De Tolimán al cerro sagrado del Zamorano

Patrimonio inmaterial otomí-chichimeca en exposición

Organización Editorial Mexicana

El Sol de México

Año con año los otomí-chichimecas o hñahñu se reúnen para ir en peregrinación a las elevaciones sagradas del semidesierto queretano: la Peña de Bernal y los cerros del Zamorano y el Frontón, donde cargados de cruces milagrosas veneran a sus antepasados e imploran por la lluvia y el buen tiempo.

En el marco del 75 aniversario del Museo Regional de Querétaro se presenta la exposición «Ya ximhai xa nsu. Territorios de lo Sagrado. Cultura y paisaje otomí-chichimeca», donde se exhiben fotografías y objetos representativos de veneración, algunos utilizados durante la celebración de la Santa Cruz. La muestra continuará hasta

julio próximo.

Esta muestra surge con la idea de mostrar la riqueza de ese patrimonio vivo a través de la cosmovisión, ritualidad y vitalidad cultural de estos grupos, cuya tradición fue inscrita en 2009 en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), bajo la denominación «Lugares de memoria y tradiciones vivas de los pueblos otomí-chichimecas de Tolimán. La Peña de Bernal, guardián de un

territorio sagrado».

Organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) a través de su delegación en Querétaro, esta exposición se montó con la participación de las comunidades de los municipios de Tolimán, Cadereyta de Montes, Ezequiel Montes y Colón, además de las autoridades de Tolimán y del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes.

Otomí-chichimecas es el término con el cual este pueblo se asume como descendiente de los chichimecas que habitaron gran parte de la región centro-norte del México antiguo, principalmente jonaces y pames, comunidades que fueron dominadas por los otomíes a finales del siglo XVI, lo que tuvo como resultado la adopción paulatina del otomí como

lengua franca.

En la exposición Ya ximhai xa nsu -que del otomí al español se traduce como «Territorios de lo sagrado o tierras preciosas»- se da cuenta del modo en que se van constituyendo los espacios de veneración, la ritualidad desde el ámbito doméstico hasta la configuración de una geografía simbólica; un territorio que consideran sagrado porque es habitado por sus antepasados o abuelitos «mecos», como ellos los nombran.

El acervo que se exhibe está integrado por cerca de 60 piezas, entre las que destacan 25 fotografías de gran formato de algunas peregrinaciones, paisajes, los altares y capillas familiares y los pifaneros o músicos.

También se presentan dos cruces de ánimas, elementos simbólicos que representan a los ancestros de la comunidad o de una familia: La Cruz de Ánima de José Cruz Pérez (1546), pieza labrada en piedra con el rostro de Jesucristo, procedente del Museo Comunitario de San Miguel, Tolimán, y la Cruz Tolteca, que tiene una antigüedad de mil 200 años y presenta motivos geométricos, misma que fue registrada por el INAH en 1999 y actualmente se resguarda en una capilla familiar de San Antonio de la Cal, bajo custodia del señor Rosario Mora.

La exhibición incluye una decena de máscaras, entre ellas dos de «El Mechudo», personaje ritual que representa a un hombre sabio que va al frente de las peregrinaciones, viste de negro con una máscara del mismo color, larga cabellera blanca y una vara de membrillo para «ahuyentar a los malos espíritus».

Otras de las piezas que se muestran son: ocho indumentarias, objetos de un altar doméstico (velas, imágenes religiosas, incienso y flores), sonajas, tambores y garrochas -largas varas de carrizo adornadas con listones que utilizan durante la Semana Santa-, así como algunas cactáceas propias del semidesierto prestadas por el Jardín Botánico Regional de Cadereyta.

Entre los rituales de los otomíes-chichimecas destacan las peregrinaciones que se realizan a finales de abril, quizá como preparación a la celebración de la Santa Cruz -el día 3 de mayo-. En ésta las comunidades llevan la Santa Cruz de la localidad Maguey Manso al cerro del Zamorano y El Divino Salvador (una pieza de barro con el rostro de Jesús que se montó en una cruz) hacia el cerro del Frontón, en un recorrido de más de 38 kilómetros que requiere cuatro días. Así, año con año cerca de mil personas cargadas de flores, incienso, velas, comida y entonando plegarias piden por el buen tiempo.

Las cruces milagrosas son llamadas así porque se trata de apariciones; en ambas se observa el rostro de Jesús, son de madera y están pintadas de color azul verdoso; son revestidas con terciopelo, se les colocan flores, milagros y monedas para la procesión, ya que se utilizan como estandarte y eje del ritual de itinerancia.

La exposición se divide en cinco apartados: Lo sagrado entre los otomí-chichimecas; El hogar y el espacio doméstico; La comunidad; El territorio étnico, y El paisaje sagrado y su preservación.

Como parte de la exposición, cada quince días durante junio y julio se realizará una serie de actividades en el museo: relatos, danzas, lectura de cuentos, recreaciones de festividades y proyecciones de videos, eventos en los que participan las comunidades del semidesierto queretano.

«Territorios de lo Sagrado» se presenta en la Sala de Profundis del Museo Regional de Querétaro (Corregidora Sur No. 3, Centro Histórico, Santiago de Querétaro, Qro.). Continuará en exhibición hasta el 31 de julio, de martes a domingo de 10:00 a 19:00 horas. Costo: 41 pesos. Menores de 13 años, estudiantes y maestros con credencial vigente, adultos mayores de 60 años, jubilados y pensionados están exentos de pago. Los domingos la entrada es libre para el público nacional.