La Jornada
El Festival Nacional de las Letras, que este año honra a Leona Vicario, comenzó la noche del martes con una charla sobre la vida de quien apoyó a los insurgentes con todos los recursos a su alcance y es considerada una de las primeras mujeres periodistas; fue perseguida, enjuiciada, nunca aceptó el indulto y eso la llevó a vivir escondida en cuevas, y su ayuda se extendió hasta después del triunfo de ese movimiento y la declaración de Independencia; ya en su hacienda da Apan, envió ayuda a los mexicanos que peleaban en la Guerra de los Pasteles.
Este año el encuentro se extenderá no sólo a los lugares emblemáticos de la vida de Leona Vicario, quien perteneció a la alta burguesía colonial, sino a todo el país.
Por lo pronto, ese día se inauguró la exposición Leona Vicario y su tiempo; hoy se escenifica la obra Vicario madre, Leona de la patria, con la compañía de teatro Tequio de San Miguel, y mañana habrá una velada chocolatera titulada Leona Vicario, vida y obra. Todos estos actos se efectúan en la Casa Leona Vicario (República de Brasil 37, Centro Historico).
Vivir a salto de mata y parir en una cueva
La inauguración del Festival Nacional de las Letras se realizó en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con la participación de los escritores Eugenio Aguirre, Carlos Pascual y Alejandro Luévano, quienes han estudiado y novelado a Leona Vicario (1789-1842).
Eugenio Aguirre, autor de Leona Vicario: La insurgente, narró partes de la biografía de ‘‘quien nació el mismo año de la revolución francesa”, su pertenencia al grupo Los Guadalupes, y cómo decidió apoyar a los insurgentes con sus propios recursos: creó un taller de costura donde se confeccionaban los uniformes de los oficiales y una pequeña imprenta; los proveyó de armas, tenía a su cargo el servicio de correos y despertó las sospechas de las autoridades virreinales que comenzaron a espiarla.
Leona Vicario fue tan importante para los independentistas que cuando fue detenida se organizó un grupo de rescate; el primer intento fracasó y el segundo logró sacarla del convento de Belén para llevarla a Oaxaca, donde se encontraba Andrés Quintana Roo, quien estaba con José María Morelos.
Leona Vicario ‘‘se casa con Andrés Quintana Roo, pero viven a salto de mata, y se dice que en una cueva nació su primera hija”, relató Aguirre. Durante la mayor parte de su vida ‘‘estuvo participando, escribiendo, apoyando a los insurgentes. Nunca aceptó el indulto y la posibilidad de irse a España para liberarse de los cargos en su contra”.
El escritor, guionista y dramaturgo Carlos Pascual escribió la novela La insurgenta, en la que parte de la muerte de Leona Vicario para que los personajes hablen acerca de ella, incluido Mariano Salazar, su sirviente, arriero que fungió como uno de sus correos, pero fue capturado y llevaba consigo una carta de puño y letra de Vicario.
Pascual pidió ‘‘nunca más la historia sin las mujeres” y celebró dedicar el Festival Nacional de las Letras a Leona Vicario, ‘‘porque revisarla nos da la oportunidad de tender puentes entre su época y la nuestra, ¿qué ganamos, qué perdimos?”; añadió que novelar la vida de mujeres como Leona permite ‘‘acercarnos a ella no como benemérita, sino a una mujer de carne y hueso”, quien es además ‘‘un personaje jamás imaginado porun escritor. Sin las mujeres la historia simplemente no es. Nunca más una historia sin ellas”.
Honores de Estado en las exequias de Vicario
El biógrafo de Leona Vicario, Alejandro Luévano, sostuvo que quienes se dedican a estudiar al personaje ‘‘tenemos una biografía común, pero es importante rescatar otros datos de este ser extraordinario”, quien desde los 20 años se suma a la red de conspiradores contra la corona española, pero también otras mujeres ‘‘empeñadas en los esfuerzos insurgentes y hay que recuperar esas historias”.
Leona Vicario llegó a ser tan importante que, además de los intentos de rescate, Morelos le envió una carta cuando ella vivía en una caballeriza en Oaxaca y ella le respondió que no necesitaba nada; cuando se acuñan las primeras monedas, dos de ellas le son entregadas a ella y más adelante ‘‘el Congreso de Chilpancingo decide hacerle un reconocimiento y la declara Benemérita de la Patria, y el Congreso de Coahuila y Texas la nombra Mujer fuerte de la Independencia”.
Cuando Leona Vicario murió, en 1842, recibió honores de Estado y se le declaró benemérita y dulcísima madre de la Patria.
La inauguración del Festival Nacional de las Letras terminó con una presentación poética a cargo del grupo Décima Lira.