Graves daños en La Conchita de Coyoacán
Judith Amador Tello
El deterioro del barrio y, sobre todo, de su templo, centro originario del asentamiento español tras la caída de Tenochtitlán, parece inconcebible al calor de la pugna entre “conservacionistas” y “modernistas” al seno interno del gobierno del Distrito Federal, que permite vehículos de alto tonelaje en la zona, tanto de mercancías como de filmación de telenovelas. Los vecinos se agrupan, juntan dinero, protestan, pero…
(Proceso)
.- Testigo de piedra de buena parte de la historia de México desde la época prehispánica, la llegada de los españoles, los primeros escarceos amorosos entre Hernán Cortés y la Malintzin, y el imparable y caótico desarrollo urbano, la Plaza de la Conchita en Coyoacán se deteriora día con día pese a que sus habitantes, organizados en comités vecinales, hacen esfuerzos por su conservación y rescate.
Un grupo de ellos, encabezados por Lilia Cisneros Luján, secretaria del Comité Ciudadano del Barrio de La Concepción, así como sus integrantes Carlos Juan Cisneros, María Elena Piña y la pintora Rina Lazo, quien habita en la que fuera casa de La Malinche, reunidos con Proceso en la pequeña plaza –ubicada entre las calles de Higuera, Fernández Leal, Vallarta y Venustiano Carranza– exponen su preocupación e indignación por los daños.
El más grave ahora y, sobre todo, urgente de reparar –acusan– está en su pequeño templo sobreexplotado no sólo para los servicios religiosos habituales como la misa dominical, bautizos o bodas, sino para eventos sociales, la filmación de películas (recuerdan entre las primeras Viva mi desgracia, protagonizada por Pedro Infante) y la grabación de telenovelas del las cadenas Televisa y TV Azteca.
Declarada monumento nacional el 12 de julio de 1932, la capilla de la Conchita no oculta en sus muros externos y fachada, principalmente, el paso del tiempo. Según información contenida en la carpeta integrada por los vecinos con los escritos que han dirigido a diversas oficinas burocráticas y sus respuestas, sus detalles ornamentales “con entrelaces de influencia mudéjar (ajaracas)” hacen de su portada “uno de los más bellos ejemplos del estilo barroco popular religioso”.
Pero hoy sus piedras labradas no ocultan el desgaste, el pulimento que la lluvia, el viento, el agua, la contaminación y la emisión de automóviles, camionetas y aun camiones de carga van haciendo silenciosamente. Peor aún, la fachada presenta grandes grietas, también las hay en su interior, y el riesgo de derrumbe del pequeño templo obligó a su cierre en junio del año pasado.
Para Cisneros, lo que le ocurre al monumento es resultado de la pugna en el gobierno de la Ciudad de México, entre dos proyectos “completamente opuestos”. Uno calificado de conservacionista y otro “modernista –como le llaman–, en el cual hay que privilegiar el futuro, el desarrollo, la modernidad y no aferrarse al pasado”.
Considera, sin embargo, que el futuro no se entiende sin el pasado y por ello, independientemente de ser o no residente de Coyoacán, de las posiciones políticas o de que se profese o no la fe que alberga el templo de La Conchita, es parte de la historia, y por ello debe preservarse.
Interviene Rina Lazo, discípula de Diego Rivera, quien es considerada por los vecinos como “un bien cultural” y vive justamente en la que fue casa de La Malinche, para destacar que La Conchita es la iglesia más antigua de todo Coyoacán, junto con el barrio que la rodea, pues ahí se establecieron los conquistadores.
Dice la historia que presenta el arquitecto perito Alfonso Zamudio Castro, del INAH, que Coyoacán, originalmente Coyohuacan (lugar de poseedores de coyotes), fue fundada por los toltecas y posteriormente se establecieron los tepanecas, derrotados por el rey azteca Itzcohuatl. Los españoles vieron por primera vez el sitio en el otoño de 1519 y lo ocuparon en abril de 1521. Ahí estableció Cortés su cuartel general mientras se reedificaba Tenochtitlán. El primer asentamiento español con su ayuntamiento en el valle de México fue en Coyoacán, fundado ese año, y se trasladó a Tenochtitlán hasta comienzos de 1524.
Se cuenta también que Cortés mandó construir en el lugar una capilla provisional, una especie de ermita para enterrar el cuerpo de su primera esposa Catalina Juárez, “La Marcaida”, y que para 1755 ya existía una capilla “cuyo aspecto –sigue aquí el arquitecto– y ornamentación correspondían a una construcción del siglo XVIII”. El 5 de octubre de 1934 se reconoció a una parte de Coyoacán, incluyendo el templo y la plaza de La Concepción como zona típica y pintoresca, y el 19 de diciembre de 1990 se expidió un decreto federal declarando zona histórica el mismo conjunto.
