¿Una marcha más? se pregunta Norma Páez

¿Una marcha más?, ¿un muerto menos en la lista?

Norma Páez

Cada uno, los que fuimos testigos, los que marchamos, los que nos incorporamos, los que nos detuvimos a refrescarnos con unos tragos de agua, los que escucharon o los que ni si quiera se dieron cuenta de que algo pasó, pero que vieron de reojo marchar a unos que gritaban “No más Sangre”; nos invade el escepticismo del impacto que puede tener una marcha más, que entorpece el tráfico y perjudica las actividades cotidianas, y que para muchos, no conduce a ninguna parte.
8 de mayo, una marcha más en silencio, en la que apenas se escucharon algunas consignas. Los pasos ardían como el concreto y las sombras de los árboles escaseaban; a lo lejos se borraron los caminos y las fronteras, no estábamos en el sueño utópico de la equidad sino en el desierto mudo e indescifrable.

Ahora, queda la pregunta, ¿qué sigue?,

¿qué acción o estrategia ocuparemos para que respeten nuestros derechos?,

¿qué ruta tomaremos parar sembrar el respeto, la equidad y la libertad?,

¿qué haremos para que la culpa no nos persiga hasta la tumba?,

la lista de preguntas es larga:

¿qué explica la corrupción, la inmovilidad burocrática, la violencia, la pobreza, qué explica la falta de crítica a un sistema social, político, cultural que ya no funciona o que está a punto de colapsar?,

¿qué explica el alineamiento a un sistema disfuncional?

Fuimos alineados, bien alienados por don Gustavo Díaz Ordaz, el padre que educó con el puño de la autoridad; alineó a las generaciones que le sucedieron y ellos aprendieron bien, a que no se cuestiona a la autorida’ – aunque para la generación nacida en los 90 esta Historia no tiene sentido, también están alineados. El sector de la población mexicana que tiene el conocimiento en sus manos cual avaro personaje de Moli?re, lo guarda en una caja fuerte para que nadie pueda tocarlo, y por tanto, a nadie le sirva. Alineación absoluta. Los que lo vivieron, dicen, “para qué gritar si te agarran a palos como en el 68”.
¿Qué sigue después de esta marcha? Las propuestas no terminan por gritarse a pesar de que sabemos cuáles pueden ser: se murmura que el camino es la despenalización de las drogas; se murmura que no es el momento que porque produciría más secuestros, más asesinados con la intención de evitar que se les arrebate el poder que tienen, si me permiten, esta es una lógica resultado del alejamiento que se tiene de su contexto, de su realidad. Muertos ya hay, asesinadas, activistas, estudiantes, profesionistas, y otras y otros han perecido en el camino, ¿qué más se necesita ver o saber para hacer algo? Es el momento de parar la sangre con propuestas, hay que trabajar juntos para que éstas funcionen, se necesita investigación, docencia, divulgación y difusión del uso y consumo de las drogas, en la CALLE, es necesario la regularización del comercio y todo lo que conlleva la producción y distribución de las distintas drogas.
En una sociedad ultra conservadora, en la que pareciera que no hay resquicio alguno para que podamos ponernos de acuerdo y probar el resultado de esta propuesta, los retos son más complejos porque además y a pesar de que nos encontramos en una etapa en la que la información nos llega por todos lados, para algunos, ésta resulta un bombardeo en la que sólo alcanzas a ver algunos destellos de luz sin que podamos reflexionar sobre lo que escuchamos y vemos. Para otros, no hay información ni computadoras.
Cuando la poesía murió, la rabia la invadió, Maricela Escobedo murió en la calle clamando justicia; cuando la desesperación lo invadió, Javier Sicilia tomó una decisión que puede o no ser el inicio de un cambio en el panorama electoral-ciudadano si se quiere o el poeta acepta. En la mayoría de las ocasiones las palabras son balas al aire, pero en otras, son certeras, directas que logran así aglutinar las coincidencias, los miedos, y la necesidad de buscar una salida.
Marchando. El atuendo blanco, las mantas, las pañoletas, las pancartas subieron el volumen de las voces de indignación; las palabras escritas en rojo y negro fueron el telón de fondo de los pasos que retumbaban en el concreto intentando romper con la alineación sutil y efectiva. Las coincidencias que convergieron en el Eje Central son claras, sin embargo, el camino o los caminos hacia la salida del laberinto nos da miedo porque lo desconocido da miedo.
A todo esto, un gran sector del pueblo mexicano no sabe por qué estamos marchando, o ni siquiera se enteró de que hubo una marcha; sabemos que no hay equidad en la educación, en la salud, en las riquezas, sabemos que los políticos y los científicos no cumplen con sus funciones y tampoco sueltan tan fácilmente los medios para poder divulgar lo que se tiene que divulgar, el conocimiento, también sabemos que muchos no tienen interés.
México es un país que está dividido por la desconfianza, el rencor y otros sentimientos humanos; son muchos los obstáculos por los que NO podrá organizarse NI defenderse de lo que tiene enfrente, es un país hundido en la violencia y la pobreza, el panorama se está tornando en una abigarrada vida competitiva- carroñera, unos contra otros.
Por qué esperar hasta tocar fondo para poder pensar que hay que tomar decisiones que incidan con la práctica para un beneficio común, en fin, esperar hasta tocar fondo es del tipo de decisiones que nos gusta tomar a muchos, ¿mexicanos?
Hasta tocar fondo para hacer qué si será demasiado tarde, cuando nuestras manos queden manchadas con la sangre del otro, que porque nos “defendimos”.

Norma Páez
npaezgalicia@yahoo.com.mx

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