Que en el Pontificio Consejo para la Familia del Vaticano parecen no aprender de las experiencias y pensar con mente abierta.
Por segunda ocasión consecutiva, el martes pasado, los funcionarios de este dicasterio romano se empecinaron en ofrecer una conferencia de prensa sobre el VII Encuentro Mundial de las Familias ¡sin la presencia de matrimonios!
Los responsables de presentar al mundo los trabajos preparativos a la más importante reunión de familias católicas fueron dos cardenales, un monseñor y tres sacerdotes. Los laicos y, sobre todo, los padres de familia brillaron por su ausencia. Es claro que la presencia institucional era necesaria y, en este campo, los clérigos deben jugar su rol. Pero la falta total de representación no religiosa resultó un tanto excesiva. Si las familias verdaderas, formadas por cristianos de a pié, no ocupan un papel protagónico en estos momentos de la vida de la Iglesia ¿en qué otros momentos lo ocuparán? ¿en el año sacerdotal? Nomás es pregunta.
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