Valle la pena ver jugar tenis a E. Gulbis

Gulbis festeja y apunta alto

SAN PETERSBURGO –

Polémico, integrante de una familia millonaria, de perfil alto, completo y vistoso como tenista, Ernests Gulbis ya es un personaje especial en el mundo de la raqueta. Obviamente, tiene adeptos y detractores ya bien definidos. Esta vez, el letón de 25 años se impuso en el ATP de San Petersburgo y, si bien también se destacó el francés Gilles Simon, campeón en Metz, el primero fue elegido La Figura de la Semana por ESPNtenis.com, al ganar la cuarta de sus cuatro finales oficiales y ser 2013 el primer año en el que obtuvo dos títulos.

 

Con esta victoria en Rusia, Gulbis avanzó 9 puestos en el ranking mundial y se ubicó 27º, muy cerca del 21º lugar que ostentó hace dos años y medio. Así, va recuperando terreno perdido y ubicándose más de acuerdo con su potencial. El letón es reconocido por todos en el circuito como un jugador muy versátil, agresivo, de muchas variantes, pero que sufre derrotas y rachas negativas producto de su inestabilidad mental. Contrasta mucho en su perfil el gran nivel que puede mostrar y las enormes «lagunas» que padece.

 

Eso es, ni más ni menos, que este letón, fijo de un inversionista (exbasquetbolista) que le facilitó todo desde pequeño. De hecho, el talentoso Ernests viaja por el planeta en un jet privado, se da muchísimos lujos y es, por esto, un caso atípico, diferente a la media. Por un lado, sus fans elogian el hecho de que, pese a tener todo al alcance de la mano, se esfuerza y trata de sobresalir y forjar una gran carrera. Por otro, los que no lo quieren argumentan que es un maleducado por tantos desplantes y críticas constantes a rivales y público, mucho de esto consecuencia de la «cuna» de donde salió.

 

Gulbis habla letón, ruso, inglés y un poco de alemán y también le gusta jugar al fútbol, básquetbol y hockey. Su golpe favorito es el saque y se caracteriza por tirar muy buenos y precisos drop-shots. Esas fueron, justamente, algunas de las armas que le permitieron recuperarse en la final de San Petersburgo frente al español Guillermo García López, para obtener 11 games seguidos, dar vuelta la historia y coronarse en tres sets.

 

El anterior certamen que había ganado el letón había sido el de Delray Beach, en febrero pasado, donde atravesó la qualy y que le dio impulso para volver a los primeros planos (por entonces estaba fuera detrás de los 100 mejores). Por aquellos días, también volvió a los primeros planos por su verborragia conocida, al decir que «algunos del top 100 no pueden jugar».

 

En ese momento, comentó que «me estaba dando bronca ver quiénes estaban dentro del top 100. Hay algunos muchachos que ni sé quiénes son». Ese descrédito e irrespetuosidad lo llevan a no ser muy querido por gran parte de los fanáticos del tenis. Como si fuera poco, su arrogancia lo llevó a afirmar, un mes después, que «tengo que estar en el top 10».

 

Así es Gulbis. Tómalo o déjalo. Sin ir más lejos, luego de perder en Roma con Rafael Nadal, la gran figura de esta temporada, planteó la diferencia entre jugar mejor y ganar, al asegurar que el español había hecho poco y nada para llevarse el triunfo y que se limitó a ser sólido. Los que vieron jugar al letón saben que arriesga y tiene una propuesta muy atractiva, pero no por eso debiera mostrarse así.

 

En fin, amado u odiado, Gulbis se despertó en 2013 y ahora apunta a ubicarse por primera vez en su trayectoria profesional entre los 20 primeros de la ATP, lo que no pudo concretar en 2011. Este título de San Petersburgo, el primero que logró fuera de Estados Unidos, le da confianza y crédito apra la recta final de la temporada. De él depende si logra concretar ese objetivo. Tenis tiene, eso no de discute, pero la llave de su éxito pasa por ser regular en un alto nivel, sin derrumbarse. Por ahora, disfruta. Y se lo merece.