Óscar Chávez fue claro, con esa voz que imponía, aseguró: “Mientras viva no me quedaré callado; siempre he cantado y grabado lo que me ha dado la gana”.
Una canción -sostuvo- es un poder en sí mismo; por eso hay que respetarla, darle su justa y verdadera dimensión y saber que el pueblo es el que la aceptará o no.
Ese canto, sus composiciones, su compromiso con luchas sociales y su prolífica trayectoria perdurará, tal como fue la estadía en este mundo del “Caifán Mayor” o “El Estilos”, quien falleció este jueves 30 de abril, a los 85 años de edad, tras haber ingresado un día antes al Hospital 20 de Noviembre, por presentar síntomas de Covid-19.
El cantautor narró en varias ocasiones sus primeros años en las colonias Portales y Santa María la Ribera. Escuchaba, sobre todo, canciones antiguas mexicanas. En el 68, recordó alguna vez, empecé a cantar en la Universidad Nacional y en el Politécnico. De ahí comenzó la idea de cantar temas más relacionados con la política.
Afirmó: “La canción es una herramienta poderosa: sirve para opinar, para criticar, para burlarte, para insultar incluso. Sirve para todo. Ya no sé que soy, por tanta frivolidad que están cometiendo las personas de izquierda, pero sí soy de izquierda”.
Óscar Chávez, es amado por sus colegas, amigos y artistas; fue reconocido por su imponente voz, entonó cantos de un guerrero que rendían homenaje al amor, a la patria, a la gente, a cada espacio, desde hace varias décadas.
Sus contemporáneos -dijo a La Jornada- lo escuchan desde los mítines estudiantiles en Ciudad Universitaria, en 1968, en su papel de galán nocturno en Los Caifanes, cinta de Juan Ibáñez, o en los festivales de Oposición, con la izquierda zurda. Eran los años del Manifiesto Comunista, del Programa de Transición, del dilema de la revolución permanente, del todo o nada, del somos o no somos de Sartre.
Narró: “En el 68 yo andaba cantando por todos lados y participé dando mi voz. Yo andaba cantando cuando nos corrieron del Zócalo con tanques. Te ibas o te ibas. Nunca esperamos que el gobierno fuera a reaccionar como lo hizo en Tlatelolco. Nos daba miedo eso de la intimidación. No pensabas en eso del miedo, no se te ocurría”.
Alguna vez Gabino Palomares dijo sobre el intérprete de Macondo y Por ti: “Para mí es referente de mi generación, porque cuando yo era joven y conocíamos a una muchacha siempre preguntábamos si conocían a Óscar o a Joan Manuel Serrat. Si nos decían que sí ya estaba bastante avanzado el asunto. Para mí, Óscar Chávez es el más maravilloso ser humano que haya conocido”.
Óscar Chávez siempre mantuvo sus ideas sociales y compaginó con la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Su ideología formó parte de una obra sólida, poética y de protesta. Entre la infinidad de canciones, Chávez, sabía que Se vende mi país, era una letra totalmente vigente “a fuerza de realidad”.
“Se vende mi país por todos lados/ La tripa, el corazón y sus costales./ Se vende mi país a cuatro vientos./ Su sangre, su sabor, sus alimentos./ Se vende mi país cada momento./ Su hambre, su dolor, su sentimiento./ Se vende mi país con todo y gente./ Se vende la palabra independiente./ Yo no lo vendo, no, porque lo quiero./ Yo no lo vendo, no, mejor me muero./
El cantautor también se congratulaba de que las nuevas generaciones habían aceptado su música. “Ya le estoy cantando a los nietos de mi generación o a los bisnietos. A los conciertos van nietos de mis compañeros, de mis amigos. Eso es un buen termómetro”.
Chávez en vida recibió infinidad de homenajes; era ovacionado en sus presentaciones, hacía bailar a todos con sus interpretaciones de Macondo y, en meses recientes, se mantuvo activo y colaboraba con agrupaciones y roqueros en sus presentaciones; además asistía a festivales tanto en instancias académicas como multitudinarios como el Vive Latino, donde recibió hace un año un sentido homenaje.
El canto de Oscar Chávez se recordará pues ha acompañado a generaciones de mexicanos; su voz ha revelado historias de enamorados, enfermos de amor, campesinos, ferrocarrileros, obreros, mineros, rebeldes, estudiantes y migrantes.
Pero “lo más importante es estar vivo y activo en tu oficio; esto es la mayor fortuna que uno puede tener hasta que las facultades y la resistencia lo permitan y, siempre lo digo, espero tener la inteligencia suficiente para callarme a tiempo, lo cual no es fácil”, puntualizó, hace casi dos años, el legendario Óscar Chávez.