La Jornada
Elenena Poniatowska
En 1942, al llegar a la calle de Berlín número 6, en la colonia Juárez de la Ciudad de México, aprendí español yendo y viniendo con mochila y delantal de cuadritos de la escuela a la casa. Sólo años más tarde, Guillermo Haro habría de preguntarme:¿Qué dijiste? Resulta que decía: “Yo vide” y su merced, porque así lo oía en la calle y así nos enseñó Magda, venida de Tomatlán a cuidarnos. Todavía hoy, si me descuido digo sssssiudá en vez de ciudad, y pronuncio palabras que aún no reconoce la Academia de la Lengua y tampoco se encuentran en el Diccionario de mexicanismos, ni siquiera en el Diccionario panhispánico de dudas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Alguna vez Carlos Fuentes me dijo que escribía como la India María, pero no me lo dijo de mal modo. Ahora que Perico Brachet hizo favor de traerme la edición conmemorativa (color naranja) del Diccionario del Náhuatl en el español de México, con prólogo de Carlos Montemayor, amigo y colaborador de La Jornada, recordé palabras a las que me aficioné y dije sin que nadie me corrigiera.
Chichona: mujer de grandes pechos. 2. Se dice así de la fruta con una protuberancia en la parte superior, como la lima. Chicote: fuete. 2. Cable flexible, envuelto en una coraza de metal, que sirve como medio de transmisión mecánica en un automóvil para accionar el acelerador, el embrague (clutch), el freno de mano, abrir la cajuela, el cofre o el tanque de gasolina. De xicohtli, jicote, nombre que los antiguos mexicanos aplicaron al látigo porque su punta o pajuela hiere como la picadura de una abeja. Chilaquiles, los que Martina suele preparar en tomate verde el domingo y traer a la mesa en un platón rebosante de “tortillas de maíz despedazadas, fritas y cocidas en salsa de chile, jitomate o tomate, aderezadas con queso, cebolla picada y a veces epazote. Pluralización de chilli, chile y aquilli, metido en. También de chilli chile, atl agua, quílitl quelite o hierba comestible”.
Nunca escucho a niño alguno decir me hice un chipote, pero en mis tiempos decíamos no te vaya a salir un chipote después de una aparatosa caída en el patio de recreo. También decíamos chipotón: chipote grande. Recuerdo mis rodillas amoratadas de tanto golpe recibido en la llamada Roña o en Policías y ladrones. También los Quemados y Encantados quedaban mallugados o magullados. Ahora, cuando le pregunto a una niña a qué juega, apenas si levanta los ojos de su celular.
Una palabra muy tierna es chiquigüite o chiquihuite: cesto o canasto sin asas, de hoja de palma o de carrizos y de variadas dimensiones, utilizado principalmente para depositar las tortillas. 2. Trasero, nalgas. De chiquíhuitl, chiquihuite.
El guacamole que también ofrece Martina, ya sea para acompañar el arroz o los taquitos de la botana, es un verdadero manjar. “Es una salsa espesa de aguacate usualmente molido y mezclado con cebolla, jitomate o tomate y chile verde picados (algunos le ponen gotas de limón); en ocasiones no contiene jitomate ni tomate. De auacamulli, manjar de aguacates con chile (de ahuácatl aguacate, molli salsa o potaje). Martina me explicó que las muchachas que iban por el pan a las seis de la tarde, salían a guacamolearse al parque de La Bombilla, pero sólo años más tarde comprendí que guacamolear es tentar de manera lasciva a una mujer.
En la casa comer huachinango a la veracruzana era la fiesta de los viernes. Muchas veces, Victorina, la cocinera, se lució con un gigantesco huachinango muy festejado y que ahora veo nadar vivito y coleando en el agua de esta edición conmemorativa del 70 aniversario del natalicio de Carlos Montemayor y lleva el nombre de Diccionario del Náhuatl en el español de México, que prologó el mismo Montemayor y compilaron Enrique García Escamilla, Enrique Rivas Paniagua y Librado Silva Galeana. Huachinango: pez comestible de mar, caracterizado por su color rosa y en ocasiones rojizo. 2. Antiguamente se designaba así, en Veracruz, a las personas de poblaciones distantes de la costa o tierras del interior. Se han propuesto como origen de esta voz dos principales etimologías posibles. 1. Cua-chil-nácatl. De cuáitl, cabeza; chichíltic, rojo; nácatl, carne. 2. Cuauhchinanco (lugar cercado de árboles), de chuhuitl, árbol; chinámil, muralla; co, partícula locativa.
Guadalupe Marín recurría a cantidad de nahuatlismos en sus conversaciones con Juan Soriano. Le gustaba decir que tal o cual amiga suya (y mía) se había salido del huacal, pero pronunciaba huacal con g y nunca me aclaró, como hace el diccionario del náhuatl, que el huacal “es una especie de jaula formada por varillas o tablillas que se utiliza para transportar a cuestas aves pequeñas, frutas u objetos delicados. 2. Costillas de un pollo destazado, unidas por el esternón. 3. En Tabasco, jícara. De huacalli, huacal. El jicote también es un “insecto himenóptero de tamaño grande, del género Bombus, que produce miel y cuyas picaduras son muy dolorosas. De xicohtli, abejorro, y el jicotillo es un diminutivo de jicote. Lo conocí en una ronda infantil en la que preguntábamos: ¿Quién es ése jicotillo que anda en pos de doña Blanca?
Trácala es otra palabra intrigante y ahora sé que es una: Persona tramposa y estafadora. 2. Ardid, estafa o engaño. De tlácala, acortamiento de tlacalaquilli, impuesto que pagaban los indios, de y tlacaitaliztli, fingimiento, hipocresía. Tracalear: estafar o engañar a alguien mediante un ardid. 2. En la Sierra Norte de Puebla, cambalachear, intercambiar.Todavía hoy, tras muchas horas frente a la pantalla de la computadora, Martina me dice que ya se me hicieron ojos de apipizca y si traigo muchos collares alguna amiga me previene: Te colgaste hasta la mano del metate. Y aquí le paro para no adquirir mano de metate y convertirme en una persona de modales toscos y rudos.