Tlaltelolco reducto de la heróica resistencia Mexica

Breve historia de Tlatelolco

Eduardo Matos Moctezuma

Arqueología Mexicana

El Templo Mayor de Tlatelolco y la Iglesia de Santiago Tlatelolco, ciudad de México.

Aunque en permanente conflicto con la ciudad de Tenochtitlan, Tlatelolco se convirtió en el último reducto de la heroica resistencia mexica frente a los españoles.

Por su parte, el gran mercado de Tlatelolco –que provocó asombro entre los españoles y codicia entre los tenochcas– destacó por la organización de los diversos sectores en los que se comerciaban numerosos productos, entre ellos cerámica, mantas, cestería, comida y animales.

Diversas crónicas del siglo xvi se ocupan de los mexica-tlatelolcas, si bien hay que tener en cuenta que al formar parte originalmente del grupo azteca-mexica, la gran mayoría de los datos reportados por las crónicas comienzan a partir del momento en que ocurre la separación entre unos y otros una vez asentados en Tenochtitlan. Sin embargo, tenemos algunas noticias de los tlatelolcas antes de su llegada a la Cuenca de México. Fray Juan de Torquemada proporciona información, en el libro segundo de su Monarquía indiana, sobre los primeros pasos de los futuros tlatelolcas en relación con un suceso ocurrido una vez que parten de Aztlan. Refiere el fraile cómo Huitziton ofrece dos bultos: en uno de ellos se encuentra una fina piedra verde y en el otro, dos palos para encender el fuego. El primero se le otorga a los que más tarde conoceremos como tlatelolcas, mientras que el otro se entrega a los mexicas.
Desde entonces empieza a haber cierta disputa entre los dos grupos que años después, ya asentados en Tenochtitlan, desencadenará la separación. La disputa se prolongó durante la convivencia de las dos ciudades, Tenochtitlan y Tlatelolco, y se manifestó de distintas maneras: que si Tlatelolco se fundó antes que Tenochtitlan; que si Tenochtitlan tuvo rey antes que Tlatelolco o fue al revés; que si unos eran cobardes y los otros más aguerridos, etc. Tlatelolco destacó como ciudad comercial (quizá por eso se le entregó la piedra verde, el chalchihuite, que venía de lejanas regiones y servía, entre otras cosas, como moneda), y Tenochtitlan se erigió como cabeza de la Triple Alianza, una vez liberada de Azcapotzalco, es decir, tuvo el poder político y militar. Lo cierto es que la rivalidad entre ambas ciudades los llevó a la guerra, que culminó en el momento en que Axayácatl conquistó Tlatelolco y ésta quedó sometida a los designios de Tenochtitlan.

La fundación de Tlatelolco
Varias son las fuentes históricas que relatan que hacia 1337 un grupo inconforme decide trasladarse a un islote al norte de la recién fundada Tenochtitlan. El lugar escogido se conoce como Xaltelolco, “lugar del montículo redondo de arena”, donde fundarán la ciudad de Tlatelolco, “mon-
tículo redondo”. En el glifo que conocemos de la ciudad se ve un montón de arena sobre el que yacen un águila, un escudo, una lanza y una macana, o en ocasiones se muestra a un gobernante sentado sobre el montículo. Ambos casos se ven en las Ordenanzas del señor Cuauhtémoc, mientras que en el Códice de Tlatelolco se ve sólo al gobernante sentado encima del cerrillo de arena. Una forma simplificada muestra solamente el montículo, como se aprecia en varios códices.
En las Ordenanzas del señor Cuauhtémoc se describe el difícil inicio de Tlatelolco:

…vinieron a buscar su ciudad de Tlatelolco. Por primera vez obtuvieron tierras vuestros abuelos, allá donde fueron a mirar el lugar de descanso del águila que era su guía, entre las cañas y los tules, adonde habían ido ya, donde les había parecido bien. Allá fueron para descubrir en medio de las aguas lo que habrían de comer; por primera vez empezaron a pescar con redes, y atraparon diversas clases de animalillos, como pescados, moscos de agua, rana y aves, y éste fue el descubrimiento de los que al principio obtuvieron tierras, de los laguneros cazadores. Allá comenzaron a levantar sus jacales, a construir su ciudad, a tomar posición de su ciudad; y nadie se apropiará de ella, porque será la propiedad y la herencia de sus hijos en el futuro.
Allá se ve el año de 12 calli, que es 1361, cuando vinieron a pescar; y cuando se dividieron en Tenochtitlan para venir a fundar su ciudad de Tlatelolco fue en el año de 4 técpatl, que es 1392 (Ordenanzas del señor Cuauhtémoc, 2000).