Lazo lamenta que siendo un barrio tan importante y el más antiguo de la Ciudad de México, esté tan descuidado. Ya presenta un agujero aquí, se levanta una baldosa allá, y el empedrado original fue cambiado por adoquines que van desprendiéndose. Hay que rescatar todo, advierte, para que recupere la belleza que tuvo.
No se refiere sólo al templo, pide impedir que siga deteriorándose el barrio, no permitir el paso de camiones pesados, “empezando por los de Televisa” y los que surten agua, refrescos u otros servicios de abastecimiento, que en el Centro Histórico de la ciudad –por ejemplo– usan camioncitos, pero en Coyoacán entran todavía con grandes unidades. Llegan también muchos autobuses de turismo a visitar la plaza y se estacionan justo en las callecitas que la rodean.
Todo ello, coinciden los vecinos, está dañando la estructura del templo, porque afecta desde el suelo que presenta visibles hundimientos diferenciales hasta el subsuelo que está siendo secado en extremo por la construcción de nuevas casas o edificios. Incluso cuentan con un estudio de mecánica de suelos que pagaron con donativos de los propios vecinos.
Contradicciones
Exigen la pronta intervención de las autoridades (de la delegación, del gobierno de la ciudad, del Instituto Nacional de Antropología e Historia y del Consejo Nacional para la Cultura, entre otras) para restaurar el templo y su entorno, porque no tendría sentido rescatar la iglesia si no hay un proyecto integral para el barrio que contribuya a su preservación.
“Es increíble que el Conaculta –dice indignado uno de los vecinos–, a través de Educal, esté tratando de construir un Centro Cultural (Elena Garro, en Fernández Leal 43) y a 150 metros se esté cayendo una de las iglesias más importantes de este país.”
“… De América”, remarca otra vecina, quien considera injustificable el gasto de “80 millones en un proyecto sin sentido”. En realidad el presupuesto original para la librería y centro cultural Elena Garro era originalmente de 30 millones de pesos, y para agosto del año pasado iba ya en 121 millones 880 mil pesos (Proceso 1746).
Existe el temor de que el centro cultural complique el tráfico vehicular, que de por sí es “impresionante”, pues según los cálculos de los proyectistas tendría entre 700 y 900 visitantes diariamente. Añaden que el espacio tiene un uso de suelo de “venta de artesanía, librería, discos, salones para talleres, auditorio al aire libre, auditorio cerrado y hasta permiso de bar, ¿qué va a pasar?, ¿si no funciona lo hacen bar, restaurante?”
Ciertamente hay vecinos que están a favor de la apertura de otra librería más en Coyoacán, donde ya hay 59. Otros se oponen, consideran que ya es demasiado y que en todo caso estaría mejor en la zona de librerías de la avenida Miguel Ángel de Quevedo.
En Coyoacán hay también 12 museos, 24 teatros, 15 centros culturales, 20 bibliotecas… tiene su sede la Compañía Nacional de Teatro, la Fonoteca Nacional. El Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin) pretende establecer sus oficinas en la Casa de Niñas Infractoras.
Desde hace más de cinco años, los comités vecinales comenzaron a expresar su preocupación por el deterioro del templo a distintas autoridades. Cuentan con un dictamen hecho el 24 de octubre de 2006 por el arquitecto Zamudio Castro, quien dio detalle de los daños y señaló la necesidad de restaurarlo con urgencia:
“Al parecer desde principios de los años ochenta no se han realizado labores de preservación en el monumento histórico, es notorio que no se realizó una restauración integral, desde entonces el monumento histórico ha padecido de una falta de mantenimiento por un lado y de una labor integral de restauración que ponga a salvo, en primera instancia, las condiciones estructurales del templo, las cuales se manifiestan, en lo visible, en fisuras y grietas en los arcos fajones (perpendiculares a la nave), en las grietas entre la sacristía y el templo y en las correspondientes al arco que sostiene el coro.”
En su búsqueda de soluciones, los vecinos se han dirigido a los entonces delegados Miguel Bortolini y Heberto Castillo, y a funcionarios que igualmente ocuparon un cargo, como el arqueólogo Ernesto Rodríguez Sánchez, en la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH; Javier Cortés Rocha, en la de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural; Xavier Guzmán Urbiola, en la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del Instituto Nacional de Bellas Artes; Claudia de la Garza, en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH; y a Alfonso de María y Campos, actual director del INAH.
Algunos de plano les respondieron que no era su responsabilidad ni el desarrollo urbano ni la conservación del inmueble.
El comité vecinal de La Conchita considera que parte del deterioro del templo y la zona se debe a la demolición de la antigua Fábrica de Papel Coyoacán que se encontraba en Fernández Leal No. 68 y 82, autorizada por el INAH, donde se construye un conjunto de 41 casas. Por ello pidieron al arquitecto Agustín Salgado, coordinador nacional de Monumentos Históricos de dicho instituto, realizar una visita y comprobar los daños.
