Martín Vega Arellano y Emiliano González Morales, dos queretanos muertos en el terror de San Fernando Tamaulipas

RACISTAS AMERICANOS

Agustín Escobar Ledesma

Las representaciones plásticas de Los desastres de la guerra de Francisco de Goya y Lucientes, prefiguraron los resultados de la “guerra” que Felipe Calderón Hinojosa, presidente espurio de México, le declaró al crimen organizado.

Las narcofosas de Durango y Tamaulipas fueron esbozadas, doscientos años antes, por el buril de Goya quien, entre otros, tomó a los queretanos como sus modelos.

El pasado viernes 20 de mayo, las autoridades dieron a conocer la identidad de dos queretanos encontrados en las tumbas del terror de San Fernando, Tamaulipas: Martín Vega Arellano y Emiliano González Morales, migrantes serranos que, por cierto, no pertenecen al grupo de los 33 serranos desaparecidos entre marzo y abril de 2010. Martín y Emiliano desaparecieron el 1 de abril de 2011, el primero es hijo es hijo de Martín Vega Suárez, El Tigre de la Sierra, corridista jalpense, con quien platiqué el 30 de julio de 2008 y cuya entrevista forma parte de mi libro “Con la música a otra parte. Migración e identidad en la lírica queretana”, publicado en 2010. A continuación, transcribo el texto de la plática con El Tigre de la Sierra que hoy está de luto y con él, el país entero.
La entrevista con Martín Vega Suárez es en una plácida cafetería de Jalpan de Serra, en un tranquilo y soleado día en que las urracas parlanchinas sobrevuelan alegremente las copas de los árboles, en claro reto a quienes pretendieron echarlas del jardín principal con el engaño de que un águila virtual acechaba el entorno. La indumentaria del cantante mejor conocido como El Tigre de la Sierra no pasa desapercibida, lo más sobresaliente de su ajuar es una cadena de oro que cuelga sobre su pecho, de la que pende un caracol del mismo metal, con piedras preciosas incrustadas; el sombrero que lleva sobre su cabeza hace juego con el chaleco de piel con flequillos; en el bolsillo izquierdo de su camisa de manga larga, asoma la brillante cabeza un calibrador de aire, seguramente para medir el aire de las llantas de su camioneta. El Tigre de la Sierra, al igual que Pedro Navajas, personaje de la canción de Rubén Blades, “mira y sonríe y el diente de oro vuelve a brillar”, porque sus incisivos son del áureo metal.
Por supuesto que a Martín Vega Suárez la vida también le ha dado sorpresas puesto que, cuando trabajó en Estados Unidos, cometió un error y, como en el juego de serpientes y escaleras, cayó a la cárcel. El Tigre estuvo encarcelado en Lacrom, Miami, y en Naples, Florida, lugar en el que compuso setenta canciones y corridos que iba guardando en su celda, pero cuando lo llevaron a otro centro penitenciario, en Lousiana, se le perdieron. Los barrotes no evitaron que las alas de Martín Vega volaran alto en pos de la inspiración:
En la cárcel componía, allí hice la canción “Visita conyugal”, en 1996, que cuando se las cantaba a los presos lloraban al oírla. Ahí también compuse “Deportado y sin cariño“, “Deportado de por vida” y “Como fiera enjaulada”. En 1997 salí de la cárcel y me deportaron, desde entonces no he vuelto para allá y aquí me la he pasado.
Al estar año y medio encerrado, Martín Vega Suárez, sufrió en carne propia el maltrato, la discriminación, la soledad y, sobre todo, conoció la diferencia del sistema penitenciario estadunidense que no permite las relaciones de pareja en las cárceles, a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, que, a pesar del hacinamiento y la corrupción en los centros de readaptación social, sí existe la posibilidad de la relaciones sexuales entre parejas heterosexuales. El tema “Visita conyugal”, que Martín compuso en aquellos años de encierro narra la situación de un preso que ruega al guardia el permiso para acercarse a su pareja, algo que sabe imposible; también describe la desesperación y la impotencia del recluso por acercarse al ser amado que, ante el encierro, seguramente terminará abandonándolo.
Guardia, no sea mala gente
permita que ella entre hasta aquí donde estoy
porque, aunque yo la mire y hable con ella
la vidriera impide besarnos los dos.

