Batalla entre redes sociales
No es una moda, y de ahí la dureza de la lucha. Lo que está en juego es dominar Internet
ADRIÁN SEGOVIA
El País
Algunos bebés, al observar una fotografía física de papel, desplazan su dedo por la superficie de la imagen intentando pasar a otra foto. Emulan la manera de ver imágenes en un teléfono inteligente. Antes de que sepan escribir ya saben usar una tableta, un celular o cualquier tipo de dispositivo táctil que les proponga cierta interacción. Ven vídeos en YouTube y juegan con aplicaciones específicamente creadas para ellos. Los pactos de lectura y la sencillez de uso les permiten manejar algunos navegadores sin necesidad, incluso, de saber leer. Basta con que tengan un historial de vídeos visitados y memoricen los pasos para llegar a su objetivo de consumo en no más de tres clics. Los aparatos electrónicos no tendrán libros de instrucciones, porque la humana resistencia a la tecnología se habrá superado de manera innata. No es la generación que viene, está pasando ya.
Twitter es una revolución con 200 millones de usuarios. Facebook aspira a 1.000 millones en este año
Con algunos años más, pero no muchos más, las redes sociales formarán parte de su entorno de comunicación. Participarán en un ecosistema tecnológico en el que manejarán su mundo desde un teléfono móvil con acceso a Internet. El miércoles pasado, el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, anunciaba haber llegado a los 750 millones de usuarios registrados en todo el planeta. Son un país virtual, con moneda propia (los llamados facebook credits -que permiten pequeñas transacciones dentro de la red social-) y con unas tasas de atención, vínculo y compromiso por parte de su público que abruman a cualquier otro medio de comunicación. La empresa está participada por gigantes como Microsoft, multimillonarios rusos, firmas de capital riesgo y grandes entidades financieras, que especulan con el todavía intangible valor de la red social líder en el mundo. En el horizonte se vislumbra su salida a Bolsa, pero dos acontecimientos recientes han hecho reconsiderar el mercado de las grandes plataformas sociales: la venta a la baja de la pionera MySpace.com, que fue adquirida por 400 millones de euros y vendida por 24, y la aparición de Google+, una nueva red social capitaneada por la empresa del buscador. Google no es un rival cualquiera, y por eso Zuckerberg evitó alusiones al nuevo proyecto de su máximo competidor en una reciente conferencia de prensa.
El debate sobre si las redes sociales son una moda o un acontecimiento vitalicio parece superado. José Luis Orihuela, profesor de la Universidad de Navarra, lo ha reflejado con acierto en unas declaraciones recientes en EL PAÍS: «Si alguna de nuestras plataformas favoritas desapareciera, los usuarios buscaríamos inmediatamente soluciones alternativas para mantener nuestra actividad en la Red. El modo en el que hemos integrado Twitter a nuestra dieta informativa y como recurso de familiaridad ambiental revela que aquí hay mucho más que una moda», asegura el autor del libro Mundo Twitter.
Por tanto, la cuestión es la fidelidad de la gente a la herramienta, independientemente del nombre que tenga. Si surge una web mejor, que satisface las necesidades de la audiencia, el abandono de una red puede ser tan fulminante como lo ha sido su rotundo éxito de crecimiento en número de registrados. MySpace.com llegó a tener más veinte millones de usuarios diarios en junio de 2009 y dos años más tarde apenas llegaba a tres millones de visitantes al día, según cifras de audiencia online de Google Trends. La aparición de Facebook tuvo mucho que ver en este descalabro, además de la propia complejidad de MySpace en cuanto a su uso por parte de un público menos docto en cuestiones tecnológicas.
Twitter es una revolución con más de 200 millones de usuarios adscritos. No es propiamente una red social, sino una plataforma de conversación con tintes sociales. Permite, entre otras cosas, comunicarte con personas a las que antes hubiera sido muy complicado acceder. Los famosos, presentes en Twitter, son un activo importante para esta compañía, pero no es lo más destacado de las posibilidades que ofrece. Políticos, cantantes, futbolistas, artistas, empresarios… y ciudadanos corrientes conviven en una conversación constante de recomendaciones y mensajes directos en no más de 140 caracteres (cada uno). Las Navidades pasadas, los SMS retrocedieron frente a las felicitaciones directas de la gente como consecuencia de las redes sociales. El propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha realizado una primera entrevista con ciudadanos en Twitter.
