José Emilio Pacheco en el MNA
El autor hizo feliz a los asistentes al MNA, donde leyó fragmentos de su libro Como la lluvia
Poesía, «resistencia al horror que nos rodea»: José Emilio Pacheco
«Creo que ya es el momento de la retirada», expresó antes de comenzar la lectura; pero no: «Soy como esos toreros que dicen que se van, pero siempre vuelven», dijo a La Jornada
En la lectura ofreció un adelanto de su nuevo proyecto de traducciones y recordó algunas anécdotas
Ericka Montaño Garfias
La Jornada
Cuando José Emilio Pacheco (JEP) ofrece una conferencia o lectura de poesía todos son felices. Tiene un público dispuesto a escucharlo y este sábado no fue la excepción en el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología (MNA).
Pacheco, quien hace unas semanas sumó a sus galardones el premio Internacional Corona de Oro del Festival de Poesía de Struga, Macedonia, fue el invitado en el ciclo Poesía en el Museo. Antes de comenzar la lectura dejó a todos ojipláticos: «Creo que ya es el momento de la retirada». Pero no, no se retira: «Soy como esos toreros que dicen que se van, pero siempre vuelven», dijo a La Jornada al final del encuentro, ya cuando estaba firmando libros.
No leyó poemas inéditos. “Los estuve viendo y creo que todavía no están listos, todavía me falta trabajar en ellos. Se me ocurrió entonces leer poemas de este libro que es el más reciente, que se llama Como la lluvia, del que he leído, creo, dos o tres en público, y que comienza con uno muy largo, un cuento en verso”.
Como la lluvia
En este volumen, publicado en 2009 por Era, «intenté decir que se pueden hacer poemas largos y cortos sobre cualquier cosa. El poeta tiene el mundo entero a su disposición para hacer poemas».
Agradeció a quienes ocuparon los asientos en el auditorio: «No recuerdo un momento tan terrible como el que estamos viviendo, hacer una lectura de poemas y que ustedes vengan es como un poquito de resistencia contra todo el horror que nos rodea. Comprendo que la gente compra esperanza y quiere esperanza, no le agrada un libro que hable de las partes feas de la vida, pero la poesía está hecha para eso»; también aconsejó: «No sean pesimistas y no sufran por lo que no ha pasado, porque va a suceder de otra manera».
Como la lluvia es un libro que reúne cinco libros, explicó, porque está un poco en contra de la publicación frecuente. «Esto lo escribí en la primera década del año 2000. Siempre estuve en contra de dividir el tiempo por décadas; creo que nuestra medida es el sexenio. Vemos como cada seis años cambia el mundo en México, todo es completamente distinto, es más radical y drástico, pero ya es más fácil entendernos al decir los 90 o los 80».
Y José Emilio Pacheco, Premio Cervantes y además Premio Reina Sofía, lee entonces El mañana, El péndulo y Pan, que son algunos de los poemas del libro. Eligió los más breves, «para no aburrir al público» que, nada aburrido, escuchó versos como aquellos bautizados como La mayoría de edad:
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«No sean pesimistas y no sufran por lo que no ha pasado, porque va a suceder de otra manera», aconsejóFoto Yazmín Ortega Cortés
La mayoría de edad
No se alcanza por fecha de nacimiento
Ni consta en los archivos oficiales.
Nos graduamos de adultos nada más
Cuando alguien nos deja.
En plena juventud llega de pronto
El sabor de la muerte.
«Leo los poemas breves. Creo que el poema es también una experiencia visual. Es importante la forma que tiene en la página. Ser buen lector de poemas es algo que no se me dio», agrega.
Lee la segunda parte del poema Astillas, que lleva el nombre de Papeles:
No actué mal
Mi papel de bufón didáctico.
Al menos no aburrí a la concurrencia
y obtuve algunos aplausos.
Con el pago podré escribir.
Lo difícil
Será mirarme al espejo.
Y ofrece los poemas «chiquitos» sobre el agua, y uno que resultó premonitorio, aparecido antes de del fenómeno de niños sicarios. Se llama La hora de los niños y termina así:
Ahora son hombres los niños que vivían de las ratas.
Actúan como sicarios de un poder invisible
Y poco a poco pero noche tras noche
Nos eliminan sin clemencia.
Lee varios más. Y cuando se termina la lectura, adelanta un poco de su nuevo royecto: un libro de traducciones realizadas hace varios años, y después habla de poesía, de amigos, de viajes, de cosas que se le adjudican a él, pero que le ocurrieron a otro.
Una vez, recuerda, dijo Elena Poniatowska: José Emilio Pacheco era delgadito, pálido y vestía de negro. «Pero ese era Ramón Xirau, quien vivía al lado de una iglesia y los taxistas no le cobraban y nada más le pedían la bendición», dice el poeta entre risas. Tampoco es cierto aquello de que era capaz de comerse 20 tortas.
Un poco de su relación con el poder: responderle a Salinas de Gortari: «Nada, estoy bien», cuando el ex presidente le preguntó qué le hacía falta durante uno de los aniversarios de El Colegio Nacional.
Con Fox: “Creo que fue en otro aniversario del Colegio Nacional. Pusieron a tocar a Tambuco y al presidente le dio dolor de cabeza y un ataque de tos. Yo que era más o menos el anfitrión me levanté para darle una pastilla y se arrojan sobre mí 200 guardias presidenciales que después me explicaron que el presidente no puede tomar agua ni meterse a la boca nada que no esté controlado por el Estado Mayor Presidencial.
«A ver ahora cómo me va. Espero que Peña Nieto no tenga tiempo de ir al aniversario».
Y no, no piensa retirarse. «Me faltan muchas cosas. Quisiera poder terminar».