La miseria es el peor agravio que puedes hacerle a un pueblo

Estos epigramas de la Antología Griega tienen 2,000 y 2,500 años y siguen resonando en un México en que ya nadie está dispuesto a permitir el absoluto triunfo de la muerte.

Que Javier Sicilia los reciba como un abrazo más y una forma de acompañarlo. (JEP)

1 Calímaco:
Bajo esta losa
Aquí enterró Filipo, su padre,
a Nicoteles, niño de doce años:
su mayor esperanza.

2 Carifílides:
Salvación
No llores en mi tumba, caminante.
He aceptado la muerte con alegría.
Al menos me evitó lo más terrible:
que antes de mí murieran los que
amo.

3 Simonides:
Epitafio
Por Pytanax y su hermano,
encerrados en tierra antes del mediodía
de su radiante juventud,
Megaristos, su padre,
alza esta piedra:
don inmortal para los hijos muertos.

4 Arquías de Macedonia:
Nacer y morir
Por los niños que vienen al mundo
se duelen los tracios
y, en contraste, celebran la muerte.
Porque sufren los vivos el mal
y el dolor no conocen los muertos.

5 Teognis:
Nadie
En el país de la injusticia
nadie
puede sentirse a salvo.

6 Calímaco: El mañana
De este dios, el mañana,
nadie sabe.
Ayer estabas con nosotros.

Ahora
te sepultamos entre llantos.

7 Erinna:
Vivos y muertos
Desde aquí
intentamos en vano hablar con ellos.
Pero los muertos
sólo conocen el silencio.
Las tinieblas devoran todo el resto.

8 Alceo:
Agravios
La miseria es el peor agravio que
puedes
hacerle a un pueblo.
Y es más terrible
cuando se une a su hermana:
la impotencia.

9 Alfeo:

La magia del verso
Aún se escucha la queja de
Andrómeda.
Aún miramos las ruinas de Troya.
Vemos a Áyax en lucha implacable
y al cadáver de Héctor lo arrastran
para herir sin piedad a los sitiados.
Todo esto se ha vuelto posible
por la magia del verso de Homero.

10 Píndaro:
El oro
El oro,
hijo de Zeus,
no se pudre,
no lo daña el gusano.
Su poder
es domar a los hombres.

11 Simónides de Ceos:

Los que teníamos veinte años
Fuimos al matadero en un barranco
en tierra extraña.
Y como era justo
erigió nuestras tumbas el Estado.
Porque al partir al frente le
obsequiamos los días
de nuestra juventud irrecuperable.

12 Anacreonte:
El desastre
Se hunde mi patria.
Asistiré a su ruina.

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