de Córdoba 48, la mansión de Drácula, la sede de la Compañía de Cine de Barbachano Ponce, recibió a Gabriel García Márquez en 1961, el hombre sólido, sonriente, silencioso, destinado a darle el nombre definitivo a América, después de un periplo comenzado en Aracataca, siguiendo por Barranquilla, Sucre, Zipanquirá, Bogotá, Roma, Londres, Paris y la ciudad de México.
Gabriel García Márquez llega con Mercedes, que en el vientre trae a Gonzalo y de la mano a Rodrigo, a la ciudad más vieja y viva de occidente, azteca, barroca, caótica, moderna, de tezontle, afrancesada. Donde la diosa Coatlicue, es diosa porque no es humana, por eso explica a ese México nuestro, a todo aquel que la mire con detenimiento.
Mientras ya habían echado al río Sena, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, el surrealismo francés y Gabriel García Márquez en 1959, por el Boulevard Saint Germain, le había dicho a Hemingway: “maestro”.
En 1967 se publica la novela “Cien años de soledad”, donde se describe un mundo cerrado desde su nacimiento hasta su muerte y en todos los órdenes que la componen: El individual y el colectivo; El legendario y el histórico; El cotidiano y el mítico; La escritura y la estructura, con una naturaleza exclusiva, irrepetible y autosuficiente. La historia completa de un mundo, desde su origen hasta su desaparición.
Para Gabriel García Márquez las cuentas son así: Comenzando en Aracataca, de 1927 a 1950, son 23 años, de 1927 a 1967 son 40 y de 1927 a 2007 son 80, si estoy equivocado corríjanme. La carrera de escritor resulta prácticamente imposible de fijar en una cronología detallada y completa
En 1965 caminado de México a Acapulco se vio de pronto entero el mundo y la historia, más lo que estaba atrás de ese largo llanto en Aracataca, entre la madre de Gabriel García Márquez y la esposa del boticario.
Kafka, Faulkner, Wolf, Dos Passos, Huxley, Joyce, Defoe, Camus, Hemingway; Maestros. Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Juan Rulfo; Maestros.
“La cotidianidad de la vida no es sino el origen de la poesía”.
“Tuve que vivir veinte años y escribir cuatro libros de aprendizaje, para descubrir que la solución estaba en los orígenes mismos del problema. Como si hubieran sabido aquellos viejos que en la literatura no hay más convincente que la propia convicción”. Esto más lecturas, tradición oral y asimilación del imaginario colectivo, produjeron la novela, El lenguaje Americano universal, en “Cien Años de Soledad”.
Por todos los estragos, tiempo y soledad, que en todos los órdenes ha causado el tiempo, José Arcadio Buendía -el protagonista de la novela- llega con su familia y un grupo de leales a fundar Macondo, tratando de borrar la memoria de haber matado a Prudencio Aguilar. ¡Cuanto pesa una muerte!
En el modo de contar cuentos de la abuela, el autor encontró el tono adecuado para expresar con capacidad de convicción la propia convicción, en Cien Años de Soledad. Recordando que el pasado es mentira, que la memoria no tiene camino de regreso y toda primavera pasada es irrecuperable.
Cien años de Soledad recibió palabras al oído –datos e informaciones muy variados- de Álvaro Mutis, José Emilio Pacheco, Juan Vicente Melo, se escribió a máquina, por cuartillas, corregida con pluma, de donde salieron 590 cuartillas, cuatro copias, se fue una a la editorial Sudamericana, en Buenos Aires; Otra para Álvaro Mutis y la tercera para los amigos que lo habían acompañado en “las duras” y existió la cuarta que fue a parar a Barranquilla “para que la leyeran tres protagonistas entrañables de la novela”, Los Buendía, las flores y las mariposas amarillas.
La voz poética de Cien Años de Soledad, llega a nosotros cargada de sensorialidad.
“Yo anhelo expulsar cualquier palabra, cualquier sílaba, que nazca de la combustión de mis huesos”.
López Velarde
¡América para la humanidad! Se da fin a los pajes de Joyce y a los acólitos de Faulkner. Llegó el fabulista de Aracataca, hizo leer a los que nunca habían leído un libro. A los que nunca leyeron: El Siglo de Las Luces, La Muerte de Artemio Cruz, Rayuela, La Ciudad y Los Perros, Juntacadáveres, Paradiso…
Gabriel García Márquez recoge las crónicas de la conquista de América y las obras de Alejo Carpentier y de Juan Rulfo. Las asimila, las olvida y produce La Novela de América. El español se naturaliza por fin.
Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes, vuelven a leer, mientras los estructuralistas, los marxistas, los psicoanalistas, diseccionan Cien Años de Soledad y solo encuentran, cuarenta años de madurez, de intemporalidad, de devoción sin límites por la palabra escrita.
José Félix Zavala