Aunque a todas luces las fechas que se mencionan son muy tardías en relación con las de otras fuentes, no cabe duda de que el tlatelolca trata de establecer que sus antecesores ya habían ocupado el lugar, esto para no aceptar que el mexica que va a permanecer en Tenochtitlan era más antiguo.
Pronto ven la necesidad –al igual que los tenochcas– de verse gobernados por alguien de los poderosos señoríos existentes, y acuden a la casa real tepaneca para solicitar a Tezozómoc, señor de Azcapotzalco, que nombre gobernante a uno de sus hijos. Así, se designa a Cuacuauhpitzáhuac, con quien da comienzo el linaje tlatelolca. A éste le sucede su hijo Tlacatéotl, después asume el trono Quauhtlatoa y finalmente, Moquíhuix, a quien toca enfrentar a los mexica-tenochcas y perder la guerra en 1473 en contra de Axayácatl.

Las conquistas de los tlatelolcas y su mercado
Los tlatelolcas lograron un desarrollo constante y llevaron a cabo conquistas militares: primero bajo el control del señor de Azcapotzalco, y una vez liberados de éste, por cuenta propia o en apoyo de la Triple Alianza. Su primer gobernante, Cuacuauhpitzáhuac, quien reinó entre 1376 y 1417, llevó a sus ejércitos a la conquista de varios pueblos, en guerras en las que los tlatelolcas destacaron como buenos guerreros, a tal grado que aun siendo tributarios de Tezozómoc de Azcapotzalco, se les permitió cobrar tributo a los pueblos del oriente de la Cuenca de México.
Por otra parte, contaban con un mercado –que causó fuerte impresión entre los conquistadores–, lugar de intercambio de productos diversos tanto locales como llegados de otras latitudes. Al principio, bajo el gobierno de Cuacuauhpitzáhuac, sólo comerciaban plumas de papagayo, como lo señala Sahagún: “Cuando los mercaderes comenzaron en Tlatelulco, de México, a tratar, era señor uno que se llamaba Quaquapizauac, y los principales tratantes eran dos. El uno se llamaba Itzcoatzin y el otro Tziutecatzin. La mercadería de éstos, por entonces eran plumas de papagayos…” (Sahagún, 1956, t. 2, p. 339).
El mercado fue cobrando importancia, a tal grado que se convirtió al paso del tiempo en el principal sitio de intercambio. De sobra conocidos son los relatos que nos han dejado tanto Hernán Cortés como Bernal Díaz del Castillo, de los que cabe destacar varias cosas: por un lado, la organización que se guardaba en los distintos sectores, en los que se ofrecían productos como cerámica, mantas, cestería, comida, animales, etc., y por otro, la manera en que se dirimían las controversias que pudieran surgir del intercambio y la adquisición de productos, resueltas por los jueces. A esto hay que añadir la enorme cantidad de personas que acudían al mercado, según señala Díaz del Castillo (1943, t. 1, p. 281): “…quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en ello tenían”.
Los pochteca o comerciantes constituyeron un grupo poderoso dentro de la jerarquía social. Tenían ciertos privilegios, como una milicia propia que los protegía en sus andanzas por otras tierras, y contaban con sus propias ceremonias para el enterramiento de los señores; veneraban, entre otros, a un dios específico, Yacatecuhtli, del que señala Sahagún (1956, t. 1, p. 66):
“…comenzó los tratos y mercaderías entre esta gente, y así los mercaderes le tomaron por dios y le honraban de diversas maneras”. A lo anterior hay que añadir que en no pocas ocasiones los comerciantes desempeñaron el papel de espías. En relación con esto, viene a cuento un relato de Sahagún (ibid., pp. 67-68): “Si han de entrar en tierra de guerra primero aprenden el lenguaje
de aquella gente, y toman el traje de ella, para que no parezca que son extranjeros sino que son naturales”.

Gobernantes de Tlatelolco
A la muerte de Cuacuauhpitzáhuac, le sucedió su hijo Tlacatéotl (1418-1427/1428). Con él continuó el desarrollo de los tlatelolcas, se siguió recibiendo tributo de varios pueblos y el mercado amplió su campo de acción, al contar con algodón, jade y plumas de quetzal, además de cambiarse del lugar que originalmente había ocupado. Tlacatéotl tuvo interés por embellecer algunos edificios y mandó traer esculturas desde Tula; al respecto, Robert Barlow menciona: “…en ‘el año 99’ de la fundación de Tenochtitlan; o sea por 1421… fueron los de Tlatilulco a Tula, y como (los habitantes de Tula) se habían muerto y dejado a su dios que se decía Tlacauepan, tomaronlo y trujeronlo al Tlatilulco” (Barlow, 1987, p. 80).
Tlacatéotl fue muerto por encargo de Maxtla, señor de Azcapotzalco, quien había sido entronizado a la muerte de su padre Tezozómoc. Al parecer, la canoa en que iba Tlacatéotl fue apedreada, y no falta la versión de que, aparte de razones políticas –pues Maxtla también mandó matar a Chimalpopoca, señor de Tenochtitlan–, hubo problemas de faldas (o huipiles), pues se dice que Tlacatéotl tuvo relaciones con la mujer de Maxtla (Barlow, 1987, p. 81).
Correspondió a Cuauhtlatoa (1428-1467), nieto de Tlacatéotl, expandir de manera significativa las campañas guerreras a regiones como Puebla y la costa del Golfo, de entre las que destacó la batalla de Cuetlaxtlan, la cual, según Barlow:

