Andragogía: otra forma de ver la educación
– Guadalupe Calzada Gutiérrez –
La Jornada Semanal
Con los cambios que la pandemia ha provocado en la educación, que son muchos y profundos, se vuelve imprescindible “la creación de nuevos métodos de enseñanza basados en la reflexión y el pensamiento crítico”. La andragogía y la tecnología pueden proporcionar una buena base para lograr ese objetivo.
“La universidad está abierta virtualmente, pero cerrada en el territorio. Sus comunidades confinadas en sus hogares, pero virtualmente trabajando y aprendiendo. No hay saber disponible que nos indique cómo hacer esto”: con estas palabras, la doctora Patricia Altamirano, decana de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba UNC, diserta sobre el problema de la educación. Con medio año de confinamiento por la crisis sanitaria que enfrenta el mundo, los problemas de salud, economía y educación son temas recurrentes que reflejan el compromiso social al que se enfrentan actualmente todos los gobiernos.
En México, el académico, filósofo, historiador y teólogo Enrique Dussel, ha convocado a las instituciones educativas a crear métodos de enseñanza dirigidos a las generaciones actuales. Su propuesta es muy interesante e innovadora: la creación de nuevos métodos de enseñanza basados en la reflexión y el pensamiento crítico. Enseñar o guiar a los adolescentes y jóvenes a ser sensibles y responsables con el mundo que les rodea. Preparar estudiantes enfocados a resolver problemas actuales y situaciones de la vida diaria; es decir, crear métodos de desescolarización. Me considero una fiel seguidora de lo que el doctor Dussel propone, cuando convoca a un cambio de paradigma en la educación. Un cambio necesario para una verdadera Reforma de Educación o, como él la llama, “una transformación en la educación con la descolonización de la pedagogía”. Desde hace tiempo tengo una visión acerca de la educación que coincide con esa forma de pensar, y con los respectivos cambios en el pasar de los años que se han visto reflejados, abordo y convoco a ver la otra cara de la moneda: la “andragogía”, vista y desarrollada con nuevos métodos. Es otra cara que no le quita valor, ni reemplaza a la pedagogía, simplemente es otra perspectiva de aquel utensilio de valor monetario, creado para cubrir una cuota en la sociedad.
¿Qué significa esto? La moneda de la educación, conformada por una cara, “pedagogía”, y el sello o escudo de armas, “andragogía”, en conjunto son un medio para llegar al bien común que mencionaban los antiguos griegos. En este caso se trata del desarrollo y la transformación de una sociedad que tiene la tarea de adaptarse a las necesidades de las nuevas generaciones.
Sin duda, el pensamiento del doctor Dussel lleva una fuerte crítica a la educación como institución. Su pensamiento y su propuesta van de la mano con lo que postulaba el británico Everett Arthur Reimer (1910?-1998), quien realizó una amplia investigación acerca del nacimiento de la escuela como institución. Su filosofía estuvo orientada a la desescolarización, y fundamentaba su postura sosteniendo que es a través de la práctica de culto y el gobierno como surge el proceso educativo:
Por esto, los sacerdotes y los llamados chamanes constituyen el eje no sólo del desarrollo y de los maestros y las escuelas, sino también de la evolución del hombre. El cerebro, la mano y la lengua; la horda, la villa y la ciudad, la magia, la religión, el arte y la ciencia son los pilares del desarrollo físico, social y espiritual del hombre.
Ivan Illich (1926-2002), quien fue alumno de Reimer, tomó estas ideas filosóficas y las desarrolló con mayor “radicalismo” que su profesor, llevando el tema de desescolarización a otros ámbitos.
El tema de la desescolarización es inmenso; baste mencionar el trabajo de Illich, así como la propuesta de Gaston Bachelard (1884-1962), cuando se refiere a crear una “Pedagogía invertida”, o recordar a Michel Foucault (1926-1984), quien propone una “arqueología de las ciencias humanas”, para explicar que cada época construye su propio método de enseñanza y educación a partir de sus ideas; así, es preciso repensar los puntos de origen que son la base histórica de las prácticas de enseñanza.
Desde luego, las ideas y pensamiento de Foucault son las de un hombre europeo, pero esto nos invita a pensar en nuestra propia realidad latinoamericana, para sacar nuestras propias conclusiones al preguntarnos de dónde han surgido los conocimientos que hoy aceptamos como nuestros y si dichos conocimientos nos definen como sujetos. Es decir, si existe una diferencia para enseñar a los niños y los jóvenes.
Durante mi actividad como facilitadora en cursos para jóvenes y adultos, me he cuestionado si la escuela cumple su cometido como institución educativa al continuar con técnicas de enseñanza obsoletas para adolescentes y jóvenes. Los adolescentes de hoy no piensan como los del pasado; en consecuencia, las técnicas de enseñanza que se siguen aplicando ya no son eficientes para lograr un pensamiento crítico.
Sin duda, el método pedagógico resulta eficiente para la enseñanza de los niños, pero es preciso admitir su obsolescencia para las necesidades educativas; ya no es coherente con el tiempo y los problemas actuales. Por esta razón habría que formularnos la siguiente pregunta: ¿La andragogía, desarrollada como ciencia, proporcionaría las bases para una reforma en educación? Puedo afirmar, con base en mi experiencia, que la correcta combinación entre andragogía y tecnología son la clave para dar con la solución.
VERSIÓN PDF