Mario Molina defendió hasta su muerte las energías verdes El científico fue pionero en estudios de química atmosférica

Falleció a los 77 años

Mario Molina defendió hasta su muerte las energías verdes

El científico fue pionero en estudios de química atmosférica

Mario Molina se formó como ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Angélica Enciso y Arturo Sánchez

La Jornada

El mexicano Mario Molina Pasquel, premio Nobel de Química en 1995 por sus estudios sobre la capa de ozono, fue uno de los pioneros en investigar la química atmosférica. Tras décadas de trabajar fuera del país y tras un amplio reconocimiento internacional, volvió a México hace 15 años para impulsar proyectos ambientales sobre calidad del aire, cambio climático y energía. Ayer se informó que murió por una afección cardiaca.

En lo que fue su último posicionamiento público, el martes apoyó que el Centro Molina –creado por el Nobel en 2005– se sumara a un comunicado con otras organizaciones sociales para apoyar que la avenida Insurgentes, en la Ciudad de México, sea una ciclovía permanente, en la que todas las personas tengan un espacio digno y seguro para trasladarse. Ayer la UNAM y el Centro Molina dieron a conocer su fallecimiento. Los servicios fúnebres serán privados.

Durante los meses recientes manifestó su preocupación por el retraso en la puesta en marcha de las plantas de energías renovables, el impulso en el uso de las fósiles que hace el gobierno de México y advirtió que la economía ya no puede depender de estos combustibles.

En una videoconferencia en mayo pasado, ante la emergencia sanitaria por el Covid-19, dijo que ya había predicciones de que habría pandemias, no se hizo caso ni se invirtió lo suficiente; esperemos que con ésta haya experiencia para que en un futuro no se enfrenten impactos tan fuertes. La única solución está en la comunidad científica, para prever lo que pasa y tomar las decisiones adecuadas. En agosto, en la última conferencia que ofreció en El Colegio Nacional, del cual era miembro, Molina sostuvo que la sociedad debe saber que sí tenemos la solución a la pandemia.

El 11 de junio, con otros autores publicó el artículo Identificar la transmisión aérea como la ruta dominante para la propagación de Covid-19, en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en el que establece el papel de los aerosoles en el contagio de coronavirus.

Lo que hacemos en este artículo es identificar precisamente a las partículas muy pequeñas con un funcionamiento muy importante para transmitir el virus. El uso obligatorio de cubrebocas es una medida que reduce significativamente los contagios. La sola implementación de otras medidas de mitigación, como el guardar distancia social, no es suficiente para proteger a la población, dijo.

Pionero en estudios de la química atmosférica, fue coautor con Frank Sherwood Rowland y Paul Crutzen de estudios que descubrieron que el adelgazamiento de la capa de ozono era por la emisión de los gases clorofluorocarburos (CFC), por el que obtuvieron el Premio Nobel de Química. Estas investigaciones llevaron al establecimiento del Protocolo de Montreal de Naciones Unidas, que atendió el problema. Molina siempre destacó la cooperación internacional en esta materia, como un ejemplo exitoso, sobre todo ante las negociaciones internacionales de cambio climático.

En su trayectoria científica, fue miembro de la Academia Nacional de Ciencias y del Instituto de Medicina de Estados Unidos; durante ocho años fue uno de los 21 científicos que formaron parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología del presidente Barack Obama y antes estuvo en el mismo consejo de Bill Clinton.

De acuerdo con la semblanza del Centro Molina, nació en la Ciudad de México en 1943. Ingeniero químico egresado de la UNAM, realizó estudios de posgrado en la Universidad de Friburgo, Alemania, y recibió un doctorado en fisicoquímica de la Universidad de California en Berkeley. Fue profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en el periodo 1989-2004. Recientemente era investigador de la Universidad de California en San Diego.

También fue miembro distinguido de la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano, la Academia Mexicana de Ciencias y la Academia Mexicana de Ingeniería, entre otras. Entre los galardones recibidos hay más de 40 doctorados honoris causa, el Premio Tyler de Energía y Ecología en 1983, el Premio Sasakawa de Naciones Unidas en 1999, el Premio Nobel de Química en 1995, el Premio Campeones de la Tierra que otorga Naciones Unidas y fue el primer mexicano en recibir la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos.

 

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