Por Lucía Martínez Martínez
Amor a Distancia…
Confidencias Desde La Cama… De un hospital
Texto de Lucía Martínez de Félix-Zavala
¡¡¡SUCCURRE
SOCCORSO
SOROSPEN!!!
Ay Coquito…
Te arrancó la vida tan inesperadamente de mi camino. Llegué a creer que tenía poder para retenerte.
Pensé en poder salvarte, me partiste el corazón al decir silenciosa y discreta lo que sufrías y sentías, enfermedad, soledad y abandono, lo decías cuidadosamente para no aludir a nadie.
Muchas mujeres/esposas/madres/hijas vivimos en la vida calladamente lo mismo que tú.
Estuvimos en comunicación tu última semana y tú última noche, nos dijimos que nos queríamos mucho, que anhelábamos algún día ser abuelas aunque fuera a los noventa y tantos años.
Me dijiste que esta Semana Santa era muy especial, la vivimos juntas a distancia Tú y Yo. También dijiste que nunca te habías imaginado vivir el mal sueño de esta pandemia.
Te refugiabas en «Machetito», «Pelusa» y «Trish», tus perritos, rescatados de la calle, quienes te acompañaban con mucho agradecimiento y humildad, para que pudieras soportar la soledad y el menosprecio injusto de la vida. Se quedaron muy tristes y lloramos juntos tu partida. En tus manos se volvieron nobles y dignos, los llenaste con tanto amor y provisiones. Seguramente se empeñarán en la vida para que en el Paraíso donde te encuentras, les permitan visitarte en algún momento y recordar aquellos bellos tiempos paseando en el jardín junto a ti.
Yo creo que tuviste un cariño muy grande y callado por uno de ellos, alguno era tu consentido.
Estoy tranquila porque te volviste como NIÑA, perdonaste unos meses antes a los que te menospreciaron, insensatos de nosotros, qué gran lección nos diste.
Todo lo tenías preparado, hasta te paseaste unas semanas antes de que el COVID-19 y el MENOSPRECIO te arrancaran y devoraran juntos la existencia.
Tu gran FIDELIDAD y AMOR a DIOS dieron su fruto, saliste premiada a pesar de la contingencia nacional, porque tuviste el día veintiséis una MISA en tu memoria, celebrada con un Señor Obispo y NOVENARIO con las Madres Salesiana, todo a la distancia.
Sacrificaste tu vida y tu salud para sacar a tu familia adelante.
Heroico fue tu esfuerzo, los dolores y malestares eran insoportables, te acostumbraste a vivir y trabajar así.
Sólo me queda el consuelo de seguir día con día recordándote y compartiendo contigo las cosas simples de la vida,
porque te quedaste viviendo en mi corazón …allí continuaremos nuestras conversaciones.
Hasta siempre hermana.