Las redes sociales se están convirtiendo en las nuevas operadoras. No es de extrañar que una de ellas, Telefónica, comprara Tuenti, la red social española que ha penetrado con más fuerza entre los adolescentes de nuestro país, por 70 millones de euros en agosto de 2010. Estas plataformas son el nuevo motor de comunicación, localización, expresión, relación, convocatoria y movilización entre personas. Una nueva herramienta que ya goza de episodios de éxito como el protagonismo que tuvieron en las revueltas del mundo árabe o, más cercano y reciente, con el Movimiento del 15-M. Levantamiento cuyo germen era fácil de vislumbrar en Twitter mientras se fraguaban conversaciones destacadas (los llamados trending topics o acontecimientos del momento en Twitter) animando a no votar a los partidos políticos dominantes, desde mucho antes de la manifestación del 15 de mayo. Los directivos de Facebook están alineados y alienados en lo que las compañías estadounidenses definen como la misión de la empresa. La que Mark Zuckerberg ha impuesto es «hacer del mundo un lugar más abierto y dar a las personas el poder de compartirlo con visibilidad y privacidad». En 2009 cautivaron a 200 millones de personas. Algo más de dos años después aspiran a llegar a 1.000 millones de registrados antes de que finalice 2011. Su líder considera esa cifra una garantía. De momento, lo que sí es más que un aval del éxito son algunas de las cifras publicadas en un estudio de PewResearch sobre «las redes sociales y nuestras vidas», centrado en cómo los estadounidenses usan estas plataformas. En el mismo se arrojan cifras de fidelidad en Facebook que casi podrían considerarse una adicción. Cerca de un tercio de los americanos que usan Facebook lo hacen varias veces al día. El 67% no pasa más de cinco días sin entrar en la red. Cada día, el 15% actualiza su perfil, el 22% introduce comentarios en el perfil de sus allegados y un 20% comenta las fotos de otros usuarios. El 26% ejecuta una acción de «me gusta» en un contenido subido por alguien de su red de amigos, y un 10% se comunica con personas de su entorno social a través de mensajes privados. Todos estos porcentajes se refieren a 150 millones de personas apuntadas a Facebook en Estados Unidos, que cuentan con una media de 229 amigos por usuario.
No es de extrañar que Google quiera participar de esta aventura. Tras malograr dos intentos de productos sociales, Wave y Buzz, vuelven a la carga con Google+ (Google Plus). Según los primeros comentarios de varios expertos que han probado el nuevo producto, a la tercera puede que vaya la vencida. Apuntan que Google+ ha corregido muchas de las carencias de Facebook en cuanto a la gestión de amistades y privacidad, ha mejorado la facilidad de uso del sitio web y ha creado un producto híbrido entre Twitter y Facebook, aprovechando las virtudes de cada uno. La amenaza para ambas plataformas sociales está servida. Las primeras reacciones no se han hecho esperar, y Facebook anunció esta semana una importante mejora, integrando Skype, la popular página de llamadas telefónicas por Internet, en la red social. Skype fue adquirida recientemente por Microsoft, quien participa minoritariamente del accionariado de Facebook. Objetivo: frenar a Google.
Ahora que la gente ha decidido compartir su vida en la Red a través de una masiva ventana personal; ahora que el nefasto anonimato en Internet se está erradicando, porque las personas tienen el control de su información y son capaces de exhibirla siendo protagonistas, es ahora cuando las grandes de Internet van a ser más agresivas, dejando el famoso eslogan de Google, don’t be evil (no seas malo), un poco al margen. La batalla será larga. Las armas: la innovación permanente, la adaptación a los teléfonos móviles y la excelencia tecnológica de cada proyecto. Lo que está en juego no es tener la mejor red social, sino dominar Internet. –