Fuente de Cibeles. Monumental fuente que se instaló en 1782. Se encuentra en el centro de la Plaza de Cibeles, de cara al primer tramo de la Calle de Alcalá, entre el Paseo de Recoletos y el Paseo del Prado, fue diseñada por Ventura Rodríguez. La diosa y los leones fueron esculpidos en mármol cárdeno (se emplearon más de 10.000 kilos) del pueblo de Montesclaros (Toledo), y el resto en piedra de Redueña, localidad enclavada a 53 km del norte de Madrid, cerca de la Sierra de La Cabrera de mármol y es uno de los símbolos más característicos de la Villa de Madrid.
El proyecto incluye además la Fuente de Neptuno y la Fuente de Apolo y las Cuatro Estaciones. Estas tres fuentes marcan un eje de un espacio circo agonal. La maravilla escultural, el agua, las luces y el lugar en sí, lo hacen uno de los grupos escultóricos más importantes de España. La mano del hombre, otra vez, se hace ver de una forma magnífica, siendo la Fuente de Cibeles la más bella del conjunto escultórico.
La figura principal es la diosa Cibeles (conocida por los griegos como Rea), es símbolo de la Tierra, la agricultura y la fecundidad, obra del escultor Francisco Gutiérrez. Está montada en un carro dispuesto sobre una roca que se eleva en medio del pilón. En sus manos lleva un cetro y una llave y en el pedestal se esculpieron un mascarón que escupía agua por encima de los leones hasta llegar al pilón, más una rana y una culebra que siempre pasan inadvertidas. Dos leones esculpidos por el francés Roberto Michel, y el adornista Miguel Ximénez tiran del carro. Los leones representan a los personajes mitológicos Hipómenes (o Melaión) y Atalanta, la gran cazadora del grupo de Diana. Hipómanes se enamoró de ella y consiguió sus favores con la ayuda de Afrodita y del truco de las manzanas de oro, pero al cometer los amantes sacrilegio cuando se unieron en un templo de Cibeles, Zeus se enfureció y les convirtió en leones condenándoles a tirar eternamente del carro de la gran diosa.
Historia
Durante la noche es un completo espectáculo
En 1767, bajo el reinado de Carlos III, el Conde de Aranda encargó el diseño del Salón del Prado (que incluía la fuente de Cibeles) a José de Hermosilla, aunque fue finalmente el arquitecto español Ventura Rodríguez quien, ejecutó este proyecto entre los años 1777 y 1782. Parece ser que en principio esta fuente iba destinada a los Jardines de La Granja de San Ildefonso en Segovia, pero cuando se empezó a remodelar el ancho Paseo del Prado, la fuente se colocó frente al palacio de Buenavista (que fue Cuartel General del Ejército). Entre ella y el palacio había unos edificios pequeños donde estaba ubicada la Inspección de Milicias y más tarde la Presidencia del Consejo de Ministros, hasta que en 1780, se incendió todo el grupo. Instalada la fuente en 1782, no funcionó hasta 1792.
En 1895 se trasladó el monumento al centro de la plaza, colocando a la diosa mirando al primer tramo de la Calle de Alcalá. Este traslado levantó mucho revuelo y críticas que se vieron reflejadas en la prensa de la época donde se dieron todos los detalles de la polémica entre el Ayuntamiento y la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Hasta el año 1981 no hubo ninguna restauración.
La fuente no sólo era un monumento artístico sino que tuvo desde el principio una utilidad para los madrileños. Tenía dos caños que se mantuvieron rústicos hasta 1862. De uno se surtían los aguadores oficiales que solían ser asturianos y gallegos y llevaban el agua hasta las casas y del otro el público de Madrid. En el pilón bebían las caballerías. El agua tenía fama de poseer buenas propiedades curativas de cualquier mal. Los caños eran incómodos y de difícil acceso y estaban situados en el lugar donde hoy saltan los surtidores. Precisamente por eso en el año 1862, el Ayuntamiento decidió cambiarlos por dos figuras artísticas y de diseño simbólico para la villa de las que manaba ampliamente el agua: un oso y un grifo (animal mitológico equivalente al lagarto) que además fueron colocadas de manera que se facilitara el acercamiento de las gentes.
Lo interesante, es que se creía que el agua de esa fuente procedía de la Edad Media de la época en que Madrid era Musulmana.
Por esto, se pensaba que el agua podía curar cualquier mal. Así que no nos debemos de sorprender si hoy en día vemos alguna persona acercándose a la fuente por algo de agua, aunque sería difícil, pues la seguridad y la verja que se encuentran rodeando a la fuente complican el paso a los aventureros.
En 1895 fue el traslado de la fuente al centro de la plaza. Con motivo de las obras pertinentes se hicieron nuevas remodelaciones. Se colocó el monumento sobre cuatro peldaños y se le rodeó de una verja para evitar en este caso el acceso. La fuente ya no cumplía su cometido porque la mayoría de las casas tenía o empezaba a tener agua corriente, por lo que el añadido del grifo y el oso se quitó, volviendo así al primitivo proyecto de Ventura Rodríguez. Además se añadieron en la trasera dos amorcillos; uno (cuyo autor es Miguel Ángel Trilles) vierte agua de un ánfora, y el otro (su autor es Antonio Parera) sostiene una caracola. Pero con este cambio no se perdió la traída de aguas del viaje antiguo y para suplir la fuente como tal se construyó una fuentecilla con caño en la esquina de la plaza, del lado de Correos. Esta fuentecilla siguió siendo todo un símbolo para el pueblo de Madrid que allí acudía a llenar cántaros, botijos y botellas, como sus antepasados.
La fuentecilla dio lugar a que la música le dedicara una canción:
«Agua de la fuentecilla, la mejor que bebe Madrid… »
A mediados del siglo XX el agua de la fuente se hizo más artística con el añadido de surtidores y diversos chorros formando cascadas y agregando la iluminación de colorines que hizo las delicias del pueblo madrileño. En el estanque superior hay dos surtidores verticales que alcanzan los 5 m de altura, acompañados de una serie de chorros inclinados que envían el agua desde la diosa hasta la parte externa.
Este es un lugar emblemático, pues aquí es donde los hinchas del Atlético de Madrid celebran sus victorias del fútbol.
Fue una verdadera fuente para uso de agua potable, pero en la actualidad se trata de un monumento de ornato para esta zona de Madrid.
Anécdotas
El grifo y el oso. Fueron añadidos en 1862 en sustitución de los incómodos caños que había, pero en 1895, cuando la fuente se trasladó al centro de la plaza, estas dos figuras se suprimieron definitivamente. El oso era ya una piedra poco reconocible por lo que se optó por su destrucción, pero el grifo estaba en buenas condiciones así que se guardó en los almacenes de la villa, junto con otras piezas de monumentos varios donde quedó abandonado y olvidado. Cuando a finales del siglo XX se restauró la casa de Cisneros, alguien se acordó del grifo de Cibeles y fue trasladado al jardincillo de este edificio, donde puede verse en la actualidad.
La verja. En esa misma ocasión del traslado de la fuente se le añadió una verja rodeándola por entero. A través de los años, en una nueva remodelación la verja desapareció sin que el Ayuntamiento diera explicación alguna y la gente se olvidó de ella, hasta que hace poco (finales del siglo XX) la prensa dio con su paradero por casualidad y lo informó: Se halla en la entrada al recinto de la sede de la banda de cornetas y tambores de la policía municipal que está ubicada cerca del Puente de los Franceses.
Guerra Civil. Durante este tiempo la fuente fue tapada y protegida de las bombas por ladrillos y sacos de tierra.