CONFIDENCIAS DESDE LA CAMA… de un hospital
Lucía Martínez de Félix Zavala
Mi Héroe, llegó desde Querétaro, eran como las dos de la mañana y le permitieron subir un ratito a platicar conmigo, a hacerme compañía, a pesar de la hora. Nunca antes había necesitado tanto verlo, me dolía su vida, sus esfuerzos y sacrificios, sus trabajos. Tenía ganas de hablar con él, demostrarle todo mi cariño. No quería morirme sin volver a ver su cara, tocar sus manos, escuchar su voz, acariciar su pelo, sentirlo cerca, saberlo mío, decirle que a pesar de todos los sufrimientos que hemos pasado juntos, seguimos siendo las alas de un mismo pájaro.
Mi Héroe venido del cielo, montado en su caballito de madera, con sus pistolas de mentiras, corriendo por la Alameda, feliz, creciendo. Cada año en Semana Santa recibía regalos de su papá, siempre generoso y hombre ejemplar, sobre todo en sus últimos días.
Mi Héroe, nunca ha recibido honores, medallas o premios por sus esfuerzos tan grandes en su trabajo, ni reconocimientos por sus hazañas gigantescas, las conozco de sobra y son muchas.
Lo único que se, es que tiene tantos lectores, admiradores y gente a la que le gusta mucho lo que escribe, dice y opina, además es criticado crudamente como debe ser.
Golpea fuerte con la palabra, dicen.
Ofende con sus verdades tan secas y directas.
Con lo escribe en diferentes medios, hay quienes se sienten desnudos de su conciencia, gritan, chillan, golpean desde lejos, cobardemente escondidos bajo las sombras, postrados en sus palacetes construidos sobre la arena, no dan la cara, son muy poquitos, el costal que cargan pesa mucho mas que el nuestro.
Utilizan otra voz, otra conciencia, otra lengua para hablar lo que ellos no pueden. Tienen miedo de ser descubiertos por ellos mismos, por sus conciencias.
Somos las Alas de un mismo pájaro, rotas, averiadas, adoloridas, lastimadas…
Volamos con dificultad, los años pesan, la pobreza cansa, las calumnias indignan, las enfermedades se vencen…La fortaleza crece, la unidad aumenta, la vida sigue…
Un agradecimiento y un reconocimiento grande para mi Héroe, por su generosidad, su valentía y gran solidaridad. Por montar guardia en su caballito de madera, siempre atento, cuidándome para que la muerte no se hiciera presente en ese quirófano.
Muchas veces me ha tocado vigilar, en noches oscuras e interminables, a la muerte, espantándola y entreteniéndola, para que no se lo lleve, porque lo quiero mucho. En sus múltiples batallas, la ha tenido muy cerca.* De un hospital