…fue la gran victoria de México-Tlatelolco. Ni antes ni después alcanzaron tanta fama los ejércitos de Tlatelolco… Aparece Cuetlaxtlan en la lista oficial de victorias te-nochcas. Sin embargo, las fuentes históricas más detalladas hablan del “miedo” que Moctezuma I tuvo a la alianza de los poderes poblanos y veracruzanos o de cómo los mexica de Tenochtitlan solamente dieron “escolta” a los mexica de Tlatelolco. Y de Cuauhtlahtoa victorioso en Cuetlaxtlan tenemos una pintura, y tenemos la canción de victoria que se le compuso al capitán –posteriormente señor– Moquíhuix (Barlow, 1987, p. 95).

Para darnos una idea de los tributos que pagaban estas regiones, transcribimos lo que dice Alvarado Tezozómoc:

…esmeraldas, piedras ricas de chalchihuitl, y de lo menudo en polvo teoxihuitl, y todo género y suerte de plumería, de las más supremas de valor del mundo; cacao y mantas de mucho valor, y teonacaztli, cacao pardo para la espuma del beber, ámbar cuajado, y de la mar y de minas; las mantas que diéremos serán de a diez brasas de largo cada pierna, y todo género de pescado y comidas, y así mismo todo género de fruta…(Barlow, 1987, p. 98).

Más aún, en su tiempo, en el mercado se comerciaba una gran variedad de productos, como lo señala Sahagún: “…se comenzaron a comprar y vender barbotes de oro, y anillos de oro y cuentas de oro, y piedras azules labradas como cuentas, y grandes chachihuites y grandes quetzales, y pellejos labrados de animales fieros, y otras plumas ricas de diversas maneras y colores” (Sahagún, t. 2, p. 339).

La guerra entre mexica-tenochcas y mexica-tlatelolcas
Muerto Cuauhtlatoa hacia 1467, accedió al trono Moquíhuix, quien había destacado como general de los ejércitos tlatelolcas. Se han esgrimido diversas razones para justificar la guerra entre mexica-tenochcas y mexica-tlatelolcas. Sin embargo, pienso que el apogeo alcanzado por el mercado de Tlatelolco fue una buena razón para los intereses tenochcas, unida quizás a la imprudente actitud de Moquíhuix, quien envalentonado por sus triunfos militares –que grandes reconocimientos y cantos le habían acarreado– se sintió lo suficientemente fuerte como para vencer a los te-nochcas. No resultó así, y en 1473 el gobernante se refugió en el Templo Mayor, último reducto de su desesperada defensa, y murió al caer desde lo alto. Dicen algunas fuentes tenochcas que el propio Axayácatl lo arrojó, en tanto que otras señalan que se suicidó. Varios códices, como el Telleriano-Remensis, el Mendocino y el Cozcatzin dan cuenta del suceso. A partir de aquel momento, Tlatelolco quedó como tributario de los tenochcas y nunca volvió a contar con gobernantes propios sino hasta la época colonial.
A la llegada de los españoles, que venían acompañados por sus aliados indígenas, volvemos a ver a tenochcas y tlatelolcas unidos ante el acoso de aquéllos. Pero ni en esas circunstancias cedieron en sus controversias. En el Relato de la Conquista, anónimo tlatelolca de principios de la Colonia, leemos cómo se refieren a los tenochcas en forma despectiva. En otra parte, se habla del final de los combates: “Y así las cosas, vinieron a hacernos evacuar. Vinieron a estacionarse en el mercado. Fue cuando quedó vencido el tlatelolca, el gran tigre, el gran águila, el gran guerrero. Con esto dio su final conclusión la batalla” (Relato de la Conquista, en Matos Moctezuma, 2003).
Cosas del destino, mientras que Tlatelolco se convirtió en el último reducto de la heroica resistencia mexica, también sería al paso del tiempo lugar de infortunio. Allí ocurrió la matanza de estudiantes de 1968, y el temblor de 1985 dejó su trágica secuela de muerte. Sin embargo, en tanto que Tenochtitlan perdía su nombre, el de Tlatelolco perduró en el tiempo…

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Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

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