Ésta es una visita que ella me hace
siempre a cada mes
compréndame mi pena soy un prisionero
loco estoy por ella, no sé ni qué hacer.
(…)
Martín Vega menciona que nunca tuvo problemas con los patrones gringos con los que trabajó, que incluso les caía bien y se daba su tiempecito para componer canciones; pues él mismo se define como lírico en la guitarra con la que se ayuda para ponerle tonada a sus canciones. Sin embargo, cuando iba a tocar, en algunos lugares empezó a tener problemas con la ley porque quienes lo contrataban los tenían con la autoridad y como a él lo encontraban con ellos, a veces lo detenían temporalmente. Llegaba la policía a esos lugares a investigarlos y lo encontraban tocando en las reuniones de esa gente, pero Martín les decía que él no estaba haciendo nada malo, que sólo amenizaba la reunión en la que había carne asada barbiquiu y cervezas y que le pagaban de 200 a 300 dólares por cantar acompañado de su guitarra.
Al cruzar la frontera norte como indocumentado, Martín vio y sufrió en carne propia el trato que los de la migra les asestan a nuestros compatriotas, testimonio que describe puntualmente en “Racistas americanos”, tema de 2002 en donde los minuteman, los rancheros y la migra representan el mal encarnado que atenta contra los derechos humanos de quienes cruzan la frontera para trabajar y no para delinquir. Martín Vega, al igual que Molotov, en el tema “Frijolero”, pone el dedo en la llaga.
El título de la canción, “Racistas americanos”, de El Tigre de la Sierra, también nos remite al odio que los mexicanos hemos acumulado históricamente en contra de los cuerpos represivos que resguardan la frontera norte.
Fronteras tamaulipecas, Nogales y Ciudad Juárez
yo soy indocumentado y quería comunicarles
voy para Estados Unidos, pero me hierve la sangre.
(…)
La necesidad me lleva a cruzar ese peligro
de esos malditos rancheros, racistas y asesinos
cazando indocumentados, eso no es de hombres les digo.
(…)
Que desquite el mexicano, por cruzar por sus terrenos
por Arizona yo he visto, es un maldito desierto,
racistas americanos, es lo que son y eso es cierto.
(…)
Yo no sé lo que va a pasar, si siguen matando gente
guerra se puede formar, platíquense presidentes
no nos pongamos en mal, por racistas solamente.
Tierra Fría
Martín Vega Suárez nació en la comunidad de Tierra Fría, municipio de Jalpan de Serra. El gusto por la música le apareció desde que empezó a escribir en la escuela. Recuerda que la gente le decía que “sus canciones le salían muy bonitas”, que “cómo le hacía para componerlas porque pensaban que eso sólo lo podía hacer una persona muy estudiada o una máquina”. No creían que Martín las hiciera porque decían que le salían igualitas a las que se escuchaban en la radio. A los 19 años de edad compuso “Mi decepción” canción con la que conquistó a su esposa.
Martín es autor de varias canciones sobre el tema del fenómeno migratorio, dice que son alrededor de veinte. En una de ellas “Preocupado por mi padre”, toca el tema del abandono que sufren los niños cuando el papá emigra, dejando a su mujer y a los hijos en la incertidumbre porque no saben si regresará, si les enviará dólares, o si perderá la vida en el intento de cruzar el río Bravo.
Aprendí inglés en el Otro Lado pero como ya casi no lo hablo, se me está olvidando, pero cuando lo oigo si lo entiendo bien. En una ocasión quise escribir una canción en inglés pero no me salió nada. Yo quisiera pedir el perdón para que me dejen entrar a Estados Unidos, quisiera que alguien me ayudara para regresar a Estados Unidos, porque tengo mis papeles de residente que están vigentes.
El Tigre de la Sierra entrecierra los ojos para exprimir los recuerdos de una de sus composiciones, es la canción de “Triste bracero” compuesta en 1999, yo trato de ni siquiera respirar para no interrumpirlo y ruego que se acuerde de toda la letra de la canción que se sabe de memoria y que interpretan Los Auténticos Pedernales:
Se escuchan ruidos muy fuertes a orillas del río Bravo,
son las once de la noche y tenemos que cruzarlo
se me hace que es un fantasma de tantos que se han ahogado.

Allá se mira una luz en medio del carrizal
se alcanzan a escuchar voces, me dan ganas de llorar
ya va a llegar el patero para el río Bravo cruzar.

Virgencita milagrosa protégenos al pasar
que esas voces que se oyen en medio del carrizal
que no vaya a ser la migra que esperándonos está.

Mañana como a las doce el coyote va a llegar
de la antena de La Leona ahí nos va a levantar
para llevarnos a Houston y mucho dólar ganar.
(…)
Ya me voy a retirar porque el patero llegó
adiós Acuña, Coahuila pa’ vuelta de año nos vemos,
de México no me olvido menos de Jalpan mi pueblo.

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