Dos Alemanes, Dos; Thomas Mann y Hermann Hesse: «El juego de los abalorios y La montaña mágica»

 

«UN LIBRO DE ANNUNZIATA ROSSI» DE HUGO GUTIÉRREZ VEGA

 Hugo Gutiérrez Vega
Academia Mexicana de la Lengua

Un libro de Annunziata Rossi (I DE II)

Spesso il male de vivere ho incontrato. De este verso de Eugenio Montale parten las reflexiones múltiples sobre el arte, el pensamiento y el sentimiento europeo a los que ha dedicado gran parte de su vida y de su trabajo académico, literario y periodístico, la doctora Annunziata Rossi. Gran parte de ese rico caudal está reunido en el excelente libro publicado por Aldus y la unam con el título tomado del poema de Montale, El mal de vivir.

En el libro predominan los italianos que son objeto de los comentarios lúcidos y originales de la doctora Rossi. Ahí están Federico de Roberto, Italo Svevo, Luigi Pirandello, en su vertiente de narrador; Cesare Pavese estudiado como poeta, narrador y ensayista; Umberto Eco y Eugenio Montale tratado en dos tiempos de su vida y de su obra, a su vez marcados por dos libros: Ossi de seppia y Le occasioni.

La doctora Rossi reúne a todos estos italianos con Hermann Hesse, Thomas Mann y Elías Canetti, pues considera que comparten el mismo período histórico: “las dos guerras mundiales y el espíritu de la época”. Además, todos ellos reflexionan sobre el hombre europeo, sus grandezas y contradicciones. No olvidemos que nuestra autora ha hecho agudas observaciones sobre lo que llama “el quiebre de esa continuidad cultural llamada Europa”. Es claro que encuentra la ruptura más grande y dañina: el nazismo y el fascismo. Ambos destruyeron con saña el conjunto de valores humanísticos que constituían el ser mismo de lo europeo.

Recordemos que Annunziata Rossi nos ha entregado, sin fanfarrias académicas y de una manera discreta y amena, toda su sabiduría sobre el renacimiento, sus estudios sobre Marsilio Ficino, Giordano Bruno, Pico della Mirandola, Campanella y otros magos del pensamiento humanístico. Nos ha hablado, además, de Botticelli y de Cavalcanti y el dolce stil novo. Sus observaciones sobre el nazismo y el fascismo han enriquecido nuestra visión de esos horrores que marcaron con fuego, sangre y terror tecnológico el siglo XX. Ahora nos obsequia, gracias a la UNAM y a Aldus, estos ejemplos señeros de crítica literaria bien relacionada con el acontecer social y político de los tiempos modernos. El libro que recoge este poderoso caudal de pensamiento, de belleza formal y de bien utilizada erudición es muy hermoso. Todos conocemos el proverbial buen gusto de Aldus.

De Roberto es, por muchos conceptos, una novedad para los latinoamericanos, pues si bien ha sido traducido al español, su difusión ha sido escasa y sus comentaristas no captaron su gran importancia en el corpus de la literatura siciliana. La doctora Rossi lo define como “el último y gran innovador” del verismo literario representado por Giovanni Verga. De esta manera, Verga, De Roberto y Capuana se convierten en los patriarcas de la novela insular y el verismo influye determinantemente en todo el gigantesco aparato fílmico que conocemos con el nombre de neorrealismo italiano, el movimiento que cubrió de verdadera compasión y de maestría formal a la Europa devastada por la segunda guerra y por el pavoroso Holocausto. Unas obras como Los virreyes, de De Roberto, como I malavoglia, de Verga, explican la fortaleza de la moderna novela italiana. Pensemos en Bassani, Buzzati, Pratolini, Moravia, Deledda, Pavese, Vittorini, Lampedusa…

