“Viaje de tres”, desde Guadalajara
ESTELA LEÑERO FRANCO
(Proceso).-
Tres personajes con tres sillas, con tres líneas marcadas en el suelo que los limitan y orientan a la vez. Tres vivencias de un mismo viaje hacia la curación y al descubrimiento interior.
Viaje de tres de Jorge Fábregas, de Guadalajara, Jalisco, obtuvo en 2008 el premio nacional de Dramaturgia Fernando Sánchez Mayáns, reconocido por su fortaleza dramatúrgica. La puesta en escena dirigida por Luis Manuel Aguilar, Mosco, estrenada en 2013, recibió diversos galardones y ha participado en festivales como el Universitario de Teatro, de la Universidad de Baja California, y la Muestra de Teatro de Jalisco. Con algunas variantes, es la que actualmente se puede ver de manera virtual en la plataforma del Conjunto Santander.
Cuando la obra se ha interpretado de manera presencial (capaz de generar imágenes y de gran eficacia escénica), siempre ha recibido una excelente respuesta del público. En esta ocasión se invirtió el lugar desde donde observa el espectador, y el fondo es, durante toda la pieza, la butaquería de un gran teatro vacío que distrae mucho la atención. El formato virtual a varias cámaras fue deficiente en parte por la iluminación sobrexpuesta en ocasiones, o por la diferencia en la calidad de la imagen, según la cámara.
Aun cuando las dificultades técnicas y conceptuales de la propuesta virtual Viaje de tres sigue sosteniendo personajes entrañables y una dramaturgia de gran poder, la propuesta rompe con la linealidad del tiempo y con la forma de dialogar. Se habla en presente y se piensa en pasado o en posibles futuros. Dialogan, pero también piensan en voz alta; narran acontecimientos al mismo tiempo que están viviendo otro hecho. El rigor no está en la reproducción de la realidad, sino en la verosimilitud de las situaciones, en lo convincente del lenguaje, en la dinámica de cada escena. En el camino es donde los personajes se van develando, lentamente. Los personajes no nos dicen cómo son, simplemente son, y en ese devenir se van convirtiendo en personas empáticas para el lector/espectador.
En Viaje de tres los personajes van en busca de un chamán que tal vez pueda curar al padre. Lo acompañan el hijo y la enfermera. Emprenden el viaje a un lugar desconocido y hacia el interior de sus deseos.
El autor desarrolla asertivamente el recorrido de los personajes y el misterio de la relación entre ellos, ya que en un principio no sabemos cuál es el vínculo que los une. Aunque comparten el mismo espacio escénico, cada uno se mueve en ámbitos distintos. El hijo vive conflictuado por la relación con su padre y lleva una mala relación con la enfermera, mezcla de afecto, celos y rencor. Los personajes van descubriendo sus sentimientos contradictorios a manera de pensamientos hablados, preguntas sin respuestas, dudas difíciles de solucionar. Y se van transformando. El padre pasivo, derrotado ante su enfermedad y supeditado a la enfermera, vive la esperanza de que un chamán pueda sanarlo.
Es interpretado por Jesús Hernández, y el hijo, por Mauricio Cedeño, ambos bien caracterizados. Tanto la enfermera como el chamán son personajes extraños que si bien en las actuaciones eran poco convincentes y se quedaban en la frialdad de la interpretación, daban a la obra un halo de extrañeza.
Viaje de tres es una obra de teatro que tiene mucho que decir de nuestro México y que abre la reflexión sobre el teatro presencial y el teatro virtual respecto a la creación de atmósferas, el potencial de la caja negra y la dificultad de la proyección.