José Félix Zavala
Viernes de Dolores
La tradición de celebrar el Viernes de Dolores según el sentido litúrgico data aproximadamente de 1413, fecha en que se decide consagrar en la ciudad de Colonia, Alemania, el IV Viernes de la Cuaresma a los dolores de la Virgen.
El Altar lleno de velas, flores y papel de colores parece más bien una muestra de alegría que de tristeza.
Se le agregaron algunos elementos francamente prehispánicos que terminaron por hacer de él algo único en su gracia bárroco-mexicano. El montaje del Altar se prepara la víspera y deberá simular el calvario.
Se hace colocando un fondo de cortinas de tela morado y blanco Papel corrugado pintado de color acre simula el monte y en la parte central se colocará un crucifijo y al pie del mismo, la imagen de la Virgen María En las mesas donde se coloque el Altar se utilizan manteles blancos.
Se emplean veladoras y cirios pascuales bendecidos en la misa de gloria, La mesa se cubre totalmente con manzanilla y los colores de esta flor Sobre la mesa y en todo el altar, se colocarán naranjas agrias las que se pintan o forran de color dorado y se les clavan banderitas de colores. En el piso se riega hinojo y mastranto Algunas personas mandan bordar en los manteles blancos dos pescados y un cestito con cinco panes en color oro y plateado Las velas y aumentada con los reflejos de esferas y de las banderitas de oro volador.
El agua de colores que se colocará en recipientes de cristal o vitroleros, representa las lágrimas de la Virgen. A estos elementos del Altar se agregan los trigos sembrados 15 días antes y que se han conservado en un lugar oculto de la luz para que no den plantitas de color amarillo.
El sentido popular le ha brindado a este altar un enriquecimiento tal, que en él se colocan esferas gigantes de vidrio azogado para darle profusión a la luz, flores alhelíes moradas y blancas, comales de barro sembrados de chía, dibujando en ellos el símbolo de la pasión de Cristo y un tapete generalmente cubierto de salvado, café molido, granos y semilla de todo tipo y pétalos de flores.
Por lo general el altar se coloca en la entrada principal de las casas para que la gente pase a visitarlo. La tradición nos marca que en cada casa que se coloca el altar, se responde a la pregunta de los visitantes
¿Aquí lloró la Virgen?,
dándoles un vaso de limonada que se adornará con chía, que representa las lágrimas que la Virgen lloró en ese casa. En algunas otras, por tradición, se reparte helado de limón para refrescar el calor de la tarde de visita a los altares, también se acostumbra obsequiar dulce de chilacayote elaborado con piloncillo y canela.