La doctora Rossi se identifica –como muchos de nosotros– con el bueno de Zeno, el personaje de la novela de Italo Svevo, La conciencia de Zeno. Svevo es un pseudónimo de Ettore Schmitz, un industrial triestino de origen judío que fue amigo de Joyce y alumno de Freud. Annunziata Rossi se une a la tarea de divulgación de este autor que permaneció en la sombra hasta que lo rescataron el mismo Joyce, Montale y Larbaud. Pensemos en las páginas finales de la saga de Zeno y en un monólogo hermoso y terrible en el que Svevo anuncia el horror nuclear. En él se habla del descubrimiento de un ordigno (artefacto) de inconmesurable fuerza destructora que un hombre colocará en el centro de la Tierra. Pasada la formidable explosión, la Tierra rodará por el espacio como la “nebulosa primordial”. Nuestra autora ve en Zeno la desenfrenada pasión por el cigarro y la obsesión por dejarlo (en su diario aparecen con frecuencia las letras UC (ultima cigarretta); la indecisión, la apatía, la enfermedad que nace en la mente y, sobre todo, los rasgos esenciales de la crisis del pensamiento burgués.

 

Hermann Hesse 
El juego de abalorios (fragmento)

» Se le hizo patente que los momentos de la Historia Universal que en otro tiempo dieron paso e impulso al nacimiento de la Orden y a las consecuencias derivadas del mismo, los podía imaginar sólo de un modo esquemático y deficiente: el cuadro de sus ideas adolecía de falta de claridad y de orden. Puesto que de lo que estaba más lejos el padre era de ser un alumno pasivo, llegaron a una colaboración progresiva, a un intercambio sumamente animado. Así, mientras Knecht intentaba exponer la historia de la Orden Castalia, le ayudaba en muchos sentidos Jacobo, a ver y a revivir correctamente esa historia y a encontrar sus raíces en la historia general del mundo y de los pueblos. »

