El sonorense es uno de los máximos autores de relatos cortos de la segunda mitad del siglo XX
Se cumplen hoy 100 años del natalicio de Edmundo Valadés
Fue uno de los primeros promotores de microficción en AL con su revista El Cuento
El autor de La muerte tiene permiso fue también editor y periodista
Impulsó a jóvenes escritores en sus talleres de narrativa breve, entre ellos a Carlos Monsiváis y José Emilio Pacheco, en los años 50
Fabiola Palapa Quijas
La Jornada
Este domingo 22 de febrero el país recuerda a uno de los máximos autores de las narraciones cortas de la segunda mitad del siglo XX: el cuentista, periodista, editor e intelectual mexicano Edmundo Valadés (1915-1994), al cumplirse el centenario de su natalicio.
Valadés, uno de los primeros promotores de la microficción en América Latina mediante su revista El Cuento, nació en Guaymas, Sonora, en 1915; posteriormente, viajó a la ciudad de México, donde se dedicó al periodismo en las revistas Hoy, América, La Vida Literaria, y después en los diarios Novedades, El Nacional, El Día, Excélsior y unomásuno.
El autor de La muerte tiene permiso, Las dualidades funestas y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita comentó en diversas ocasiones que escribir un cuento requería mucho ejercicio, mucha malicia, mucha imaginación, muy buen dominio del idioma y carga poética, y la mayor dificultad era el espacio, limitado y breve.
Al frente de la revista El Cuento, Valadés publicó textos de diversos autores del mundo y logró captar el interés de grandes escritores latinoamericanos, que la enriquecieron para convertirla en la expresión literaria del siglo XX.
Algunas características que exigía a los jóvenes escritores eran que no excedieran los 17 renglones o tres cuartos de cuartilla y que la situaciones fueran tramadas con malicia; quería historias vertiginosas que desembocaran en un golpe de ingenio.
Con motivo del 20 aniversario luctuoso de Valadés, la narradora Queta Navagómez publicó en el suplemento cultural de este diario, La Jornada Semanal, el 30 de noviembre de 2014, que México y la minificción deben mucho al maestro Edmundo, porque logró que este tipo de cuentos tuviera un auge extraordinario a partir de su difusión y la motivación permanente para crearlos.
La figura de Edmundo Valadés crece a medida que conocemos su esfuerzo por dar a conocer y motivar su creación (de la microficción) en Latinoamérica, escribió Navagómez.
Sus ensayos sobre el cuento y la literatura mexicana le valieron a Edmundo Valadés el Premio Nacional de Periodismo en la rama de Divulgación Cultural en 1981Foto Rogelio Cuéllar
Lector voraz de O. Henry, Guy de Maupassant y Chéjov, Valadés contribuyó al desarrollo cultural, literario y periodístico de México. El escritor sonorense, galardonado con la Medalla Nezahualcóyotl en 1978 por la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), impulsó el trabajo de varios cuentistas, entre los que figuran José Emilio Pacheco y Carlos Monsiváis, a quienes a finales de la década de los años 50 impartía un taller literario en su casa de la colonia Del Periodista.
En 1948 Edmundo Valadés dio a conocer su producción en publicaciones periódicas; en 1955 lanzó su primera colección de cuentos, La muerte tiene permiso, libro con más de 20 ediciones y que se ha convertido en un clásico.
También publicó Las dualidades funestas (1966) y Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita (1980); sus cuentos forman parte de innumerables antologías. Ágiles y amenos, los textos de Valadés presentan, por lo general, un mundo generoso basado en la observación aguda de distintos aspectos de la realidad. Otros, con gran precisión y violencia contenida, estallan súbitamente creando la especial atmósfera de su historia.
El Diccionario de Escritores Mexicanos siglo XX, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinado por la investigadora Aurora M. Ocampo, define a Valadés como creador de una voz muy propia, terrenal y lúdico una veces, reflexivo y melancólico otras, el sustrato del escritor de carne y hueso está detrás de todos los personajes de sus cuentos, los cuales, como decía Cortázar, manifiestan esa tensión y ese fuego que todo buen cuento debe tener desde las primeras palabras.
Edmundo Valadés dedicó la mayor parte de su tiempo a difundir obras ajenas y a tender puentes hacia otras literaturas; presidió talleres de narrativa breve y fue un excelente crítico literario; sus ensayos sobre el cuento y la literatura mexicana le valieron el Premio Nacional de Periodismo en la rama de Divulgación Cultural en 1981. Fue uno de los principales cuentistas de nuestro país.