Virgen del Rosario:
oro y plata en una devoción
Judith Amador Tello
(apro).-
Advocación de la virgen María, la virgen el Rosario tiene un culto en la iglesia católica de más de 800 años. Se cuenta que se le apareció a santo Domingo de Guzmán en 1208, en una capilla del monasterio de Prouilhe, en Francia, con un rosario en las manos y le enseñó a rezarlo, pidiéndole que difundiera esta práctica.
En México hay dos espléndidas obras de arte dedicadas a su veneración, resultado de una expresión única en el mundo: el barroco mexicano. La Capilla del Rosario, en la ciudad de Puebla, y el camarín de la virgen del Rosario, ubicado en el Santuario de Jesús de Nazaret en Atotonilco, Guanajuato.
Los dos recintos religiosos son considerados parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La primera por estar ubicada en el Centro Histórico de Puebla –en el templo de Santo Domingo de Guzmán–, inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial desde 1987.
El camarín por ser parte del conjunto de Atotonilco, construido por los jesuitas en el siglo XVIII, que fue declarado patrimonio por la UNESCO en el 2008, junto con la villa de San Miguel de Allende, ubicada a unos 14 kilómetros del santuario.
Octava maravilla
Según información del gobierno de Puebla, la capilla del Rosario fue construida en 1690, por la orden de los monjes dominicos que arribaron a Puebla hacia 1534. La edificación se inició en 1571 bajo las órdenes del arquitecto Francisco Becerra, con el convento que alberga también las capillas de los Mixtecos y la de la Tercera Orden.
Destaca que el conjunto “ofrece bellezas inigualables, como el magnífico atrio, la portada de aire herreriano, y el retablo que se alza en el ábside y la antigua portería”. Lamentablemente el conjunto, situado en la calle de 5 de Mayo, quedó atrapado en un paso que si bien es peatonal, está dedicada al comercio, con tiendas de ropa, zapaterías, heladerías, cafés y hasta artículos de importación de los de “un solo precio”, y a menos que se vaya con la decisión de encontrarlo puede pasar desapercibido.
La capilla se encuentra en el crucero del templo, del lado izquierdo. Es inconfundible, imposible no saber que se está en ella y frente a una de las más importantes expresiones del barroco. Diseñada durante la segunda mitad del siglo XVII está decorada con lacerías de estuco dorado desde su entrada hasta el último rincón.
El espacio comenzó a realizarse en 1650 por iniciativa de fray Juan de Cuenca, a quien sucedieron fray Agustín Hernández y fray Diego de Gorozpe, dado que la obra se llevó cuatro décadas y se terminó el 16 de abril de 1690. Durante un tiempo, enfatiza la información oficial, se le consideró la “octava maravilla del mundo”.
No sólo impresiona su desbordada riqueza ornamental, toda de oro (signo del poder y la riqueza de la Iglesia católica) y con los famosos angelitos poblanos, sino también los lienzos realizados por el pintor José Rodríguez Carnero, el retablo del fondo y el altar de la virgen situado en el crucero de la capilla, cuya planta fue concebida en forma de cruz latina.
No quiero oro… mejor plata
Inigualablemente bello es también el camarín de la virgen del Rosario, en Atotonilco, conjunto decorado en su totalidad por los murales realizados por Miguel Antonio Martínez de Pocasangre. Comenzó a construirse el 3 de mayo de 1740, según información de la agrupación Adopte una Obra de Arte, que se dedicó a recabar fondos para su rescate.
Primero se edificó una “modesta iglesia de una sola nave” y fueron añadiéndose capillas (de la virgen de Loreto, la capilla de Belén, la del Santo Sepulcro y de la Gloria Escondida) “que hicieron del santuario una complicada estructura arquitectónica”.
En 1766 se construyó la capilla de Nuestra Señora del Rosario y su camarín, restaurados hacia finales de los años 90 del siglo pasado por la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, a cargo entonces del arquitecto Sergio Zaldívar.
El retablo del camarín, destaca por estar cubierto en su totalidad por plata y se ha dicho que es quizá el único ejemplo del barroco, realizado con este metal.
El conjunto está relacionado además con la historia patria pues se dice que de ahí tomó Miguel Hidalgo el estandarte de la virgen de Guadalupe. Y aunque hay historiadores que ofrecen versiones distintas, lo cierto es que esta leyenda es ya parte del imaginario nacional.
Como sea los dos altares son dignos de visitarse por creyentes y no creyentes.