Diseño argentino para las latinas

Diseño argentino para las latinas

Rapsodia tiene 90 tiendas en siete países de la región y se asocia con Louis Vuitton para crecer

FRANCISCA RISATTI

Buenos Aires

A simple vista, el éxito internacional de Rapsodia, una marca de indumentaria femenina fundada en Argentina en 1999, parece una paradoja. Durante la última década, con crecientes restricciones a las importaciones en el país sudamericano hasta 2015, las prendas de los centros comerciales (donde predominan las firmas locales) se han encarecido hasta volverse un producto casi de lujo, y los argentinos que viajan al exterior regresan con las maletas cargadas de ropa nueva, con una relación calidad-precio mucho más conveniente. Al mismo tiempo, Rapsodia, con un marcado estilo hippy-chic, logró salir al mundo e imponerse en varios países de la región. Llegó a Chile y México en 2006 y hoy vende sus prendas en 90 tiendas de seis países de América Latina. El potencial de la marca, que realiza operaciones por unos 120 millones de dólares anuales, atrajo la atención del fondo privado L Catterton. La gestora, conformada por la estadounidense Catterton y el magnate francés Bernard Arnault (tanto a través de su holding Groupe Arnault como de LVMH (Louis Vuitton), de la que es consejero delegado), invirtió a principios de año unos 40 millones de dólares para reforzar el perfil internacional de la marca.

Diego Barbagallo, el consejero delegado de Rapsodia desde 2005, explica que la actividad de la empresa, que emplea a unas 1.000 personas, está centrada en el diseño y la comercialización. «La cuasi protección de la industria local lo único que hizo fue encarecer los productos en Argentina y lo que salvaguardó a Rapsodia en este proceso fue que ya estaba presente en el exterior cuando esa política se agravó y buscó la manera de tener precios a la altura de cada uno de sus mercados», afirma Barbagallo. De los cerca de dos millones de prendas anuales que produce Rapsodia, solo 200.000 son fabricadas en su propia planta, en las afueras de Buenos Aires. El resto lo confeccionan unos 50 proveedores textiles locales y casi otros tantos del exterior.

Moda asequible

Los talleres siguen los lineamientos del equipo de diseñadores de la empresa, unas 30 personas que trabajan en la casa matriz de Argentina y que nunca se desvían del distintivo estilo de la marca, «mezcla de bohemio, romántico y rockero», según lo definen en la compañía. «Las fundadoras tienen un papel clave en el proceso creativo y hacen la curaduría de todas las prendas. Ahí está el corazón de Rapsodia y lo que impulsa todo nuestro desarrollo», afirma el ejecutivo. Se refiere a la exmodelo Sol Acuña y a su socia, Josefina Helguera.

Las dos amigas se conocieron por sus trabajos en el sector de la indumentaria, donde Helguera era ejecutiva de una marca de ropa que contrató a Acuña para una publicidad. A finales de los noventa, la idea de crear Rapsodia nació casi como una necesidad personal. Lo que veían en los escaparates de Buenos Aires, una monotonía de estilos lineales y minimalistas, con predominio del negro y el blanco, les parecía aburrido. Querían algo distinto y comenzaron a soñar con crear ellas mismas esas prendas más alegres que deseaban tener. El sueño se convirtió rápidamente en un detallado plan de negocios.

EN CIFRAS

La marca, fundada en 1999, tiene 90 tiendas en seis países de la región: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Colombia y México.

Produce alrededor de 1,9 millones de prendas al año, 200.000 en un taller propio.

Emplea a unas mil personas en toda la región, 600 de ellas en Argentina.

Realiza operaciones por valor de 120 millones de dólares anuales.

El fondo L. Catterton invirtió 40 millones de dólares en Rapsodia a principios de año.

Los diseños con muchos apliques y bordados, las telas provenientes de India, una tienda con un clima hogareño y una decoración acorde al estilo de la marca, con probadores amplios y espejos enormes. Todo lo que conforma la identidad de Rapsodia estaba en el proyecto que las emprendedoras propusieron al empresario Francisco de Narváez, muy conocido en Argentina a raíz de su paso por la política (fue diputado y líder de un sector opositor al Gobierno entre 2005 y 2015). De Narváez, el accionista mayoritario de la compañía, apoyó de inmediato la iniciativa de Acuña y Helguera, que comenzaron con una tienda atendida por ellas mismas en la capital argentina, la primera de las 50 que tienen en todo el país.

El precio de un par de pantalones vaqueros de Rapsodia en su país de origen ronda los 2.300 pesos (unos 120 euros) y una chaqueta de piel cuesta unos 12.900 (679 euros). Aunque no son accesibles para un salario medio, los valores no desentonan con los del resto de los escaparates de los centros comerciales de Buenos Aires. El economista especializado en el sector textil y de indumentaria Mariano Kestelboim afirma que la mayoría de las marcas locales se han alejado de los sectores de ingresos medios y bajos, una estrategia que obedece a varias causas.

Los altos costes de la producción local sumados a las restricciones para importar dificultan la expansión por volumen para las empresas. Las marcas que se centran en el diseño y la comercialización, explica Kestelboim, tratan de reducir los riesgos que trae aparejada la contratación de talleres de confección, que, al verse sobrepasados por pedidos en gran escala, generan cadenas de subcontrataciones que pueden llegar hasta establecimientos clandestinos. A eso se suma la presencia de enormes ferias de venta informal. «Las marcas tienen que pagar muchos tributos, de estructura y de producción, por lo que el negocio del segmento medio y bajo se fue perdiendo para las empresas formales», explica Kestelboim.

Competencia externa

El directivo de Rapsodia niega que la entrada de marcas internacionales, esperable en un escenario de mayor apertura, sea una amenaza para su negocio en Argentina, que representa el 80% de la facturación total. «Restringir la competencia de los rivales internacionales no nos interesa. Rapsodia ya compite con esas marcas en otros países de la región y ha dado pruebas de que puede hacerlo con éxito. Preferimos no tener restricciones de ningún tipo porque perjudican a la compañía y a nuestros proveedores locales.

Con más de 10 años al mando de la empresa, Barbagallo asegura que, con viento a favor o en contra, Rapsodia siempre encuentra el camino para seguir creciendo. «Cuando la macroeconomía no nos ayuda, nos reinventamos para seguir avanzando. El año pasado fue complicado por la baja actividad económica en toda la región, pero abrimos una nueva operación que es un éxito en Paraguay y lanzamos una línea de productos para el hogar que nos hizo dar un salto grande», afirma.