La Plaza de Santo Domingo

Plaza De Santo Domingo

Bodas de oro

Ángeles González Gamio

Uno de los regalos que nos da la vida es el disfrute de admirar cosas bellas, que se pueden ver una y otra vez y siempre causan el mismo placer. Eso me sucede cada vez que visito el templo de Santo Domingo, situado en la hermosa plaza que se conoce con ese apelativo. Hay que decir que el nombre oficial es Plaza 23 de Mayo, en recuerdo de la fecha en la que se logró la autonomía universitaria. Sin embargo, como sucede con el Zócalo, el pueblo la bautizó como Plaza de Santo Domingo y así se quedó.

 

El templo, al igual que el convento, que fue destruido debido a las Leyes de Reforma, tenían fama por las obras de arte que los decoraban, lo que incluía hermosos retablos barrocos. Muchos de ellos se desecharon para sustituirlos por neoclásicos, estilo que se puso de moda a fines del siglo XVIII.

 

Ya hemos comentado que ahora Santo Domingo luce retablos de ambos estilos. Son de excepción los laterales del altar mayor que son en exuberante barroco y el principal, obra de Manuel Tolsá, en estilo neoclásico. Este quedó inacabado en su decoración y alguien tuvo la mala idea de pintarlo todo en color crema.

 

Por fortuna llegó de prior el padre Julián Pablo, arquitecto, pintor y cineasta, quien realizó una deslumbrante restauración en la que sobresalen sus imponentes columnas color coral y sus paredes de hoja de plata. Asimismo, le devolvió su belleza al coro con su notable sillería labrada, así como al sagrario y creó la capilla del Santísimo, una auténtica obra de arte contemporáneo, en un pequeño espacio adjunto al altar mayor que funcionaba como bodega.

 

El padre Julián Pablo estuvo muchos años al frente del Centro Cultural Universitario (CUC), que nació en los años 60 del siglo XX para apoyar a la población marginada de Cuicuilco, que entonces carecía de servicios públicos. Al paso del tiempo se volvió un sitio de encuentro de los universitarios en el que reciben orientación, hay diversas actividades y un cine club.

 

Talentoso cineasta, tuvo una estrecha amistad con Luis Buñuel, con quien se reunía a platicar por las tardes durante los últimos años de vida del destacado director español. El padre Julián Pablo realizó, entre otros, la serie Alma de México, con la conducción de Carlos Fuentes, a quien lo unía una gran amistad.

 

Ahora, el polifacético y brillante dominico cumple sus bodas de oro sacerdotales. Para festejarlo, hoy a las 12 horas celebrará una misa en Santo Domingo, acompañada por la Misa en sax para cuarteto de saxofones, solista, coro y órgano y por la Suite para violoncello (comunión), interpretadas por el Ensamble Capelle Meister. Ambas escritas especialmente para esta ocasión por el maestro José Luis Guzmán Wolffer.

 

Por supuesto, hay que estar ahí; si tiene rebozo no deje de traerlo para hacerle compañía a los que luce el Señor del rebozo, bella talla española del siglo XVII, que tiene fama de ser muy milagroso. Por los favores recibidos se le lleva una pieza de ese tipo de vestimenta, muchos de los cuales adornan la capilla que lo custodia. La imagen, que tiene una conmovedora leyenda, se veneraba en el convento de Santa Catalina de Siena, de monjas dominicas, ubicado en la cercana calle de Argentina. Por cierto, el padre Julián Pablo creó hace unos años la Cofradia del Señor del Rebozo y diseñó para las que participamos en ella una hermosa medalla de plata, que pende de un listón morado, misma que voy a portar hoy.

 

Al concluir la ceremonia, que seguro será extraordinaria, vamos a caminar unos pasos por la calle Belisario Domínguez al número 72, donde se encuentra la Hostería de Santo Domingo. En alguna ocasión comentamos que conserva algunos muros que pertenecieron al convento. Siempre inicio con las quesadillas de flor de calabaza y de huitlacoche, acompañando el tequilita. Mi duda es si pedir de plato fuerte la pechuga ranchera, el pescado empapelado o el chile en nogada.

 

gonzalezgamio@gmail.com