La Montaña Mágica
Thomas Mann
«Lo más curioso era que el orador siempre empleaba la palabra «amor» en un sentido sutilmente ambiguo, de manera que nunca se sabía del todo a qué se refería, si un sentimiento piadoso o una pasión carnal…y ese vaivén producía una especia de mareo. (pag 182)
«El doctor Krokovski habló de formas aberrantes del amor, de variantes asombrosas, torturadas y aun siniestras de su naturaleza y su omnipotencia. De todos los instintos naturales – aseguraba -, era el más voluble y sensible, poseía una inclinación natural al extravío y una funesta perversión, lo cual no tenía nada de extraño, pues ese poderoso impulso era muy complejo y – por armónico que pareciese el conjunto – su misma esencia estaba compuesta por infinidad de facetas, por infinidad de perversiones.» (pag 183)
«Esa lucha entre las fuerzas de la castidad y el amor – pues de una lucha se trataba – ¿Cómo terminaba? Aparentemente con la victoria de la castidad. El temor, el decoro, el asco escrupuloso y el trémulo deseo de pureza han reprimido el amor y lo han mantenido encadenado a las tinieblas, concediendo que – a lo sumo se realizasen y se tomase conciencia de sus desordenados impulsos, en parte, pero desde luego, no con toda su fuerza y su ingente pluralidad. Por ende, esa victoria de la castidad sólo es aparente, una victoria pírrica, dado que el impulso amoroso no se puede domeñar, no se puede violentar; el amor reprimido no muere; vive y, aun en la más secreta oscuridad, aspira a realizarse; rompe la mordaza de las castidad y vuelve a salir a la superficie, si bien en una forma diferente, irreconocible… (pag 184)
«Luego el doctor Krokovski dijo:
— Bajo la forma de la enfermedad. – El síntoma de le enfermedad era el reflejo de una actividad amorosa reprimida, toda enfermedad es una metamorfosis del amor.» (pag. 185)
«Y eso lo hacían en el mundo entero para excitar el deseo de los hombres. «¡Dios mío, qué bella es la vida!» – pensó-. Y es bella, precisamente, por cosas tan sencillas como que las mujeres se vistan de forma seductora; pues, en efecto, eso era un hecho dado por supuesto y tan comúnmente reconocido que uno apenas lo tenía en cuenta y convivía con ello sin presentarle especial atención.» (pag 186)
«Luego no había vuelto a su lugar de origen; se quedó allí, quizás porque no quiso alejarse de la tumba de su mujer, aunque el factor determinante fue menos sentimental: él mismo se vio afectado por la enfermedad, según su propia opinión científica, aquél era su lugar. Así pues, se instaló allí como uno de esos médicos que comparten los sufrimientos de quienes reciben sus cuidados; no como alguien que, a salvo de la enfermedad, la combate desde su condición de hombre libre e intacto sino como quien porta sus signos en su propio cuerpo.» (pag 191)
«Así pues, aquel espíritu revolucionario y aquellos manejos de conspirador del abuelo Settembrini, como pronto supieron, estaban estrechamente ligados a un profundo a amor a su patria, a la que deseaba ver libre y unida. Es más, aquellos actos sediciosos habían sido el fruto y la consecuencia de su sentimiento patriótico y, por extraña que pareciese a ambos primos tal mezcla de espíritu revolucionario y patriotismo – pues ellos tenían la costumbre de identificar el patriotismo con un sentido conservador del orden -, no podían dejar de reconocer que, en las circunstancias y en la época de referencia, la rebelión quizás había sido el reflejo del verdadero deber cívico y la lealtad a las instituciones el de una funesta indiferencia acacia los problemas de la vida pública.» (pag. 221)
«…y todos los que habían recibido la luz aún debían realizar grandes y nobles esfuerzos hasta que alumbrase el día en que las monarquías se hundiera, incluso en aquellos que no habían tenido ni un auténtico «siglo XVIII» ni un auténtico 1789.
– Pero ese día llegará – dijo Settembrini, y sonriendo bajo su bigote-. Llegará, sino sobre las alas de la paloma, sobre las del águila, llegará con la aurora del hermanamiento de todos los pueblo, bajo el signo de la razón, la ciencia y el derecho. Traerá consigo la santa alianza de la democracia de los ciudadanos: esplendorosa contrapartida de la infame alianza de los príncipes y sus gabinetes, de los que el abuelo Guiseppe en persona fuera enemigo mortal; en una palabra: La República Universal.» (pag 227)
«Pero ¿qué era el humanismo? El amor a la humanidad, nada más, y por eso mismo el humanismo también era política, también era rebelión contra todo cuanto mancillara y deshonrara la idea de humanidad.» (pag 228)
«No sólo el humanismo, sino la humanidad en general, toda la dignidad humana, el respeto hacia lo humano y el respeto al hombre por el hombre mismo; todo eso era inseparable de la palabra, y se hallaba, por tanto, estrechamente ligado a la literatura…(«¿lo ves?», diría después Hans Castorp a su primo, «¿Ves cómo en la literatura sí son importantes las bellas palabras? Me di cuenta enseguida.») Y de la misma manera,  la política estaba ligada a la palabra, o más exactamente, nacía de la unión de la humanidad con la literatura, pues las bellas palabras daban luz a las bellas acciones.» (pag. 230)
«-No pretendo endulzar las formas particulares que la crueldad natural de la vida adopta en el seno de su sociedad. Sea como fuere, esa crítica a la crueldad no deja de ser una crítica bastante sentimental. Usted apenas se ha atrevido a formularla por miedo a sentirse ridículo, y si lo ha hecho es porque no se encuentra allí. Con razón prefiere dejar las críticas a la responsabilidad de los que no participan de esa afanosa vida dentro de la sociedad. El hecho de que la formule ahora hace patente cierto distanciamiento de esa vida por su parte; y me agradaría mu poco ver que va en aumento , pues quien se acostumbra a formular críticas fácilmente acaba perdiendo el contacto con la vida, con la forma de vida para la que ha nacido. ¿Sabe usted ingeniero, lo que significa «perder el contacto con la vida»? Yo lo sé. Lo veo todos los días aquí arriba. Como mucho al cabo de seis meses, el joven que llega aquí (y casi todos los que vienen son jóvenes) pierde el interés por todo lo que no son sus flirteos y su temperatura. Y como mucho un año después, ya no son capaces de pensar en otra cosa y juzgan «cruel» cualquier otro pensamiento, o más exactamente, equivocado e ignorante de la «realidad». (pag.301)