El director de Desarrollo Urbano del gobierno de la ciudad, Jorge Carlos Acuña Ramírez, reconoció en el oficio DDU/201/07 que tras revisar los planos del proyecto de construcción del conjunto de vivienda unifamiliar, “se sospecha que difiere de la licencia y planos autorizados por el INAH, Seduvi…”.
Los vecinos solicitaron al INAH les informara cómo se autorizó la demolición de la antigua fábrica y les dijeron “que ese estudio no lo hizo el INAH, sino una empresa particular a petición de los contratistas de las 40 casas que en esa fecha se pretendían realizar”.
Y aunque coinciden en algunos puntos con el dictamen del perito Zamudio Castro, expresan no estar del todo convencidos de su posición, “ya que el arquitecto es juez y parte de dicha construcción y siempre ha apoyado al constructor de las 40 casas, que ahora nos enteramos van a ser 41”.
Anarquía
Aunque hace ya años que la iglesia está dañada, es desde junio pasado cuando comenzó a resquebrajarse más gravemente. Cuentan los vecinos que Salgado no creyó inicialmente que el monumento pudiera desplomarse, pero tras la visita reconoció que está realmente en riesgo y representa un peligro para sus usuarios.
No obstante denuncian que la empresa Televisa ha seguido utilizándola para la grabación de telenovelas, e incluso recarga en el muro exterior del ábside “el changarro” que utiliza para poner la comida de los actores y trabajadores. La pregunta es quién les otorga los permisos. Ellos aseguran que no es la delegación Coyoacán ni el INAH (aunque es propiedad federal), sino la Comisión de Filmaciones del gobierno de la Ciudad de México.
Luego de la visita de Salgado al templo, en la cual se hizo un escáner y registro, se determinó que al parecer la parte del altar está asentada sobre una plataforma prehispánica, lo cual hace que tenga un mayor soporte. En cambio, el frente puede estar siendo víctima de una fuga de agua que está barriendo con la tierra y dejándolo sin base, de ahí que el templo se esté partiendo en dos. Y el temor es que el coro no sobreviva por mucho tiempo.
Para el rescate del templo se han unido a los vecinos de La Conchita comités vecinales de otros barrios de la delegación y organizaciones como el Patronato Amigos del Centro Histórico de Coyoacán, encabezado por Carmen Aguilar Zínser, y la Orquesta Sinfónica de Coyoacán, que el próximo 3 de junio, a las 19:30 horas, ofrecerá una gala de ópera en la parroquia de San Juan Bautista, ubicada en el centro de Coyoacán.
Parte de lo recaudado será donado al proyecto de restauración. La gala, dirigida por Teresa Rodríguez, contará con la participación de cantantes solistas de la Sociedad Internacional de Valores de Arte México, A.C. (SIVAM), presidida por Pepita Serrano.
De igual forma se ha logrado la participación del Fondo de Apoyo a Comunidades para la Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba) y se consiguió que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados otorgara 1 millón de pesos, que –reconocen– es muy poco comparado con lo que se requiere.
Se pedirá que los comités vecinales también hagan donativos, así como la intervención del párroco de San Juan Bautista, Juan de Dios García Ricalde, pues aunque el templo es una propiedad del gobierno federal y un monumento histórico, la custodia la tienen los padres franciscanos.
“El INAH no tiene fondos, entonces vamos a buscar nosotros como vecinos los fondos necesarios para restaurar la iglesia… se necesita mucho dinero.”
Pero, insisten, de nada servirá restaurar sólo la iglesia si no hay un proyecto integral de rescate del barrio, que es como otros tradicionales de la ciudad, con su sastrería, su tiendita, su café. Añade la presencia de la Escuela Nacional de Música y reiteran el rechazo a la librería de Educal, pues “deteriorará más la calle de Fernández Leal”.
“Siendo centro de barrio está muy maltratado, es necesario rescatarlo porque es lo que da identidad a la zona. En Coyoacán tenemos varios centros que son simbólicos, emblemáticos, como Santa Catarina, San Juan Bautista, La Conchita, La Candelaria, son centros que conservan muchas de las características de la época colonial e incluso de la época prehispánica.”
El problema es que “Coyoacán se ha puesto un poco de moda, les da miedo que Santa Fe se caiga –y no van tan perdidos porque está sobre minas de arena y basureros–, entonces todo México quiere traer cultura a Coyoacán y los coyoacanenses no queremos, lo que nos aculturamos ya, y lo que no pues ni modo”.
No obstante, aclaran que no están en contra de la cultura como se les ha estigmatizado por distintas causas, entre ellas su oposición a la librería. “Al contrario –dice Cisneros– si estuvieramos en contra no nos hubiéramos involucrado en la defensa de este patrimonio cultural, no sólo de Coyoacán, sino de la ciudad y del país entero, simplemente nos oponemos a la violación de la ley”, y en Coyoacán “hay un incumplimiento de la ley, una anarquía total”. l