Prefiero ser amado que respetado…
El País
El año apenas acaba de empezar y sus buenos propósitos se van cumpliendo uno a uno. “Quiero pasar más tiempo con mis hijos y dejar de comer carne. De momento, no lo llevo nada mal”, admitió en la entrega de los Globo de Oro, donde se alzó con el premio a mejor actor de serie cómica por su trabajo en Mozart in the Jungle. Se calla el tercer deseo, el que mencionó pocos días antes a EL PAÍS. “Ser amado. ¿Quién no quiere ser amado? Mejor amado que respetado, aunque ambas cosas suelen venir juntas”, describió con la sonrisa espontánea que luce este intérprete, quien se reserva la seriedad para el trabajo.
Ahora, el respeto lo tiene en forma de Globo de Oro, ese galardón que le dedicó a sus hijos Lázaro y la pequeña Libertad, de 7 y 4 años, respectivamente, fruto de su relación con la también actriz argentina Dolores Fonzi. Los ve todo el tiempo, dice. “Me siguen, los sigo. Nos dividimos entre Buenos Aires con su madre y México capital”, añade sin ofrecer más detalles sobre su separación. Para alcanzar sus propósitos solo le falta el amor, aunque tampoco parece importarle demasiado a este autodeclarado requetesoltero, que “se la pasa muy bien”.
No hace falta aclaración. Da igual que sea el más bajito del reparto de Mozart in the Jungle, García Bernal es el motor de la serie. Incluso cuando se trata de celebrar la victoria en los Globos de Oro, él fue el centro de atención. La premiada serie, donde el mexicano interpreta a un director de orquesta con cierto aire de Gustavo Dudamel, tiene entre sus colaboradores a algunos de los pesos pesados de la familia Coppola, desde Roman Coppola y su primo Jason Schwartzman hasta el patriarca del clan, Francis Ford Coppola. “Claro que es un gran chico”, dijo con tono paternal el maestro de El Padrino sobre el actor, de 37 años. Un piropo que reiteró antes el director de orquesta venezolano, su alter ego en la pantalla. “Me encanta que Gael protagonice la serie porque así ganará adeptos para la música clásica”.
Lázaro y Libertad se cuentan entre estos nuevos adeptos, “la música de las mañanas de Gael”, como admitió el actor en su discurso. A ellos les ha mostrado Beethoven y Chaikovski, música que recomienda a cualquier padre para que juegue con sus hijos. De sus progenitores, él aprendió interpretación; su madre, actriz y modelo, y su padre, director y actor. Con pocos meses, ya se había puesto encima de una cámara, y con 11 años ya trabajaba vis a vis con Salma Hayek en telenovelas mexicanas. Aunque su descubrimiento, sobre todo en Hollywood, llegaría años más tarde con películas como Y tu mamá también y, especialmente, Amores Perros, de la mano del que considera uno de sus maestros y que, casualmente, también resultó ganador de un Globo de Oro en la misma velada, el cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu. “Me queda mucho por aprender”, añade en referencia al campo de la música clásica.
Conciencia Social
García Bernal también habla de su vida, y no tiene reparo en mostrar sus puntos débiles. Se sonroja al admitir que disfruta de música pop como El presente, el nuevo tema de Julieta Venegas. Es una de sus debilidades y cuenta que la escucha cuando no lo ve nadie. Lo dice en voz baja, con brillo de pillo en sus ojazos verdes porque es un hombre comprometido socialmente, incluso con la música que escucha. Es un fiel seguidor de Silvio Rodríguez y la Nueva Trova cubana. Su otro punto débil es, precisamente, su conciencia social, la misma que le impide echar raíces en Hollywood o la que le impulsa a hacer películas que digan algo. “Es una de las razones por las que hago esto”, afirma quien ha interpretado la figura del Che Guevara en dos ocasiones. No tiene pelos en la lengua para criticar al Gobierno mexicano o a Donald Trump en EE UU. Le preocupa la crisis de los refugiados, o los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Eso sí, no entra en polémicas innecesarias. Prefiere dejar que su obra hable por él. Actualmente prepara junto a Jonás Cuarón el largometraje Desierto, sobre la porosa frontera que separa México de Estados Unidos. Además, siempre está pendiente del Festival Ambulante, ese que desde hace una década acerca el cine a 16 localidades mexicanas que ahora también incluye a Los Ángeles. “Es importante hablar de la inmigración. Todos somos inmigrantes”, añade sabiendo que en el mismo hotel donde él y sus comparñeros celebraron el triunfo en los Globos de Oro había un ejército de inmigrantes trabajando en las cocinas y recogiendo las mesas del banquete. Esa noche, Gael también se llevó el amor del público.